No es fácil la cuestión. Y no lo es porque de por medio ha estado la salud, la pierna y la vida de un torero y por otro el prestigio y la carrera de un cirujano contrastado. Pero no se puede pasar ni por alto ni a la ligera lo que ha sucedido entre quirófanos de la Maestranza y la clínica con El Juli por la transcendencia que tiene ahora y por la que tendrá en un futuro en una plaza como Sevilla para todo torero que se anuncie.
No se trata de dudar del prestigio y las manos del doctor Octavio Mulet, alumno aventajado de Ramón Vila, pero tampoco de archivar la historia médica con un "estaba todo bajo control"… Porque no lo estaba pese al discreto parte facultativo del doctor Val-Carreres una vez que intervino a Julián de "una cavidad residual" que provocaba el estado febril que en La Quirón-Sagrado Corazón de Sevilla no atajaban pero en La Quirón de Zaragoza sí. La "cavidad residual" que con sumo compañerismo detecta y redacta Val-Carreres suena a trayectoria no vista. Y entonces también empieza a cobrar sentido la "hemorragia súbita" en el ingreso sevillano y la segunda bajada al quirófano del maestro previa a la "escapada" a la capital zaragozana para una tercera operación…
Aquí no estamos hablando de la batuta antojadiza y dictatorial de Tristán y su banda (de músicos); esto es infinitamente más serio que la polémicas de partitura y trombón. Con el "caso Juli", y las dimensiones que adopta por tratarse de la máxima figura del toreo, ni se debe especular ni tampoco cerrar en falso como una herida mal curada, señores maestrantes. Sevilla cuenta con un quirófano de elite y todos los toreros que hagan el paseíllo en su plaza han de ir con una tranquilidad máxima de las manos que lo dirigen. Ahora mismo, hasta que no se esclarezca todo, esa confianza ha desaparecido. El pronóstico tal vez no sea muy grave, pero sí muy delicado de abordar.
►La versión original de este comentario puede consultarse en: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/lahoradelaverdad/2013/04/28/pronostico-muy-delicado.html
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