Conocidos los contenidos básicos de las dos plicas presentadas al concurso de adjudicación de la plaza de Las Ventas, no cuesta trabajo aceptar la tesis oficialista de que no se trata de una subasta. Pero a continuación todos convendremos que se le parece bastante, podría decirse que como dos gotas de agua.
La diferencia en el canon de la oferta más alta se sitúa 700.000 euros por encima de lo establecido en el pliego y se distancia de su competidora nada menos que en 695.000 euros. Pero si nos atenemos a otros epígrafes objetivos, resulta que una oferta supera a la siguiente en 430.000 euros, solo para Escuelas taurinas y derivados. Y si se mira hacia el plan de promoción y publicidad, habría que añadir a las anteriores otra partida importante, cuyo monto al final del contrato será de 2.889.178 euros.
Todo ello sin referirnos a los efectos en la cuenta de resultados de la reducción de ingresos por la bajada de precios y el incremento de gastos por el aumento del número de festejos. Al final, la propuesta de Simón Casas supera de largo a la de Taurodelta en más de 2 millones de euros/año, prorrateando en cuatro temporadas la inversión global en el plan de promoción y de publicidad y la relativa a las mejoras en las instalaciones de la plaza.
Las cuatro empresas que compiten, reunidas de a dos en dos, tienen solvencia económica y financiera para hacer frente a esos compromisos. Y sus respectivos gestores cuentan con experiencia sobrada en la organización de espectáculos taurinos. Las dudas que más bien antes que después se van a plantear radica en si las ofertas son verdaderamente realistas a tenor de la capacidad de negocio que permite la plaza de Las Ventas. Pero en eso ninguna de las dos candidaturas es nueva: Taurodelta ya lleva muchos años en los despachos de la calle de Alcalá; Simón Casas durante ese mismo tiempo ha sido el eterno aspirante y ha estudiado sus posibilidades en diversas ocasiones, aunque luego resultaran fallidas. Más: Taurodelta y Casas han trabajado juntos en Las Ventas, cuando se aliaron para el anterior concurso. Tiempo y experiencia, pues, han tenido ambos para medir los riegos que asumen.
Parece evidente que una, la de Simón Casas, irrumpe con aires de ganadora; de alguna manera rompe con todo lo establecido. Rompe en las propuestas económicas, pero rompe también en las propuestas taurinas. Pero no es menos evidente que su competidora, Taurodelta, se ha planteado la opción más conservadora de las posibles. Por más que aduzcan que ellos se atienen a las cuentas reales de estos años pasados, no se puede pasar por alto que ofertar una reducción de los precios de la localidades del 0,01% bien parece una broma, sobre todo cuando la otra plica les sorprende con esa reducción en un 10%.
Estas diferencias económicas tan apreciables sólo se suelen dar en el caso de subastas administrativas, aunque oficialmente éste no sea el caso según el Boletín Oficial. Sin embargo, si nos atenemos a la propia convocatoria se comprueba que al final el 85% de los requisitos contenidos en el pliego de adjudicación tienen consecuencias económicas. Resultan ser criterios muy objetivables, como pretendía la Comunidad; en efecto, en cuanto se refiere a la objetividad, no hay un criterio que lo sea más que el dinero, que no exige de valoración subjetiva alguna. Precisamente el propio hecho de ese 85% de condiciones basadas en lo económico, explica que se marquen diferencias de tal dimensión, como las que se dan en este caso: euro a euro, la máquina de sumar sigue su curso.
Pero, en el fondo, lo que la afición se va a preguntar es si la decisión que nazca de este concurso va a ser buena o mala, para ellos y para la propia Tauromaquia. Sería irreal pensar que habrá cambios copernicanos; puede darse más imaginación, más creatividad, incluso más promoción o mejores relaciones con el aficionado; pero los basamentos que hoy sostienen al espectáculo no permiten giros monumentales. Al fin y a la postre aquí hay una decena de toreros con interés de multitudes y otras tantas ganaderías cotizadas; romper con esta realidad para nadie será fácil. Basta comparar las programaciones que ha hecho Taurodelta y las que acostumbra Simón Casas. Sin embargo, la creatividad, no nos engañemos, en un mundo tan anquilosado como el toreo, tiene su mérito. Habrá que medir en el futuro cuáles son los grados de cambios posibles, los índices de novedades que pueden introducirse.
A efectos de los aficionados se da, eso sí, una diferencia fundamental ya remarcada antes: los Martínez Uranga se comprometen a bajar los precios el 0,01%, Casas lo cifra en el 10%. Demasiada diferencia, desde luego. Y esa diferencia está llamada a ser de modo necesario un aspecto importante para la Comunidad.
Y a partir de ahí, cada uno queda preso de sus propios actos y de sus propias palabras, que ninguno de los dos candidatos es nuevo en su oficio. Taurodelta tiene la estela de su gestión de Madrid en más de una decena de años. A Casas, que encabezaría por primera vez este burladero, es la hora de recordarle sus palabras cuando, por ejemplo, se trataba de aquellas novilladas desproporcionadas que se lidian en Madrid. Entonces dijo en mundotoro.com: “las novilladas de Madrid en vez de ser un vector de preparación para los novilleros constituyen a día de hoy un vector de destrucción masiva de novilleros y tendrían que ser un vector de promoción de la Fiesta de cara al exterior, al turismo”. Y por si no era suficiente, añadió: “Nos encontramos ante unos hechos indignos de la condición humana, que es abusar del débil a cambio de un honorario de mínimo sindical que no le deja ni para comprarse un bocadillo, en contra del interés general de la Fiesta de los toros que necesita un camino de aprendizaje para los novilleros y todo esto, con los resultados que se conocen: más sangre que triunfos”.
A partir de todo esto, que la Comunidad decida con sus criterios objetivos y con la misma trasparencia que hasta ahora. Y una vez resuelto el concurso, a no perder el compás a la hora de garantizar que todo lo ofrecido se cumpla. Al final, remedando el refrán, “a quien Cristina Cifuentes se la de, la afición se la bendiga”. Y el aficionado lo disfrute.
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