La poca historia que contiene un libro en blanco

por | 28 May 2014 | Temporada 2014

MADRID. Décimo novena de San Isidro. Tres cuartos de entrada, en tarde a  ratos de lluvia y viento. Seis toros de Baltasar Ibán, bien pero desigualmente presentados, noblotes pero sin fondo alguno; tuvo interés el 2º y resultó manejable el 1º.  Fernando Robleño (de blanco y oro con los cabos negros) , silencio y silencio tras aviso. Luis Bolívar (de grana y oro), silencio tras aviso y silencio.  Rubén Pinar (de verde hoja y oro), silencio y silencio.

Ahora que andamos con la Feria del libro al hombro, ¿quién estaría dispuesto a pagar el precio de un bet-seller por un libro con las páginas en blanco? Hombre, siempre hay alguien al que le gusta cotizar por las rarezas; pero desde luego alguien que lo que busca es la cultura de las buenas letras, sin duda pasaría de largo por la caseta que tuviera semejante ocurrencia.  Trasladamos el escenario a Las Ventas y más o menos eso fue la corrida de este miércoles, en el que se hicieron presentes, guardando turno, el viento y la lluvia. El viento no permitió que Luis Bolívar nos explicara las cualidades del 2º de la tarde; la lluvia nos dio el latazo correspondiente del paraguas van, paraguas vienen. Total, que nos quedamos a dos velas con una cosa y otro.

Como diría el gran Herrera, mayormente porque los toros de Baltasar Ibán se dejaron en el campo cualquier atisbo de maldad, pero dejaron a la vez los elementos propios de la raza. Bajo este punto de vista, bien puede decirse que decepcionó la corrida. Los que saben de estas cosas nos explicaran algún día si ha sido consecuencia del cruce entre los “contreras” con los “domecq”, o si sencillamente es el fruto de esos elementos aleatorios de la genética. En cualquier caso, hicieron lo peor que puede hacer un toro bravo: aburrirnos durante dos horas. No podíamos agarrarnos al factor emoción, pero tampoco nos dejaban espacio para que nos conmoviera el arte. En suma, un libro por  escribir, siesta segura… si no hubiera sido por la climatología a la intemperie.

Fernando Robleño, que comparecía por segunda vez en Las Ventas, se encontró de primeras con un toro hecho sin mayor exageración pero astifino. Y no tenía mala condición: respondía a los engaños, incluso hubo un momento en el que llegó a galopar al cite lejano del torero., pero luego no termino de romper. Robleño estuvo allí, tratando de alargar las embestidas, con reposo y buen criterio, pero era evidente que aquello no daba para más. Frente al que hizo 4º, un toro “guapo” y también astifino, aun fueron menos las opciones: muy agarrado al piso, tendiendo siempre a llevar la cara por las alturas, los muletazos nacían y morían sin ese punto de emoción que se necesita para llegar al tendido. Todo correcto y académico, pero sin poder pasar de ahí.

Vamos a creer que fue el inoportuno viento el que hizo inviable que Luis Bolívar pudiera sacar a pasear su toreo con su primero, el mejor de todos los lidiados por casta y poco colocaba la cara al tomar los engaños. Por cefas o por nefas, no pudo ser. Hubo, sí, momentos incluso brillantes, pero sin la continuidad y la limpieza necesaria.  El 5º ya se desinfló antes de que Bolívar iniciar su trasteo con la muleta.

Ni con el 3º, quizá el mas destartalado del lote, ni con el 6º se pudo ver a Rubén Pinar, uno de los toreros jóvenes que han ido recuperando posiciones. Entre la falta de acometividad de uno y la sosería del otro, resulta inviable  cualquier intento por llegar a mayores. Pinar lo intentó incluso con reiteración, pero ya lo dijo el maestro de las sentencias: lo que no puede ser….

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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