BILBAO, 18 de agosto de 2012. Prólogo de las Corridas Generales. Casi dos tercios de entrada. Toros de Ángel Sánchez y Sánchez, deslucidos y con complicaciones, excepto el 3º bueno. Pablo Hermoso de Mendoza, palmas y ovación. Sergio Galán, ovación y ovación. Leonardo Hernández, dos orejas y una oreja; salió por la Puerta Grande.
Leonardo Hernández ha dado un fuerte aldabonazo en Bilbao, con una actuación completa y entregada, que le permitió abrir la Puerta Grande. Un triunfo tan legítimo como merecido. Es verdad que al cordobés le correspondió el único toro verdaderamente potable de todo el conjunto. Pero había que cuajarlo y Leonardo lo hizo toreando con pureza, en una lidia unida y compacta, sin dejar que se colara ni un solo tiempo muerto. Y para colmo tiró patas arriba a su enemigo con un rejonazo en la yema. Una faena de las que le reconcilian a uno con las corridas de rejones, tantas veces ramplonas y monótonas, cuando no con su punto de circense.
Y con el toro que presentaba sus dificultades, como era el sexto, volvió a estar a un magnífico nivel, poniendo ese plus que exigían las deslucidas condiciones de su enemigo. Una faena valiente, pero no alocada; vibrante, pero sin acudir a recursos populistas; una faena, en fin, de torero ya consagrado. Un triunfo que le llega, además, en el momento justo.
Como es habitual, encabezaba la terna Hermoso de Mendoza. Sin redondear una tarde notable, el navarro siempre deja momentos con interés. Quizás se dejó ir un poco con el molesto primero, pero se le vio apretar más el acelerador con el cuarto, después del triunfo rotundo de su compañero.
Sergio Galán pecho con el lote menos colaborador, ante el que se mostró batallador y decidido. Suficiente balance es que en ambos toros estuviera muy por encima de su condición.
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