La realidad es tozuda, aunque algunos miren para otro lado

por | 29 Ago 2014 | Punto de vista

La realidad es tozuda. Pero parece que la falta de reacción lo es aún más. De un tiempo a esta parte, desde hace demasiado tiempo, la boyantía o no de las taquillas camina bastante por su cuenta, sin que en una mayoría de los casos quienes se anuncien en los carteles tengan efectos notables en taquilla en una mayoría de los casos. Sin embargo, los protagonistas prefieren mirar hacia otro lado.

Como una “gesta”, que ya a cualquier caso se llama “gesta” en el toreo, se ven las caras El Juli y Fandiño en Bilbao con la corrida de “La Quinta” y ni siquiera llegan a los dos tercios del aforo cubierto. Días después, Ponce, Morante y Manzanares se anuncian juntos en Linares por su feria y la taquilla sólo vende tres cuartos del billetaje. Hay que reconocer, lisa y llanamente, que en estos momentos sólo un torero garantiza el impacto real en la taquilla y se llama José Tomás; los demás están en un “ya veremos”.

Pero si esto fuera poco, seguimos en la dinámica que las figuras copen los carteles de plazas de segundo orden, esas que siempre estuvieron reservadas para los toreros nuevos que se van haciendo. Y pese a todo, aquí no pasa nada. La cosa es copar fechas, en tiempos de sequía.

Frente a esta realidad, observamos otra no menos preocupante. Los aficionados nos pasamos el día pidiendo que se les abra paso a esos toreros que han comenzando a destacar. Luego en la plaza tales reclamaciones tan sólo se convierten en un cuarto de la entrada: ni quienes lo piden acuden luego al tendido.

Y en esta misma línea, para salvar la cara en las taquillas quienes se consideran figuras prefieren no abrir en nada sus carteles, sino actuar juntos y en unión, ocupando las fechas que en teoría pueden ser más propicias para el espectador de ocasión, que a la postre es quien decide cuál va a ser la entrada del día. No hace tanto años, en cambio, las empresas hacían lo contrario: aprovechar los días más difíciles para anunciar a las figuras, de forma que ellas se encargarán de arreglar la taquilla y tirar hacia arriba en la recaudación.

Esta forma de proceder, que se ha convertido en un uso habitual y diario, camina emparejado con lo que bien podríamos considerar como una completa ausencia de realismo en los repartos del dinero. Resulta comprensible que quienes se visten de luces, y arriesgan sus vidas y su prestigio, traten de conseguir una compensación proporcionada. Pero una cosa es esa y otra bien distinta mantener posiciones que no se corresponden con la realidad económica.

Cuando un negocio entra en crisis, y así ocurre en la Fiesta en el orden económico, quienes participan de él –todos, no sólo el empresarios que lo promueve– se replantean los números y se readaptan a la nueva situación. Su objetivo no es otro que salvar el propio negocio, para que dure en el tiempo. Luego, cuando lleguen etapas de mayor bonanza, las aguas volverán paulatinamente a su cauce natural.

Sin embargo, en la actualidad se observa como ese “apretarse el cinturón” en el fondo sólo incumbe a los que ya lo tenían más que apretado, a quienes tienen que buscar fechas, incluso en los límites legales, para poder abrirse camino. Pero nadie les reclama a tres de los que mandan cuando lo que han producido en la taquilla es un tormenta.

Más preocupante aún resulta que, entre otros motivos por esta cerrazón, tal “apretarse el cinturón” se aplique a quienes vienen más afectados por la crisis:  el sector ganadero, impelido por las circunstancias de casi supervivencia a vender, incluso a pérdidas, para obtener la liquidez necesaria que exige el mantenimiento de la cabaña de bravo.

Con esa ceguera de no querer ver la realidad entramos, además, en una dinámica que se adivina insoportable: los actuales precios de las localidades son inasumibles por las economías familiares, pero también las empresariales, que con su costumbre de regalar entradas han mantenido muchas ferias. Cuando hay una veintena de espectáculos, la mayoría hasta gratuitos, en competencia, una tarde de toros no puede ponerse en 200 euros. Eso raya en un lujo que muchos, familias y empresas, pueden permitirse en contadas ocasiones. Precisamente por eso los abonos han entrado en barrena, como se ha visto recientemente en Bilbao.

Ante este cúmulo de circunstancias, lo han dicho muchos taurinos hasta la saciedad, por más que sus palabras caigan en el vacío. La Fiesta necesita de una fuerte dosis de racionalización, para que cuanto tiene de actividad económica responda a la realidad de los números actuales; lo contrario es casi suicida. Sin embargo, por más que se repita, protagonistas principales del espectáculo parecen no oír nada. Y se equivocan. Se aferran a un “hoy” que no ya no existe, ni ellos mismos son capaces de protagonizar,  olvidándose que una actividad nacida para prolongarse en el tiempo exige, primariamente, mirar hacia su mañana, garantizar que cuando cambien las circunstancias volverán los días de vinos y rosas.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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