El matador de toros vallisoletano Roberto Domínguez arguyó tres razones para haber aceptado el homenaje (“algo hacia lo que soy especialmente arisco”) que le ofreció el Club Cocherito de Bilbao en el transcurso de su almuerzo anual y en reconocimiento a su trayectoria profesional en la Plaza de Toros de Vista Alegre, de Bilbao. La primera de esas razones era la dimensión histórica del propio Club “que ha trascendido en el tiempo a la existencia del torero que le da nombre, cuando son muchas las peñas y clubs taurinos dedicados a toreros que desaparecen cuando se apaga su estrella”.
![]() |
Robero Domínguez firmando en en libro de honor |
La segunda razón tiene mucho que ver con el propio coso bilbaíno y su afición “con los que siempre sentí una cierta afinidad a pesar del miedo que pasaba en esta plaza. Porque hablar de la plaza de Bilbao son palabras mayores”. La tercera y última era una lección para sus propios hijos, presentes en el acto, que resumió en un consejo que a él mismo le dieron en otros tiempos: “Habla con los que te aplauden cuando estés en lo alto porque necesitarás hablar con ellos cuando esté abajo”.
Texto íntegro
El texto ìntegro del discurso pronunciado por el diestro vallisoletano es el siguiente:
"Los que me conocen más, saben lo reacio y hasta arisco que me siento para aceptar estos actos, sobre todo cuando se habla de mí, por eso me es necesario confesarles los tres motivos principales por los que estoy aquí aceptando el recuerdo que ustedes me brindan.
El primero es quién me lo brinda. El Club Cocherito de Bilbao, historia viva, labor social, beneficencia demostrada en varias ocasiones y que dice de una solera y una importancia importantísima, valga la redundancia.
Simplemente recordar que a la sombra de una figura del toreo nueva nacen, se multiplican las peñas, los clubs, asociaciones con las misma fuerza que aparece la figura, pero posteriormente estas peñas, clubs y asociaciones se diluyen de la misma manera que el torero pierde fuerza o termina en el olvido. El vuestro no. El torero Cocherito de Bilbao fallece 18 años después de la fundación de su Club y ustedes se siguen reuniendo, ya van para 106 años. Eso dice de la importancia y la solera de este Club.
El segundo motivo tan importante es, la afición de Bilbao. Bilbao para mí ha tenido profesionalmente un significado muy especial La Feria de Bilbao son palabras mayores en el mundo del toreo. Toros grandes, hierros legendarios, toros serios, como su afición.
Mucho miedo he pasado aquí. Miedo que en algunas tardes no he podido sacudirme porque me atenazaba entre las cuatro paredes de la habitación donde me vestía de torero para torear en la plaza de Vista Alegre.
Debuté aquí, como ya se ha dicho con una corrida de Pablo Romero y no es difícil encontrar mi nombre colgado en algún cartel para enfrentarme a toros de Miura, Conde de la Corte, Clairac etc, etc …
Cuando ví el cariño y el respeto con el que los aficionados de aquí me saludaban por las calles cuando yo venía a torear los últimos años en la década de los noventa o cuando venía posteriormente a presenciar una corrida de toros o últimamente acompañando a El Juli, cuando ví ese saludo tan cariñoso y respetuoso llegué a pensar que solamente era por mi determinación por decir siempre sí a torear en Bilbao sea cual fuese el compromiso. Me di cuenta con el tiempo que muchas veces es más importante ser que estar. Aunque no se produjera muchas veces el éxito popular, sé, como dice Carlos, que yo caí en el recuerdo siempre del aficionado de Bilbao.
Y el tercer motivo, tan importante como los demás son mis hijos, Victoria y Roberto.
Victoria y Roberto nacieron ajenos al ajetreo del toreo. Ajenos a las dudas, a los miedos, al sufrimiento, al triunfo, a la fama; y aunque son muy jóvenes ya tienen capacidad para entender por qué están aquí hoy. Porque su padre siempre saludó y distinguió a Bilbao de entre todas las plazas del mundo. Porque Bilbao le alentó cuando podía ser, le esperó cuando no era y le aplaudió cuando fue. Bilbao fue muy importante en mi vida y desde aquí quiero decir que en esta época en la que el toro, Quijote vapuleado ahora por la incomprensión, los falsos proteccionistas y por cierta política cobarde y torticera, quiero gritar que me siento bien por haber pertenecido al mundo del toro, que lo soy todo gracias a él y que tengo que dar gracias a Dios por haber salido ileso como torero y como persona.
Y ahora, para terminar me van a dejar que cuente una confesión, una anécdota que en alguna ocasión he comentado con mi amigo Juan Manuel Delgado, con Javier, su esposa y otros aficionados de Bilbao, a los que en alguna ocasión he contado. En mi época de ostracismo, de no encontrarme a mi mismo, de hartarme a esperar ese toro bueno que no salía, porque el bueno tiene que ser el torero, y me perdí en esas circunstancias … en la habitación del exilio tenía unas frases que leía constantemente para darme ánimos, para despertar e intentar, lo que el destino posteriormente me puso en bandeja, el éxito que conseguí; y una se esas frases decía: “cuando vayas subiendo vete saludando a las personas que vas a necesitar cuando bajes”. Yo siempre saludé con cariño y respeto a Bilbao y seguramente sea esa la razón por la que ahora desde abajo ustedes me brindan este acto".
Además de una encendida ovación de los presentes en el acto, Roberto Domínguez recibió los parabienes de quien fuera su apoderado Manolo Lozano, que envió un telegrama desde Quito, y el reconocimiento del teniente de alcalde bilbaíno y miembro de la Junta Administrativa de Vista Alegre, Alfonso Gil, quien volvió a reiterar la disposición del Ayuntamiento a consolidar y a activar la fiesta de los toros en la Villa bilbaína.
![]() |
Lleno en los salones del Hotel Carlton |
Los dos centenares de aficionados que se dieron cita en el almuerzo celebrado en el taurinísimo Hotel Carlton tuvieron ocasión de refrescar su memoria sobre la carrera profesional de Roberto Domínguez a través de un opúsculo que les fue entregado y en el que se recogen las actuaciones bilbaínas del diestro pucelano, desde su debut en un festival del Club Taurino, en 1975, hasta su punto final en agosto de 1992, con toros del Marqués de Domecq y la compañía de Cesar Rincón y Enrique Ponce. Especial mención se hace a la corrida de Miura que lidió en las Corridas Generales de 1979, junto a Manolo Cortés y El Puno, y en la que le cortó una oreja al toro “Capechero”, de más de 600 kilos.
El librito está acompañado de apuntes al natural realizados en su día por Luis García Campos y algunas reseñas de las actuaciones del maestro firmadas por Vicente Zabala, Joaquín Vidal, “Tabaco y Oro”, Antonio Petit o Alfonso Carlos Saiz de Valdivielso, entre otros.
Precisamente, Saiz de Valdivielso–homenajeado en el pasado año– fue el encargado de glosar la figura de Roberto Domínguez incidiendo en su carácter de “torero de Bilbao” y ponderando su peculiar personalidad que le llevó a tomarse unos años sabáticos para encontrarse a sí mismo como torero y “para descubrirnos que hasta el descabello, oficio de matarifes, puede tener su lado estético”.
Previo al este homenaje, el Club Cocherito de Bilbao hizo entrega de los premios que tiene instituidos: el IV Concurso Literario de Relatos Taurinos ; el II Premio a la Mejor Fotografía Taurina de la Semana Grande, y el II Premio a la Mejor Crítica Taurina de esa misma Semana. El premio literario fue para el riojano residente en Madrid, Sebastián Barranco por su obra “Torero de a pie” y le fue entregado por la presidenta del jurado, Ellen Dulau. El premiado por la Mejor Fotografía fue el reportero del diario “Deia”, Pablo Viñas, que tomó una impresionante instantánea del toro “Corderito” saltando por encima del cuerpo de José Garrido que había ido a recibirlo a porta gayola. Por fin, el analista taurino Alfredo Casas recogió el premio a la Mejor Crítica por su trabajo titulado “Vista Alegre está viva”, publicado en el diario “El Correo Español”, en el que reflejaba fielmente la bronca que la afición propinó a los miembros de la Junta Administrativa del coso bilbaíno por su deficiente gestión.
La jornada cocherista había comenzado con una misa en la iglesia parroquial de San Nicolás, en memoria de los socios fallecidos. A su término se hizo la tradicional foto de familia con el homenajeado, en cuyo honor se bailó el clásico aurresku.
Reportaje gráfico: Manu de Alba
0 comentarios