Por lo pronto, la feria taurina de San Isidro, en Madrid, ha resuelto un problema: el de la Empresa, que ha visto cómo una y otra tarde se llenaba la Plaza, hasta llegar al "No hay billetes" en la corrida de los mluras. Nos alegramos sinceramente. Ello slgnífica que la afición vuelve a vibrar de pasión, y es en ia pasión, en la pelea, donde está, indudablemente, la salsa de la fiesta.
Otro de los aspectos interesantes es que se han lidiado toros; más o menos bravos, que de todo ha habido, pero "toros". La mayoría han pesado por encima de los trescientos kilos. Peso a caso excesivo, porque los toros con demasiada carne tienen presencia y poder, pero acaban asfixiándose. Los doscientos setenta, los doscientos ochenta seria el término justo para el toreo que ahora se estila, porque es el que gente le gusta. Tampoco menos. Establecida esta tónica, ya en la feria de Sevilla y ahora en Madrid, es de suponer y desear que se anule esa orden que parece ser que se dió a un representante en Sevilla, de que no accediese a embarcar corridas que pesasen más de los doscientos treinta.
De los toreros que han pasado por la feria de San Isidro, unos han mantenido el cartel de que gozaban: tales Pepe Luis Vázquez, con su gesto de presentarse con los miuras; Antonio Bienvenida, pundonoroso, que se había planteado la disyuntiva de "el éxito o la cama", y que, desafortunadamente, resultó herido de consideración; El Andaluz, superviviente en el mérito de la mansada de don Rogelio Miguel del Corral, y Choni, también lesionado. Algunos lo han aumentado, como Pepín Martín Vázquez, especialmente después de su faena al tercero de los mluras, y Rovira, igualmente decidido, pero más entonado y con menos aspavientos que en la temporada anterior. Si Pepe Bienvenida en un aspecto, y Gallito en otro, bajaron de tono, tampoco ninguno de los dos eran base de las combinaciones proyectadas. Y aun así, Pepe tuvo una actuacioón discreta y hasta lucida en algunos momentos, si 86 le juzga desapasionadamente en relación con los toros que le correspondieron, y a Gallito se le podía esperar demasiado, teniendo o en cuenta sus características y su desentrenamiento no sólo en esta temporada, sino en la anterior, en que toreó apenas. El mayor fracaso de Gallito fué con el estoque; mas tampoco creemos que muchos confiasen en su decisión en este orden.
Todos ellos merecerían en todo caso una explicable benevolencia; por haber querido venir a Madrid en mayo y con toros.
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De las tres corridas, en conjunto, la de don Rogelio Miguel del Corral fué mansa; la de don Alipio, aceptable, y a de Miura –gorda–, desigual, pues si todos empujaron bien en los caballos a excepción del quinto, únicamente el segundo y el tercero fueron claros en la embestida.
La decepción mayor la produjo la corrida de don Rogelio Miguel del Corral, pues en Madrid se recordaban gratamente las que envió durante dos años consecutivos –mejor la primera que la segunda– a las benéficas del Magisterio. La jugada el día de San Isidro no se les pareció en nada. Toros pasados, gazapones, y algunos, como el tercero, peligroso, acaso deban salvarse de la censura el primero y el cuarto. Y dentro del estilo, posiblemente los toreros se hubieran podido confiar algo más si durante toda la tarde no hubiera reinado un viento fortísimo que ios descubría a cada instante.
La corrida, interminable, fué una desdicha, de la que solamente quedó a flote la hombría y la serenidad del Andaluz. Los de don Alipio, viejos también, dieron mejor Juego, si exceptuamos a! quinto. Pesaron más de lo q u e aparentaban.
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Aún habiéndose visto faenas excelentes, una de Pepín y otra de Rovira, en la tarde del viernes, y otras de Pepe Luis, y nuevamente de Pepín el domingo, y no obstante que el público pidió a veces insistentemente el premio, no se ha concedido en esta feria de San isidro ninguna oreja. Adelantemos que para nosotros la concesión de la oreja tiene menos significación que la que suele airearse a los efectos de la propaganda. En ocasiones una oreja no significa nada; pero, hemos visto otorgar tantas con menos motivo! Y ahora nos preguntamos: ¿es que se ha impuesto desde ahora un criterio de severidad? Pues conformes.
Mas no se olvide que precisamente porque la concesión de orejas no está reglamentada, el presidente de las corridas no puede discernir el premio como un "aficionado" más. Para la apreciación de las incidencias de la lidia ya está el asesor. Si el presidente es, además, un buen aficionado, mejor que mejor; pero eso no es imprescindible. ¡Y las Ilusiones ópticas, como esa de querer recontar los pañuelos que flamean al aire, por si no son todos suelen ser engañosas!
Por otra parte, el verdadero premio consiste en la vuelta al ruedo. Y después, cuando se reúnen en uno los aplausos que se han ido recibiendo ai paso de cada uno de los sectores de la Plaza, la salida al tercio. Pero, repetimos, ¡hemos visto conceder tantas, aún después de un par de pinchazos y otros tantos descabellos! Materia, muy discutible, ciertamente, esta de Ia concesión de orejas. Porque al no existir una norma, es el púbIIco el que tas da.
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Otras pequeñas notas. De la primera corrlda sólo ha quedado en el recuerdo la actuación del Andaluz. Herido gravemente Antonio Bienvenida en el tercero, que no era toro para torearlo al natural, y menos en el terreno en que Antonio lo tomó, y en franca crisis Gallito, Andaluz se sobrepuso, y sin lograr el éxito redondo, mereció el aplauso de los espectadores cuando abandonaba la Plaza.
De la segunda no diremos que Pepín haya sido una sorpresa, pero sí que ha ido a más en la consideración del público. Impresión que acrecentó en la corrida de Miura. Pepín ha toreado irreprochablemente al natural un par de toros, ha estado a gusto en la cara, ha Infundido garbo y alegría a las faenas, y tiene solera y salero con la capa. Nos parece, sí, que no ha cogido definitivamente lá muerte de los toros. Pepín es de los que han aumentado su cartel en Madrid.
Rovira ha causado esta vez mejor impresión que cuando se presentó al final de la pasada temporada en las Ventas. Está valiente, y los toros le pasan muy cerca. No desaprovecha ninguna ocasión y ningún recurso espectacular. Entra a matar con decisión, y así logrará buenas, estocadas. En la corrida del viernes, por atravesar a sus dos toros, vló cómo se disminuía un éxito rotundo. De cualquier suerte Rovira también ha adelantado.
Choni probablemente no está repuesto de su cogida en Valencia. Con leves destellos con la capa y con la muleta, no ha estado, ni con mucho, a la altura de la faena que le vimos en la última corrida de la feria de Sevilla. Esta vez su paso por Madrid ha sido gris. Un poco el trompazo, otro poco el manso que salió en quinto lugar, Choni no ha dado todavía su tardé. Veremos hoy.
Pepe Luis Vázquez ha mantenido su gesto. Vino a Madrid en mayo y se presentó con mluras. Y estuvo en Pepe Luis. Con el prodigio de su toreo de capa, con la armonía del encuentro con el toro, con su muleta privilegiada y con su cabeza para hacerle a los toros las faenas justas, que los toreros jamás se han medido por la cantidad, sino por la calidad. De la faena a su primer miura se ha dicho que fué corta. Pero acaso sea porque supo a poco, no porque fuera necesario prolongarla más, si había de matarlo como lo mató, con su estilo hábil, claro, de media en las agujas. Y aquí fué la discusión de la oreja. En el otro, que gazapeaba, no peleó, intentó el natura! a muleta plegada, y en cuanto el toro le entró fuerte, se limitó a quitárselo de en medio.
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Lo mejor de la actuación de Pepe Bienvenida fueron unos lances de capa a su primero, tres pares de banderillas extraordinarios por cómo llegó hasta la cara, midiendo Increíblemente los terrenos, y por la colocación de los palos, y un quite al cuarto toro de Miura.
Con la muleta no se acompasa al nuevo estilo. El estatuario ha desplazado a la "lidia". Y. son dieciséis años de alternativa para intentar ponerse ai día. A menos que dar a cada toro su lidia vuelva a gustar alguna vez..
De Gallito ya dejamos dicho que estuvo mal. No está en sitio para las alegrías, y para pelear el jueves le faltó decisión. En el primero le dieron los tres avisos, y el toro no fué al corral, cuando salieron los cabestros, porque estaba muy sangrado. En el tercero también ie avisaron.
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El sábado, intercalada en las corridas de toros, se dió la novillada, con Manolo Navarro, Paco Muñoz y Vicente Fauró. Los novillos, bonitos, bravos y con genio, fueron de don Alfonso Sánchez Fábrés.
Acusaron buena casta, y por ello a veces estuvieron incómodos para los toreros. El sexto desentonó un poco y llegó a ponerse un tanto peligroso.
El éxito fué para Paco Muñoz. El muchacho está cuajado, y realizó cosas de verdadero mérito, como estar valiente con el quinto novillo que empujaba, torear de capa con valor y elegancia y tener planta de torero con la muleta No tuvo suerte con el estoque, a pesar de entrar siempre con coraje.
No obstante, fué aplaudidísimo, porque es de los muchachos de los que se dice –y es el mejor elogio– que "sabe andar" entre los toros. Es de los que no llegan con precipitación a la alternativa.
Manolo Navarro también estuvo bien; pero no adelantar en el toreo es peligroso. Y Manolo Navarro no acaba de dar el paso definitivo. Está bien con la capa, con un hacer lento y armonioso; mas con la muleta, que maneja con elegancia y con soltura, llega a la vacilación a la menor dificultad que los novillos le presentan. Tampoco acertó con el estoque, y lo que debió ser la novillada del estirón quedó en una más.
De la misma manera Fauró, también valiente, no termina de perfilar su figura. Tantea aquí y allá. Está confiado, con deseos de hacerlo todo; pero sin saber muchas veces qué es lo que hay que hacer. Tuvo la mala fortuná que el sexto novillo fuera el borrón de una corrida excelente.
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Lo más satisfactorio de esta feria taurina de San Isidro, como hemos escrito al comienzo, es la concurrencia a la Plaza. ¡Es tan bonita una Plaza de Toros llena! Y habrá que convenir en que estamos en un renacimiento de la afición.
¿No será que todos nos habremos envenenado un poco de la pasión de tantos y tantos pleitos como se han desarrollado y se desarrollan entre bastidores, y esta inquietud sea la. que conduzca a la Plaza, como una necesaria afirmación de criterio y hasta como una válvula de escape para tanta discusión?
Porque, con tal de que la afición aumente y las Plazas se llenen, ¡estábamos por pedir que esos pleitos no se resolvieran nunca! Aunque uno de ellos, el llamado "pleito mejicano”, está, por lo visto, y en buena hora, a punto de arreglarse.
© El Ruedo, 22 de mayo de 1947 Nº.152
nnDocumentación
Primera de feria, 15 de mayo: Toros de Rogelio Miguel del Corral, para Rafael Ortega “Gallito”, Manuel Alvárez “El Andaluz” y Antonio Bienvenida.
Acabada la feria, al domingo siguiente en Las Ventas se anunciaron seis toros de Arturo Sánchez Cobaleda, para Morenito de Talavera, Manolo Escudero y Pepín Martín Vázquez. Fue la tarde que pasó a la historia como la de los 33 naturales de Manolo Escudero, que le valieron una oreja de las de entonces.
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