La suficiencia de la torería y el empaque

por | 7 Sep 2012 | Temporada 2012

VALLADOLID. Tercera de feria. Casi tres cuartos de entrada. Toros de El Pilar, desiguales de presentación y juego. Juan José Padilla, ovación y oreja. Morante de la Puebla, palmas y pitos. José María Manzanares, ovación tras aviso y oreja.

No está siendo hasta el momento esta feria de San Lorenzo un ciclo para delirar en cuanto a lo artístico. Pero sí esta siendo un serial con más que suficientes fragmentos y elementos como para tener el alma prendido de sensaciones. Aun habiendo disfrutado de actuaciones meritorias y enjundiosas, no hemos visto todavía cuajar un toro, quizá porque tampoco hayan salido más que mitades y cuartos de toros salvo el tercero de la factoría de Moisés Fraile de esta tarde, o el remiendo de Garcigrande que debió caer en manos del Juli para ser víctima del “toreo total”, o por qué no de Morante para ser partícipe de la gracia de su inspiración cuando el de la Puebla encuentra un animal que le sirve de pareja de baile.

Hoy, con una corrida de El Pilar ramplona de presentación y juego salvo la excepción del tercero –primero de Manzanares-, tampoco se nos puso el vello de punta pero sí disfrutamos suficiente porque hubo suficiente torería y empaque.

En Padilla ha habido mucha torería. Siempre la hubo, antes y después de aquel desgraciado percance; lástima que tuviera que perder un ojo para ganar actuaciones que le permitan disfrutar como se aprecia que lo hace desde entonces, o para al menos no sufrir como antes lo hacía con las llamadas ganaderías duras. Como él dice, le ha costado un ojo de la cara llegar a poder saborear el toreo como ahora lo está haciendo. Y el reflejo de ese gozo es la torería que desprende cada segundo, cada instante, cada gesto, cada detalle. Cada ovación que saluda al romper el paseíllo como no pudo ser menos en el coso de Zorrilla. Brindó su primer toro a Feliciano López, un deportista que sin ser el mejor de su ranking sí se le ve feliz y reconoce serlo en parte gracias a lo que los toros le hacen disfrutar. Que tomen nota otros de su activa defensa y promoción de la Fiesta que bien merecía el detalle de un Padilla muy solvente –puede que demasiado,  incluso algo aseado, pero que no se nos olvide que su punto de vista es diferente–. Destacó el saludo capotero a su segundo; de las mejores verónicas por ahora de la feria, rematadas con dos medias de gracejo jerezano. Inmenso en banderillas, cantando a la pureza del tercio, con pares de poder a poder, de los de verdad, sin la mentira del lucimiento fácil. Aunque más discreto en la muleta, pero suficientemente artista con un lote sin movilidad frente al que fulguró su toreo de amor propio. Ese amor propio que le convirtió en héroe.

También fue suficiente el empaque de Manzanares. El de su toreo y el de su sonrisa. Tiene al público conquistado. Llegó a la plaza con 30 minutos de antelación para tirarse 20 firmando autógrafos y haciéndose fotos. Qué tio tan sencillo y tan cercano, tan amable y cariñoso. Y tan inteligente para elegir una cuadrilla que le hace tan bien las cosas y que ya no es noticia por tener que saludar el tercio de banderillas montera en mano, como ayer y como hoy. Porque todos comparten el concepto del toreo, el del temple y el empaque. Faena muy interesante al primero, al que rápido se sacó a los medios. Toro bravo que se arrancaba desde lejos a la muleta del alicantino que acertó dándole mucha distancia. Qué dominio de técnica para esconder la pulcritud de su toreo y convertirla en sublime belleza. Ligazón y repetición en dos series con la derecha, una con la izquierda, otra más con la derecha y el toro se seguía viniendo desde lejos entregado al pulso de las muñecas de Manzanares y el juego prestidigitador de los vuelos de su muleta. Otra serie al natural, y otra con la diestra, y qué pena que lo pinchara recibiendo, pero aun sin trofeos, fue más que suficiente tanto empaque. Porque el empaque es belleza. Aunque sí hubo premio en el sexto, aun siendo una faena menos intensa; mismo argumento con menos toro y series aplaudidas a su término pero mudas de olés intermedios, prueba de que la emoción no llegaba, hasta que tuvo a bien buscarla con unas manoletinas inusuales en él como cierre de faena. Estoconazo al volapié y oreja.

Y aunque con Morante el inconformismo es el mayor defecto de los públicos tanto críticos como partidarios que presencian sus actuaciones, para la inmensa mayoría fueron suficientes sus pinceladas de torería y empaque, porque el de la Puebla hace de ambas una divina mezcla. Cierto que hubo quien le dedicó los habituales abucheos cuando Jose Antonio decide abreviar con un oponente como ocurrió con el sexto, que se negó a embestir y se encontró la negación a torearlo de Morante como respuesta. Hace bien, porque su propuesta no es justificarse sino buscar la pureza, y para eso hace falta un toro. Y ese quinto de la tarde ya de salida no tenía intenciones, ni malas ni buenas. Y aun con eso fue suficiente el arrebato con que roneando lo saludó a la verónica haciendo que los oles de la plaza sonaran roncos. Arrebato prolongado con unas chicuelinas marca de la casa rematadas con una serpentina, ese recurso tan simple que sólo él sabe dibujar tan lleno de torería. Pero es que además ya había habido suficiente con el primero de su lote. Un toro que apretaba para adentro y por el pitón izquierdo se metía peligrosamente poniendo en varios apuros al de La Puebla y su cuadrilla. Ese sí que estaba para no querer verle y haber aliviado, lo cual no hubiera sorprendido a juzgar por el rumrum que se levantó en la plaza previo al inicio de faena. Pero apostó Morante con la muleta comenzando doblándose lleno de torería con aire reivindicativo. Y de seguido ciñendo la barbilla al pecho con los riñones encajados para despertar a las musas con su toreo en redondo a pesar de la falta de chispa de su oponente. Toreo de seda. Empaque a cámara lenta. Baile de cintura. La danza del “zoplo”, como llamaba De Paula a la torería natural del de La Puebla. Sobraba hasta la música y la luz del sol. Porque fue breve, pero parecía toreo de salón bajo la luna. Breve pero suficiente. Y sólo faltó la rúbrica de la tizona.

Es lo que tienen Padilla, Morante y Manzanares. Que aun sólo el verles andar es suficiente para pasar por taquilla por darle el gusto y el capricho al alma de ver semejante empaque y torería. 

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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