Las lecciones que deja Bilbao

por | 27 Ago 2012 | Temporada 2012

Acabó el último gran puerto del año taurino. Las Corridas Generales de Bilbao echaron la persiana. Sobre las arenas negruzcas –pero eficaces contra la lluvia que en esta ocasión no hubo–, quedan algunas lecciones importantes. La primera, que una feria de tanta tradición también ha notado en taquilla los efectos de la crisis. La segunda, que aún estando a mucha distancia de lo que vemos por esas plazas, el toro ha bajado unos cuantos escalones. La tercera, la ya sabida: que El Juli anda inmenso y que Diego Urdiales está hecho un torerazo de los pies a la cabeza.

Han sido ocho días intensos, nueve si sumamos el prólogo ecuestre. Bilbao ha rebosado ambiente taurino por los cuatro costados, más que lo que luego se pudo apreciar por las entradas. Las actividades parataurinas se multiplicaban por obra y gracia de los clubs taurinos de la Villa. Las tradiciones se mantuvieron en su sitio, con toda esa parafernalia tan bonita que rodea a cuanto ocurre en Vista Alegre.  En el fondo, y con todos los peros que se le quieran poner, un oasis en el momento presente de la Fiesta. Y en la ciudad más importante del País Vasco.

Una buena organización

Por lo pronto, se partía de la base de la buena organización que a medias realizan la Junta Administrativa y su gerente, la Casa Chopera. Bilbao es un ciclo ferial predecible, sin esas sorpresas que uno vive en otras ferias. Todo discurre de acuerdo con el guión escrito.

Esta agradable realidad toma causa, principalmente, de dos cosas: que cada año nada más concluir la feria los responsables de las Corridas Generales comenzarán a trabajan en la siguiente edición y que la idiosincrasia de esta Plaza se mantiene viva. Parecerá que son cosas marginales, pero no. La solemnidad de los apartados mañaneros, el esmero en el cuidado el coso, la implicación de las instituciones públicas –el Ayuntamiento y su alcalde, sobre todo–, el índice de participación de los aficionados en las actividades que se montan en torno a la Fiesta…. Todas esas cosas luego repercuten en que a Bilbao se venga tan a gusto cada mes de agosto. Y este año, pese a la crisis, han sido muchos los visitantes que optaron por este destino.

No hay que ponerse trascendente, pero qué duda cabe que todo ello repercute en la vida de la Villa y en su economía. Para quienes desarrollan actividades económicas será un respiro; para los aficionados, un signo de tranquilidad en el futuro, del que hay que alegrarse.

Bajó el público

Pero, ¡ay!, bajó el público asistente. En unos días habrá los datos exactos, que los organizadores suelen hacer un balance temprano de lo que ha pasado. Los primeros datos, según el diario "El Correo" apuntan a que este año hubo 12.000 espectadores menos y la recaudación se redujo en 400.000 euros; no se lllegó a perder dinero, pero si se plantea una situación muy delicada, tanto como para que en la Junta de la Plaza se esté sopesando reducir en un festejo la programación de 2013. Hay que tener en cuenta que ya con las dos corridas extraordinarias de junio se produjo un gran "batacazo" económico, pese la calidad de los carteles. En cualquier caso, ya la espera de los datos defintivos, ya a simple  vista tendido las entradas han sido peores que otros años, y ya el año pasado habían retrocedido. Ni un lleno, ni un solo día con problemas mañaneros para conseguir una buena localidad para la tarde. 

Si se observa la evolución de las entradas, se concluye que han ido al son que marcaba cada cartel: a más relumbrón, más espectadores. Conociendo la geografía habitual de los que siempre han sido fijos en el tendido, esto sólo tiene una lectura: debió haber aficionados habituales que en este 2012 tuvieron que renunciar a sacarse sus abonos –propiedad, le llaman en Bilbao–, para luego seleccionar determinados días para sacar sus entradas. Pura y dura crisis del bolsillo. Y luego que el espectador de ocasión, ese que acude a lo que por esto o aquello le interesa, se ha retraído en mayor medida.

Todo ello se agudiza por un factor muy habitual: las entradas baratas –que en Vista Alegre numéricamente son muchas– cuesta mucho venderlas: ya que va uno a los toros, mejor un día en buen sitio que dos en la lejanía de una andanada. Por otro lado, la ausencia ya de las comparsas en las localidades altas, aparte de dar un sosiego de ruidos, hace que estas localidades anden habitualmente casi vacías.

El consuelo mayor que probablemente queda es que este bajón en el número de espectadores ha sido menor que en otras plazas. Lo cual en épocas de crisis no es pequeño consuelo. Quiere decir que cuando la situación económica se recupere, las cosas podrán volver a su cauce.

Bajó el toro

Sigue siendo, en términos comparativos, el “toro de Bilbao”, pero negaríamos la evidencia si no constatamos que en 2012 ha bajado el nivel torista de la feria. Y no tanto por la selección de las ganaderías, que más o menos se mantienen estables entre doce y media de camadas, sino porque lo que hay en el campo es lo que es. O más propiamente, porque los cambios que introducen los criadores, tanto en sus criterios como en la propia crianza, conduce a esos caminos.

No es nuevo. Ya pasó en Madrid y en buena parte de los sanfermines, sin ir más lejos. Pero hay que llamar la atención: si vamos desposeyendo poco a poco de sus características propias al toro de Bilbao, acabamos donde no querríamos ir.

Bajó en presentación, pero también en juego. No cabe duda que para el desolladero se fueron algunos toros de triunfo. Eso resulta inevitable. Pero la media de lo que vimos estuvo más baja de casta y bravura de lo esperable.

Visto lo visto, sin duda la Junta Administrativa no tuvo otra opción que conceder el premio a la corrida más completa a la de Jandilla, que fue la más pareja en juego y toreabilidad, pero a la que le faltó ese punto de casta que pone en valor los triunfos. Se quedó muy lejos, por ejemplo, de las corridas de Alcurrucen que se premiaron en 2010 y 2011.

Más discutible puede ser el Premio Club Cocherito al toro más bravo. Y no por error del Jurado, ni menos que porque ese 6º toro de “El Pilar” no se lo mereciera, siempre en términos comparativos con los demás lidiados, sino por la forma de votación que hubo en esta ocasión. Como se abrió la decisión a los votos vía internet de los aficionados, salió perjudicado ese buen 5º toro de Victorino Martín lidiado el domingo, pura y simplemente porque tan sólo había muy pocas horas para emitir el voto, mientras que para los demás se contaba con varios días.

Entre El Juli y Urdiales

Amén del aldabonazo que dio el rejoneador Leonardo Hernández, triunfos rotundos, incontestables, hubo dos: los de “El Juli” y Diego Urdiales. Dos triunfos muy diferentes, pero los dos verdaderos.

“El Juli” está ella en otra órbita. No resulta fácil encontrar otro caso de tanta afición y tanta ansia de triunfo como el del madrileño. No sé si espoleado por las contradicciones gratuitas que ha sufrido por parte de algunas empresas, o por la causa que fuere. Pero la temporada del madrileño no puede rayar a más nivel. Y en eso Bilbao no ha sido una excepción. Se le vio pletórico, cada día con una técnica más depurada y un mejor sentimiento del toreo. Discutirle hoy el mando del escalafón es como negar la evidencia.

El otro punto álgido lo puso Diego Urdiales, que si ya estuvo en un gran nivel con los de Fuente Ymbro, con la de Victorino anduvo soberbio. Incluso sin haber podido puntuar en Sevilla y Madrid, anda en un momento espléndido y torea menos de lo que le correspondería, eso sí mayoritariamente en las ferias de primer orden. Bien podría decirse que es víctima de la reducción del número de festejos: anclado sólo en las corridas duras, tiene cabida en los grandes abonos, pero no le quedan hueco en los demás.

Tarde también muy importante la de Miguel A. Perera, que reivindicó con firmeza su carrera y su momento. Y meritorio el paso por Bilbao de Iván Fandiño. Son las otras dos notas descollantes, junto a esa nueva actitud de Antonio Ferrera, que ha sorprendido. Más a medias estuvo David Mora, que debió estar mejor; un escándalo de valor sereno el de Jiménez Fortes; desigual Talavante y a medio gas el homenajeado Enrique Ponce.

Y lo de don Matías

Tiene un nivel de protagonismo innecesario e impropio, hasta el punto de que hoy es conocido en toda la geografía taurina. La autoridad está para ejercerla, no para pasearla continuamente. Por eso, don Matías ya empieza a estar discutido por su labor en el palco presidencial. No ha tenido la firmeza y la unidad de criterios antes y en la corrida. Y en ocasiones tampoco la compostura: por mucho calor que haga, a ese sillón no se puede ir con la corbata por la mitad del pecho y la camisa desabrochada.

Javier Villán ya ha escrito, con buen tino, que tanto tiempo seguido en el cargo desgasta y mucho. Resulta inevitable. Por más que las cosas discurran por cauces naturales, los hábitos menos recomendable se acaban por hacer habituales.  Con todo, tampoco hay que magnificar a don Matías. Pese a todo mantiene un nivel digno y no es bueno andar toqueteando a tontas y a locas las cosas de los Palcos presidenciales, que aspirantes tienen muchos, pero personas idóneas menos.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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