La ministra de Cultura necesita con urgencia un asesor

por | 15 Oct 2010 | Punto de vista

La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, ha recibido la noticia del futuro traspaso a su Departamento de las competencias en materia taurina con una esperpéntica declaración: todo lo que va a quedar bajo su mando son los registros oficiales de la Fiesta. Maravillosa manera de enfriar los ánimos, si es lo que quería. O quizás sea un mero requiebro político para responder a su colega Alfredo Pérez Rubalcaba, que la dejó en evidencia fotografiándose con los toreros cuantas veces fue necesaria y cediéndoles un local ministerial para celebrar su rueda de prensa, los dos asuntos que al parecer le producían urticaria el día que invitó a comer al G-10.
 
Pero lo seguro es que necesita con gran urgencia un asesor taurino que sea buen conocedor de la situación y hasta de la normativa de la Fiesta, porque no se pueden decir más tonterías con menos palabras. Cualquier aficionado, porque poco ilustrado que esté, sabe que si el traspaso se hace ahora mismo, en efecto, le correspondería hacerse cargo de los Registros oficiales. Pero eso no es más que consecuencia del rango administrativo de la norma que lo regula. Para poder asumir las restantes competencias se hace necesario modificar, al menos, dos decretos e introducir un cambio en la ley de la Fiesta que en 1991 promovió José Luis Corcuera, que al final va a pasar a la historia como el único ministro que de verdad se preocupó de nuestras cosas. En consecuencia, en tanto esas disposiciones no se modifiquen,  no pueden traspasarse a su Departamento.
 
Cuando tales materias sean transferidas,  bajo su tutela quedará por ejemplo la Comisión Consultiva Nacional, que no se reúne desde tiempo inmemorial, cuando se creó como un organismo importante, entre otras cosas para dar cabida a los aficionados en la gestión de los asuntos taurinos. Pero bajo su dirección quedarán, además,  asuntos tan importantes, como la regulación reglamentaria del espectáculo taurino o las relaciones con las comunidades autónomas en esta materia. Cualquiera da estos dos asuntos,  puestos a trabajar por el bien de la Fiesta, da para mucho.   Y nada digamos si pone manos a la obra para realizar aunque sólo sean estudios relativos a la gestión y adjudicación a terceros de las plazas de titularidad pública.
 
Decir, como ha dicho, que en el traspaso no entra   la instrucción e investigación de los casos de afeitado, no es más que una muestra más de su desconocimiento. Obviamente esa labor de policía corresponde a Interior, en cuyos laboratorios de Canillas se hacen los análisis. Por tanto, eso ocurría así aunque la Fiesta se le traspasara al ministerio de Asuntos Exteriores.
 
Pero es que, además, no debió enterarse mucho de  lo que el G-10 fue a exponerle, porque de lo que aquí se trata como cuestión principal es de encontrar cobijo administrativo en un ministerio en el que sea posible llevar a cabo una política activa de promoción, difusión y fomento de la Fiesta. Por poner un ejemplo evidente: lo mismo que González-Sinde realiza con el cine español o con el sector del libro.
 
Si esto todo esto le parece escasa e insignificante tarea, va a dar la razón a esos que, alimentados entre otras cosas por sus desafortunadas declaraciones, predican por sistema el inmovilismo, que todos conocemos a donde no ha llevado a la Fiesta.
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