Con este proceder tan propio de quien habla más que piensa, Simón Casas no ha podido ser más rotundo: "Los toros son cultura, pero… ¿aquí quién coño es culto?", como dijo en la excelente entrevista que le hizo Zabala de la Serna para el diario El Mundo.Y se equivoca de medio a medio el empresario. La cultura no radica en tener muchas licenciaturas y ni se sabe cuántos Masters –ahora tan dañados en cuanto a reputación–; la Cultura con mayúscula va mas allá de todo eso. Y desde luego, pasa muy por delante de lo que no es más que un verbo fácil y hasta exuberante, que luego en muchas ocasiones no responde a la realidad.
Ser culto requiere de mayores requisitos. Es posible que para ser organizador de espectáculos taurinos no resulte necesario ser además una persona culta, tal como se entiende ese término, aunque los hay y los hubo. Le pueden bastar con los conocimientos básicos del Sector y algún que otro asesor jurídico y económico. con los que el productor francés no cuenta.
Pero aunque Casas no lo crea, puede tener la seguridad de que en Madrid, y fuera de Madrid, entre los aficionados que se sientan en los tendidos hay muchísima gente profundamente culta, a la que le habrá molestado tan burdo desprecio.
La realidad es muy distinta a lo que cree el hoy gestor de Las Ventas. Lo ha venido a demostrar la última encuesta sobre los hábitos culturales de los españoles. Entre los datos que aporta, que vienen a confirmar los de años anteriores, se comprueba que quienes van a una plaza de toros:
✔un 40,5% también visitan los museos, superando ampliamente a la media nacional, que es del 33,3%
✔un 65,8% tiene una apreciable tasa de lectura, mientras que la media del país se sitúa en un 62,2%
✔un 31,2% frecuentan los teatros, en tanto la media nacional baja hasta el 23,1%
✔un 40,9% asisten a conciertos, mientras que la media general se queda en un 29,2%
Y es que la concepción cultural de la Tauromaquia no se funda principalmente en el número de pintores, de escritores o de poetas que a lo largo de los siglos se han preocupado y se han ocupado de ella. Se fundamenta primariamente en constituir una actividad de creación de un arte, que es fruto del espíritu íntimo de los artistas. Con razón, la propia Academia de la Lengua no deja lugar a dudas cuando define la Tauromaquia con unas palabras muy precisas: el arte de lidiar toros.
Tiene que así, porque Tauromaquia va mucho más de ser un mero espectáculo. Como dice la ley, “forma parte del Patrimonio Histórico Español”, en el que se incluyen los bienes muebles e inmuebles, pero también “los conocimientos y actividades que son o han sido expresión relevante de la cultura tradicional del pueblo español en sus aspectos materiales, sociales o espirituales”.
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