Este es el guión de mi intervención en Tribuna Diálogos desde la Unión, en la cual se propuso el debate El PENTAURO a Examen. Tribuna que estuvo organizada por la Unión de Abonados y Aficionados Taurinos de Madrid y el Aula de Tauromaquia de la Universidad San Pablo C.E.U. La mesa de conferenciantes, moderada por Rafael Cabrera Bonet, estuvo formada por tres periodistas especializados en información taurina, Emilio Martínez, Sixto Naranjo y quien firma este texto; Yolanda Fernández, presidenta de la Asociación El Toro de Madrid, y José Luis Moreno-Manzanaro y José Ignacio de Prada, presidente y secretario general de la Unión de Abonados Taurinos de Madrid, respectivamente. El acto se celebró el 6 de marzo de 2014 en el Aula Magna de la Facultad de Derecho de la Universidad San Pablo, de Madrid.
Añadir, a día de hoy, que, por desgracia, prácticamente todas las preguntas que hice al PENTAURO están siendo contestadas “por” el tiempo, convirtiendo su interrogación en una afirmación de la misma. Esta fue mi entrevista al PENTAURO.
Quisiera compartir mis reflexiones sobre el PENTAURO (Plan Estratégico Nacional de Fomento y Protección de la Tauromaquia), esperando que muchas de ellas, al término de esta tarde, hayan sido enriquecidas por todos ustedes y acaso llevarme algo más de luz.
Mi primera lectura de los 51 folios fue del tirón, no sé si no encontré lo que esperaba o encontré lo que no esperaba. Hice una segunda lectura de mayor análisis y anotaciones y hasta una tercera que derivó en el verbo desmenuzar.
Parto de un reconocimiento al esfuerzo y al trabajo realizado, tanto administrativo como sectorial. Continúo considerando lo ambicioso del proyecto y su posible gran trascendencia contemplando a la tauromaquia como patrimonio cultural y como importante sector económico. Se han dejado caer, sin profundizar en absoluto, consideraciones sobre la calidad del espectáculo, la defensa de los encastes y el análisis y satisfacción del espectador; ha sabido a poco pero han hecho diana, cada uno llevará clavado su correspondiente dardo.
Y, para muestra, un botón. He aquí algunas perlas del PENTAURAO que han “tenido que firmar”, y por lo tanto aceptar, confesar, etc. todos los sectores de la Fiesta. Ya lo tenemos por escrito.
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“La mengua paulatina del poder del toro y la reducción de la diversidad de encastes en la ganadería brava, que puede originarse por cambios en sus condiciones zootécnicas, que inciden en la calidad y en el desarrollo de la lidia, RESTANDO EMOCIÓN E INTERÉS AL ESPECTÁCULO Y, EN CONSECUENCIA, ATRACTIVO PARA LOS AFICIONADOS”.
“Disminución en la asistencia de público en general, DEBIDO TANTO A LA PÉRDIDA DE CALIDAD DEL PRODUCTO QUE SE OFRECE AL ESPECTADOR como al encarecimiento de las entradas”.
“… la emoción y el riesgo… SI A LA TAUROMAQUIA SE LE PRIVA DE ESTE COMPONENTE…”
“La posible falta de INTEGRIDAD y emoción que caracteriza en los últimos tiempos a algunos espectáculos…”
Como digo, una simple selección. A partir de aquí, debates seguirá habiendo; debates que durarán lo que se tarde en leer y/o repetir lo arriba escrito.
Un interrogante me asalta antes de empezar la entrevista: ¿Realmente, la Administración estaba pensando en la tauromaquia y en un proyecto globalizador o se ha visto obligada a dar una serie de pasos por la aprobación de la ILP (recordemos muchos meses aparcada) y sus consecuencias? (Véase nueva Ley de la Tauromaquia como Patrimonio Cultural). ¿Responde el PENTAURO a un interés real por la tauromaquia o a un interés y/o justificación política y/o de imagen?
Deseo recordar aquí que se ha perdido casi la cuenta del número de años que ha estado sin reunirse la antigua Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos (1998). No la convocaba la Administración, pero sus miembros tampoco, y cito textual lo que se estipulaba para esto último: si “así lo acordaran por unanimidad”. La última palabra, unanimidad, lo dice todo en esto del toro.
Pero el caso es que el Gobierno ha respondido y ha cumplido, más o menos obligado.
Y, aunque nunca conseguiría una respuesta honesta, empecemos con la entrevista al PENTAURO:
– Dado el absoluto estado de intereses encontrados que existe en esto del toro, ¿todos aquellos que han acudido a las reuniones representaban a una entidad con afán de trabajo, o bien han luchado por hacerse sitio a codazos y por un “yo tengo que estar aquí”?
– ¿Hay un interés real por trabajar o el interés es el de estar sentado en las comisiones para enterarse de lo que pueda decir el que tiene enfrente?
– ¿Regula el Plan los intereses particulares de cada sector?
– ¿Se han llevado a cabo elecciones oficiales de los representantes de los diferentes sectores profesionales? ¿Cómo ha llevado a cabo el Ministerio la elección de los representantes de cada sector?
– ¿Va a suponer el Plan una renovación del sector? ¿Resuelve el inmovilismo?
-De los 45 grupos de trabajo (algo inaudito, me pregunto cuántas horas, días, semanas o meses tardarán en llegar a los futuros acuerdos, si llegan…), la representación de los aficionados solo figura en dos de ellos: comunicación y estadística. ¿Para qué quieren al aficionado, para hacer encuestas en las galerías de las plazas de toros y para recoger firmas?
– Bien, esto es para la Administración la presencia del aficionado, del espectador, pero ¿qué presencia tiene el ciudadano?
– Abro un paréntesis para decir que prácticamente todas las competencias están en las autonomías. Espero que cada una de ellas contemple en sus presupuestos generales y en sus agendas las 45 reuniones, digamos como mínimo anuales, es decir, casi cuatro al mes, una por semana. Y dicho esto último, si las competencias están en manos de los gobiernos autónomos:
¿Qué van a poder hacer realmente el Ministerio de Cultura y/o la Comisión Ejecutiva de Asuntos Taurinos?
– Continúo con los aficionados. Se les define simplemente como “los últimos destinatarios”. Bien, pues también explicar de manera simple que son los que sustentan la Fiesta, y si hay que utilizar la palabra “último”, aquí está: son los que tienen la última palabra. Si no van a la plaza, no hay Fiesta, ni tauromaquia, ni cultura, ni economía. Aún no se han dado cuenta de que estamos asistiendo a ello. ¿Este ha sido el análisis del que hablan los primeros folios del plan?
– Y vuelvo a las 45 comisiones:
¿Qué criterios se van a seguir para formar estos grupos de trabajo?
– Se habla de “la calidad del producto”. Y exactamente, ¿qué?: ¿Toro? ¿Carne? ¿Bravura? ¿Selección de todos los profesionales? ¿Autenticidad de la lidia? ¿Autenticidad del espectáculo?
– ¿Resuelve el Plan lo esencial, la falta de calidad del espectáculo, su integridad, su emoción (palabra esta última que simplemente cita como de pasada) y su revitalización?
– ¿Resuelve la situación de las ganaderías en el campo y en los carteles?
– ¿Resuelve la situación de todos los matadores en los carteles y en las ferias?
– Se habla de la competitividad:
¿Se les ha olvidado, por ejemplo, abrir un apartado de matadores, novilleros, picadores y banderilleros ganándose los contratos según actuación?
– ¿Qué organigrama de la Fiesta ha hecho el PENTAURO? ¿Este que tenemos ahora, un organigrama que nunca debió perder su horizontalidad y que hoy se muestra con una verticalidad tal que aplasta con su peso al aficionado que ha quedado casi bajo tierra?
– Y tocamos otro capítulo importante:
¿Resuelve el Plan la necesidad de una mayor autoridad? Por ejemplo, ¿va a abordar ese tema de las “reseñas” de toros en el campo, rodillo que pasa por encima de ganaderos, veterinarios, presidentes, empresarios y aficionados?
– ¿Obligará el Plan a crear un órgano y una única voz consensuada en esto del toro? ¿A la tercera puede ir la vencida, tras la CAPT (Confederación de Asociaciones Profesionales Taurinas) y la Mesa del Toro?
-Cita en una ocasión la palabra “transparencia”, haciendo referencia a lo empresarial.
¿Y el resto de sectores? ¿Y la propia Administración? ¿Resuelve el Plan la transparencia taurina en toda su extensión?
(Y hablando de transparencia y/o “buenas prácticas”, se adentra el PENTAURO en el nítido mundo de las adjudicaciones y concursos de licitación de plazas de toros. Tomemos asiento y esperemos ver a la Comunidad de Madrid, con el paquete de folios del Plan en la mano, aplicando sus mandamientos cuando en el 2016 salga de nuevo a concurso la Monumental).
– ¿Se llegará a buen término con una nueva Ley de la Tauromaquia? Porque la realidad es que este PENTAURO no descubre nada nuevo, enumera y ordena lo evidente y de manera incompleta, solo es una relación de enunciados, de buenos deseos y voluntades, de objetivos (más teóricos que prácticos, más utópicos que reales). Acaso un catecismo de buenas intenciones y allá cada uno con su conciencia. Una catequesis a la que asisten y que confirman todos los sectores taurinos cuando están sentados en la mesa del Ministerio de Educación y Cultura, un Plan que muchos sectores han aprobado porque estaban hablando con un ministro, para negar y renegar en cuanto pusieron un pie en la calle de Alcalá.
¿Por qué han aprobado entonces el Plan?
– El “informe” —palabra en la que se insiste en sus primeros párrafos— presenta, además, muchos juicios de valor que no se han justificado y/o documentado, derivando en falta de imparcialidad o insinuándonos arbitrariedad dirigida o direccionada.
¿Cómo se ha llegado y por qué a esos juicios de valor?
– El PENTAURO es también una advertencia —llega tarde— sobre el futuro de la tauromaquia.
¿Son sus folios de obligado cumplimiento?
-Como la respuesta es no:
¿Se pasará de la teoría a la práctica y se llevará hasta el final?
¡Y la mejor de todas! (pregunta)
¿De verdad que aquellos sectores taurinos que han sido la causa de haber llegado a esta situación en la tauromaquia van a ser los que ahora lo solucionen porque tienen un “plan”?
– Por parte de la Administración:
¿Será un “aquí lo tenéis y ahora dejadnos tranquilos”? ¿Conoce el Ministerio la verdadera realidad de la Fiesta?
– Por parte de los taurinos:
¿Será un “pues, hala, ya está hecho y ya sabéis que no queremos intervencionismo”?
– ¿Está dispuesto a seguir luchando el aficionado? ¿Le quedan fuerzas y ganas suficientes? Porque está abandonando las plazas de toros en una especie de insumisión espontánea que solo lo da la propia racionalidad.
-Identifica el PENTAURO la crisis del sector con su propio funcionamiento interno y con la crisis económica.
¿Crisis económica? Sí… (hay que esbozar, digamos, una ligera sonrisa) ¿Esa que hubo en España después de una guerra “incivil” y “Manolete” llenaba las plazas aunque subiera el precio de las localidades?
– ¿No será que al aficionado no le interesa este espectáculo que ahora está viendo? No el de La Fiesta, sino el de “esta” Fiesta. (El propio PENTAURO lo apunta en su página 15). ¿Ha abandonado el aficionado o han abandonado al aficionado?
– No encuentro, sin embargo, en el PENTAURO que el Estado reconozca que haya tenido gran responsabilidad en este desbarajuste; habla simplemente de una “omisión”. Les pregunto a sus autores:
–¿No la ha habido? ¿No la hay? ¿Algo más que añadir?
Y ya concluyo. Una cosa es lo que se ve en el papel, en los 51 folios del PENTAURO, y otra muy diferente —que los desparrama por el suelo— las noticias que, día tras día, generan muchos sectores de la Fiesta y que casi confirman tanto la imposibilidad de consenso y de progreso como el suma y sigue de este principio del fin.
Mis dos últimas preguntas:
– ¿Qué va a hacer la Administración con este Plan si los aficionados no van a las plazas?
– La cultura taurómaca sobrevivirá, pero ¿sobrevivirá también el espectáculo?
Finalizada mi intervención y la de mis compañeros de mesa y de tarde, algunas fueron las anotaciones que tomé, unas en forma de nuevas preguntas y otras como afirmación, de los muchos asistentes al acto.
De ellas dejo constancia como enriquecedor apéndice:
– ¿”Les” tiene que decir un ministro cómo tiene que ser el toro?
– Que el ministro lidere este PENTAURO y no lo deje en manos de los taurinos.
– No han sabido aprovechar las oportunidades que se les ha dado (en referencia a todos los sectores).
– El PENTAURO refleja la incapacidad de todos los sectores del toro que hasta hoy no han podido y/o no han sabido.
– ¿Plan? No es un Plan. No hay presupuestos, no hay plazos, no hay partida asignada, no hay medios, no ha costes de ejecución.
– El gran olvidado en el Plan es el toro.
– Mejor tener un Plan que no tener ninguno.
– No hay un soporte organizativo, como tal.
– Se vuelve al punto de partida en cuanto a las autonomías.
– No es plan, es una declaración de intenciones, no tiene calendario.
►Intervención en “Tribuna Diálogos desde la Unión”. El PENTAURO a Examen. Unión de Abonados y Aficionados Taurinos de Madrid
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