Los cambios de apoderado, una carta a los Reyes Magos

por | 5 Ene 2013 | Reportajes

Mientras que 2012 se nos iba entre las manos, incluso en estos primeros días del nuevo año,  de nuevo se revive ese epílogo habitual de los cambios de apoderamientos. Salvo casos contados, en la mayoría de los casos se muda de mentor en aras de tiempos mejores.

Expectación hay por comprobar el caso de Morante, que hoy ha entregado su gestión a una multinacional que en el México taurino es casi monopolística. ¿Le pondrán en una nueva dimensión? Desde luego, será difícil que lo cuiden tanto como hasta ahora hacía Curro Vázquez, que si de algo pecó fue de un exceso de cuidados. Pero ese binomio entre un torero singular –peculiar, también– y una multinacional es todo un experimento, por más que por medio ande un hombre tan bregado en estas lides como Antonio Barrera.

Interés, sin duda, levanta el diseño y las condiciones que “El Juli” pone para su temporada, que al final está acabando siendo un poco laberinto. Asentado profesionalmente el torero como nunca hasta ahora lo había estado, ha optado por marcar su norte en una competencia consigo mismo. A lo mejor entre ellos se encienten de maravilla, pero una cosa está clara: a efectos públicos cada vez se entienden menos algunas actuaciones de Roberto Domínguez.

Con todo aquí a quien de verdad se espera es a  lo que José Tomás le diga a Salvador Boix que tiene que declarar y consiguientemente hacer. Entre tanto, todo queda en la penumbra del misterio. Pero un misterio que cambia el signo de las plazas: de medio vacías a estar a rebosar. Es el único con capacidad de cambiar el curso de la temporada.

Pero en la generalidad de los cambios se observa un punto de necesidad de cambio. Y así, por ejemplo, aventurado parece el paso de Jiménez Fortes, cambiando el amparo de una casa fuerte por un independiente. Pero prácticamente todos se dan dentro la normalidad usual, movidos por los sueños de un porvenir mas halagüeño. Suerte van a necesitar.

Incluso esos casos de toreros inquietos, que todo lo fían a ir de mano en mano, nunca conformes con su suerte o con sus circunstancias. La historia del toreo está plagado de casos de este tipo. Antiguamente se solía achacar a los malos consejos de “el padre del torero”; hoy más bien se acude a ese socorrido “es que este chico es muy raro”, que como te cuelguen semejante sambenito lo tiene claro.

En cualquiera de las hipótesis, ahora que estamos en esas fechas, tales cambios de gestión más que nada vienen a ser una especie de carta a los Reyes Magos en espera de ver cumplidas unas ilusiones, lógicas y licitas. Tiene que ser muy duro, como algún caso ha habido, de concluir una temporada dando la cara en todas las ferias más importantes y acabar el año debiéndole dinero al apoderado.

Sin embargo, en no pocos casos más parece que, para conseguir esos anhelados avances en cuanto a contrataciones,  quien debiera mejorar es el propio torero, porque si no despliega la regularidad necesaria, ni aunque don Indalecio Mosquera resucitara le conseguían tardes de toros.

Sobre todo en situaciones como las actuales, con una drástica reducción del número de espectáculos taurinos, que pone más difícil ese deseo de entrar en un cartel. Ni quienes están en el grupo de cabeza tienen garantizado nada antes de comenzar el año, salvo contadas excepciones.

Los pocos huecos que dejan los que en un momento son indispensables  –condición que en el toreo efímera como en pocas actividades—tiene demasiados aspirante. Y o ofreces algo diferente que los demás no tengan, o estás condenado que los contratos lleguen, si es que llegan, con cuenta gotas.

Ahora se ha puesto de moda, a este respecto, ofrecerse para protagonizar encerronas y otro tipo de gestos similares. Comenzó Talavante, para ponerse en valor, porque lo que son contratos normales se lo garantiza la Casa grande que le ampara, y el último en salir a la palestra ha sido Jiménez Fortes, pidiéndose casi un imposible: seis toros en plenos sanfermines. En medio, y para no llevarse disgustos posteriores, El Cid pidió la corrida de Victorino en Sevilla –no fuera a ser que luego quedara peor parado en los carteles– y para lo que ya se han presentado dos voluntarios: Daniel Luque y Diego Urdiales. Pero antes de que comenzara esta ola, ya Javier Castaño se pidió matar en 2013 toda la camada de Miura.

Sin embargo, luego cuando eche andar este carrusel maravilloso de la temporada, las cosas irán cambiando. No mucho, desde luego, que lo establecido es casi ley y cuesta mucho cambiarlo. Por la estrategia del intercambio de cromos entre las grandes empresas,  desde luego, pero no sólo por eso. Siempre queda un hueco para la sorpresa. El problema es que para ese hueco hay demasiados aspirantes.

 

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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