La orden del ministro de Sanidad SND/507/2020, de 6 de junio, por la que se flexibilizan determinadas restricciones de ámbito nacional, modifica entre otras la Orden SND/414/2020, con el objeto de prever la reapertura de plazas, recintos e instalaciones taurinas al aire libre desde la fase 2, con un aforo máximo de un tercio y no más de cuatrocientas personas; este límite se incrementa en fase 3 hasta el cincuenta por ciento del aforo permitido y pero con no más de ochocientas personas.
Leído lo anterior se concluye que los expertos que asesoran al ministro Illa suben un escalón más en su grado de incompetencia, como ya tienen sobradamente acreditado con el monumental lío que han montado con los números de enfermo y víctimas del Cobid-19, que con toda razón ha causado el asombro de las diversas instancias internacionales.
Por lo pronto, las cifras que dan en el caso de los toros son absolutamente incoherentes. Para la fase 2 se establece que el aforo de una plaza no puede ocuparse más que en un tercio de sus localidades. Con una simple operación matemática se comprueba que un tercio del aforo de Madrid supone algo más de 8.200 localidades; sin embargo, el foro permitido es casi 20 veces menos: 400. Si lo hiciéramos en la fase 3 los números seguirían siendo sin cuadrar: un 50% del aforo supone más de 12.000 espectadores, sin embargo el máximo permitido es de 800. Ni una fase ni en la otra resulta viable organizar un festejo, como tampoco se pueden entender unas diferencias tan grandes si se acude al porcentaje permitido y si se hace al aforo autorizado. [Como ha declarado a El Mundo Rafael García Garrido, sólo con los trabajadores que hay que movilizar para abrir Las Ventas ya se suman 400. O sea, todo lo permitido para la fase 2 y la mitad de los de la fase 3].
Pero otro tanto ocurre si el cálculo lo hacemos sobre la Maestranza, que en la actual fase 3 de Sevilla la mitad del aforo sería en torno a 5.500 espectadores, pero lo permitido sería 800; esto es: 7 veces menos. Y, en fin, en el caso de Bilbao, también en fase 3, la mitad de su aforo supone un torno a 7.400 espectadores, pero sin embargo se limitan a 800, casi diez veces menos.
Y si nos vamos a plazas de menor nivel, los números son también muy dudosos. Por ejemplo, la plaza de Navas de San Juan, donde Enrique Ponce quiere abrir su temporada, permite un total de 2.300 espectadores. Sin embargo, en su fase 3 con las normas actuales en lugar de los 1.120 –que supondrían el 50% de su aforo–, sólo le permitirían 800. Y en este caso, la diferencia en 400 espectadores son una barbaridad económica.
Con lo cual puede concluirse que una de dos, o los expertos de turno lo que buscaban era un cierre encubierto de las plazas, o sencillamente no saben sumar, restar, multiplicar y dividir.
Lo que ya ni el cambiante ministro de Cultura podrá decir es que hacen todo lo posible para acelerar la vuelta a la actividad taurina. Hacen hasta lo imposible para evitar que los ruedos reanuden la razón para la que se crearon: dar toros, que ese es uso natural, o sea, su normalidad.
Postdata:
"Uribes había prometido en público y en privado una reunión con el sector taurino y el Ministerio de Sanidad para estudiar el tema de los aforos y la verdad es que no se ha producido", ha denunciado Chapu Apaolaza, postavoz de la Fundación del Toro de Lidia, en declaraciones a Europa Press.
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