PAMPLONA.Séptima del abono de San Fermín. Lleno, como todas las tardes, en esta ocasión con amagos de agua, que no llegaron y el ruedo excesivamente seco.
Toros de La Palmosilla (Javier Núñez), divisa que debuta en Sanfermines, correctos de presentación, bien armados y variados de capa, con 548,3 kilos de promedio y cuatro de ellos cinqueños: 1º, 3º, 5º y 6º. Como 3º bis se lidió un sobrero de la misma Casa. Encastados –no siempre para ben–, con mucha movilidad, pero poca entrega en general; destacaron el 1º por casta, el 4º con más clase; en sentido contrario, el 6º por feo y con peligro.
José Garrido (de verde hoja y oro), silencio y ovación. Luís David Adame (de blanco y plata), una oreja y silencio. Javier Marín (de marino y oro), silencio y silencio tras un aviso.
El encierro: Aunque el encierro de este sábado ha sido multitudinario en corredores, como suele ocurrir en los fines de semana, los toros La Palmosilla han protagonizado una cerrera rapidísima y limpia, con tan solo 2 minutos y 12 segundos de duración. En esta ocasión dos astados, en algunos momentos hasta tres, han ido en cabeza de la mana, superando a los bueyes. No ha habido ningún herido por asta de toro, aunque sí algunas contusiones sin mayor relieve, según el parte médico.
Debutó La Palmosilla en la Feria del Toro, y lo hizo con un sexteto que rebosó aquello que tantas veces se ha echado de menos en el toro moderno: la movilidad. Cierto es que, en líneas generales, fue una movilidad sin entrega y en ocasiones complicada, pero también lo es que sin movilidad no hay Fiesta. Distinto es que luego los espadas sean capaces de orientar de forma adecuada esa movilidad. Debe reconocerse que eso no resultaba fácil en esta ocasión. Todo sea que se de con la fórmula para devolver a un torero tan interesante a sus momento anteriores.
Habría que preguntarse por qué hoy no pudo ser para José Garrido. Ya van demasiadas ocasiones con la misma pregunta. Desde luego a su primero con toda su casta le costaba un mundo salirse de la muleta, por eso puede ser más comprensible. Pero con el 4º cuesta más trabajo entender por qué se dejó escapar un triunfo. Qué había que perderle un paso, pues bien; pero ese no puede ser motivo para no haber dado un paso al frente y levantar cabeza.
Luis David Adame, al que Bailleres está consiguiendo meter por todas las ferias, le puso variedad a su primer acto, aunque le faltó un poquito más de poder y de quietud. En su buena disposición, hasta se atrevió con las banderillas, con más voluntad que acierto; luego con la variedad en las suertes más o menos resultas, acabó por llegar a los tendidos, tanto que con una estocada en el famosorincón la presidencia le concedió una oreja. El 5º demostró peores condiciones, saliéndose siempre por arriba y con un paulatino recorte de su recorrido. El mexicano lo intenta, al menos.
Al navarro Javier Marín la tarde se le puso muy empinada ya con el sobrero que hizo de 3º bis, que se movía frenándose y siempre con un tornillazo al final. El complicado 6º se lo puso aún más difícil. Cuando no se tienen contratos asiduos, toda oportunidad debiera ser buena. A lo mejor esta de Marín ha llegado antes de tiempo.
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