El miércoles se presentó la segunda feria de San Isidro de la época Plaza 1 que, en lo que se refiere a carteles, es la época Casas. Y, en línea con lo que hemos ido sabiendo, es una feria de un nivel muy bajo. Un bodrio. Hay carteles rematados, aunque pocos, y hay ganaderías y toreros interesantes sueltos, sólo faltaba en treinta y cuatro tarde (¡treinta y cuatro!). Pero es que, además, estamos hablando de la feria más importante de la primera plaza del mundo.
En el análisis de la presentación de Taurología se decía muy acertadamente que no mejora al anterior. Y se referían al año pasado, su primera feria. Yo envido más: no superan ni a los de los anteriores gestores. Más de lo mismo, cuando lo mismo era muy malo. Una decepción para los que pensábamos que el cambio podía ser para bien. A mí el primero, sí, que no tengo que esconderlo.
Y es que todo lo que venía a cambiar, para mejor se entiende, el productor se ha quedado en la revolución de la sonrisa. La que ha debido tener durante el rato que ha estado confeccionando los carteles. Y la sonrisa que se le debió quedar allí cuando se hicieron públicos. “Ea, ahí lo tenéis. A ver si os pensabais que después de tantos años detrás de esta plaza yo iba a hacer algo diferente”. Todo palabras bonitas y ferias del montón. No iba Juan Mora muy desencaminado; un poco exagerado en lo de que cumpliera la mitad, quizás.
La revolución de la sonrisa que se te queda mientras te ríes de los aficionados.
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