Excelente el artículo de Janete Silva, siendo tremendamente de agradecer que una brasileña (aunque formada en Salamanca) divulgue de manera tan certera y profesional la historia de la Tauromaquia española. Creo, no obstante, en estricto acto de justicia, que habría que matizar su comentario:
“Pero el mayor daño que Fernando VII infligió a la Tauromaquia vino, paradójicamente, so pretexto de beneficiarla. En 1830, después de haber decretado la clausura de todas las universidades del Reino, el absolutista creyó recrearse en el castigo cuando aprobó la apertura de la Real Escuela de Tauromaquia de Sevilla. Era para él una forma más de demostrar, dentro y fuera del país, que sus caprichosos arbitrios podían establecer hasta el modelo de educación oficial impartido a la juventud española”.
El Real Colegio de Tauromaquia o Escuela de Tauromaquia de Sevilla no fue creado "después de haber decretado la clausura de todas las universidades del Reino", como Janete postula de manera categórica. Adjunto un pasaje de mi libro "Valencia y la Tauromaquia" en el que se toca este controvertido asunto, creo que siendo el primero (por favor, no tomes esto como inmodestia) en tratar con rigor histórico – pues como demócrata y taurófilo me picaba mucho el asunto – esta tan manida como tendenciosa historia.
Janete se ha basado exclusivamente en el texto de Pascual Millán, republicano furibundo que cargó las tintas no sólo contra el rey felón sino contra todo lo que oliera a monarquía (¿sería lagartijista acérrimo por el declarado republicanismo de Rafael Molina…?).
Creo que, al margen de legítimas filias y fobias políticas, siempre es bueno "dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César"…
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