Leandro, el triunfo que pudo ser y no fue

por | 24 Ago 2010 | Temporada 2010

Bilbao, 24 de abril. Cuarta del abono. Dos tercios de entrada, en tarde entoldada. Toros de El Tajo y La Reina (5º), desiguales y sólo cumplidores en presentación; 2º, 3º y 6º ovacionados. Morante de la Puebla (verde botella bordado en hilo blanco), silencio y ovación. Sebastián Castella (azul noche y oro), ovación y silencio. Leandro (gris plomo y oro, con cabos negros), 1 aviso con silencio y 1 aviso con gran ovación.
 
 
Los toros hay que matarlos”. ¿Cuántas veces se habrá dicho a sí mismo esta frase Leandro en las siguientes 24 horas a su actuación de Bilbao? Seguro que no se ha fabricado hoja suficientemente grande como para poder apuntar tantos palitos. Pero es la dura realidad del toreo. Había llegado el torero castellano en sustitución del lesionado Cayetano. Se encontró en un cartel de figuras y con toros importantes. Y para colmo le tocó en suerte un sexto animal para bordar el toreo. ¿Se puede pedir más para quien busca empeñadamente un sitio en este banquete de la Fiesta? Pues sí, hay que pedir más; hay que pedirle un buen manejo de los aceros.
 
La verdad es que Leandro había construido una faena de muleta cuajada, honda, con clase, aprovechando muy bien esas acometidas templadas y con ritmo de su enemigo. Sobre todo por el pitón derecho. Embarcando al toro desde el inicio de su galope, trayéndoselo con mimo, para rematar detrás de la cadera. Ortodoxia de la estricta observancia. Luego, lo repitió con la otra mano. Unos remates airosos y torero y, ¡ay!, media en muy mal sitio y cuatro descabellos. Adiós, muy buenas, al triunfo, que era de dos orejas y  Puerta Grande.
 
Ya en el tercero de la tarde el vallisoletano había dejado la tarjeta de visita de su buen gusto, por más que no acertara a darle la distancia precisa ni a engancharlo desde el principio de la embestida. Pero cuando se acopló con el toro surgieron serie sentidas. Faena, en fin, de menos a más. Y el borrón: cinco pinchazos y una casi entera.
 
La tarde, muy bilbaína en climatología, podía haber ido a mayores, porque Joselito trajo una muy corrida de toros, en la que destacaron, sobre todos, el ya citado sexto y el segundo, pero también ofrecía el triunfo el tercero y tenía un punto de clase el cuarto. En cambio, el primero, con buen son, carecía del mínimo de fuerzas y el quinto desentonó siempre, hasta en sus hechuras. Si hay que ponerle algún reproche vaya a la desigualdad del trapío, por más que superara el listón de lo exigible. Pero, en cualquier caso, una tarde importante para el ganadero.
 
Como en toda la temporada, había expectación por ver a Morante. Fue que no. El primero, imposible; en el cuarto algunos destellos muy plásticos, pero sin continuidad. Hay que esperar hasta que llegue el viernes.
 
A veces Sebastián Castella desconcierta. Como hoy, por ejemplo. Se encontró con un buen toro, el corrido en segundo lugar, que ofrecía triunfos; nos ofreció, en cambio, la faena de siempre, hasta en sus muletazos iniciales. Estuvo correcto y animoso, eso sí; pero el toro pedía más, hasta en la colocación del torero. En un momento se pasó de los sesenta muletazos; media hora después no se recordaba ninguno. Cumplió con el quinto, que es lo que tenía que hacer.
 
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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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