La variada riqueza de la cartelería taurina

por | 18 Dic 2012 | Las Artes

En ocasiones, las nuevas fórmulas de la cartelería taurina han tenido un punto de polémica entre los aficionados, quizás demasiado aferrados a lo que más propiamente es una lámina para reproducir una estampa tradicional del toreo. Ocurrió, por ejemplo, en Sevilla con el cartel rompedor que Miquel Barceló confeccionó para la temporada de 2008.

Es evidente que Barceló arramplaba con las formulas tradicionales. Sin embargo, no era eso lo más relevante. Por más que no fuera del agrado de los aficionados tradicionales, lo importante es que un gran de la pintura contemporánea se acercaba a la Fiesta. Eso es lo que verdaderamente enriquece al arte taurino.

De este acercamiento se tienen numerosas muestras a lo largo del tiempo, sobre todo a partir del finales del siglo XIX. Pintores ilustres que ocasionalmente se asoman a un ruedo para plasmar una de sus obras. Frente a ello, lo que podríamos considerar como la ortodoxia taurina pasa a un segundo término, para cobrar un mayor valor los aspectos propiamente pictóricos.

Con esta iniciativa de la Real Maestranza de abrir el mundo de la cartelería taurina a artistas universalmente reconocidos, no hace sino retomar lo que es más que una tradición: aunque con anterioridad ya se localiza, el marqués de Tamblantes en su célebre “Anales de la plaza de toros de Sevilla” adjudica a la Real Maestranza la elaboración del primer cartel como lo conocemos hoy y lo fecha en 1761. Otros, en cambio, datan el primer cartel de 1737, referido a la misma Sevilla.

Unos datos históricos

Como explica Begoña Torres, acreditada estudiosa en estos temas,  en los comienzos la ilustración solía manifestarse como secundaria en comparación con el texto, aunque manteniendo siempre una cierta relación de dependencia con respecto a él. En aquella etapa inicial, la ilustración habitualmente se componía de una grabado, por ser la técnica en aquellos momentos posible.

Pero ya en el siglo XIX se irá enriqueciendo con la inclusión de orlas o viñetas y más tarde, con al mismo tiempo que desarrollan las técnicas de artes gráficas, con dibujos a color. Y si en un primer momento tales grabados se refieren casi exclusivamente a láminas de los toreros actuantes, ya en la frontera con el siglo XX los motivos pictóricos son más de orden creativo. Obligado resulta recordar en este punto la importancia que tuvo la, la famosa Litografía Ortega, de Valencia.

Un estudioso del tema, Guzmán Urrero, adjudica a Marcelino de Unceta en 1879 la realización de los primeros carteles que pueden catalogarse como artísticos y creativos.  Sin embargo, se trata de un dato que algunos rebaten con una documentación ajustada: Francisco Bringas (1827-1853), primer costumbrista de la pintura vasca, fue también el primer cartelista de la Feria de Bilbao al asumir el encargo de hacer el cartel anunciador de las Corridas de 1853; esto es, 27 años antes que lo hiciera Unceta.

La iniciativa bilbaina

El caso de Bilbao, en cuanto se refiere a esta cuestión, es de algún modo emblemático. Son los responsables de la plaza de toros de Bilbao  quienes aportan la condición de ser la reproducción de una pintura hecha expresamente para la ocasión, a la que acompaña, en un conjunto armónico, el abundante texto sobre las corridas a celebrar. Por  eso hoy, su Museo  taurino atesora una importante colección de pinturas originales constituida por los sucesivos encargos para ilustrar los carteles. 

Que la fórmula tuvo buena acogida lo acredita el hecho de cómo de inmediato a esta formula cartelista se incorpora uno de los más celebres ilustradores taurinos de todos los tiempos: Daniel Perea, que compagina sus trabajos para “La lidia” con su obra como cartelista.

Singularizado como forma especializada de expresión artística, su apogeo llega con Roberto Domingo, considerado como el verdadero impulsor de esta fórmula, en la que desde el principio demuestra un gran dominio, hasta el punto que es el auténtico creador del género. De hecho, el camino abierto por Domingo es luego seguido por un  amplio número de pintores que han tenido una gran significación en para la pintura taurina; es el caso de Martínez de León, Juan Reus, Ruano Llopis, Antonio Casero o Luis García Campos.

Entre ambas generaciones artísticas cabe situar a una amplia nómina de pintores vascos: Isidoro Guinea, los hermanos José y Alberto Arrúe, Guezala y Martínez Ortiz, que vienen a totalizar una treintena de obras dentro de una línea modernista que rompe moldes con anteriores tópicos folkloristas. Entramos de esta forma en una nueva etapa, en la que la Fiesta pasa a ser objeto de artistas universales.

Pero tanto antes como, sobre todo, después de irrupción de Roberto Domingo, otros grandes pintores se acercaron al cartelismo taurino, si bien de forma ocasional, y en la mayoría de los casos para significar acontecimientos taurinos que por algún motivo resultaban singulares.  Es el caso de pintores como Julio Romero de Torres, Pablo Picasso, Joaquín Sorolla, Daniel Vázquez Díaz, Rafael Alberti o Pablo Picasso, entre otros muchos.

Si debe concederse a Bilbao el carácter iniciador de estas fórmulas de cartelismo taurino,  en nuestros días viene siendo la Real Maestranza de Sevilla la que ha tomado el relevo y hoy cuanta con una valiosa colección de obras.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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