La meritoria oreja del mexicano Joselito Adame levantó una tarde plúmbea

por | 17 May 2015 | Temporada 2015

MADRID. Décima de la feria de San Isidro. Menos de dos tercios de plaza. Toros de El Montecillo (Francisco Medina), desiguales de presentación, con una nobleza apagada por su nulo celo y escaso fondo. Juan Bautista (de caldera y oro), silencio y silencio. Alberto Aguilar (de esmeralda y oro), silencio tras un aviso y silencio. Joselito  Adame (de malva y oro), silencio y una oreja.

Si nos ponemos en plan estricto, la historia de la tarde cabe en un papel de fumar, de esos que sirven en los sorteos matinales para decidir los lotes. Pero al menos discurrió rapidita. Algo es algo.

En ese dichoso papel de fumar los taurinos despacharían la corrida de El Montencillo escuetamente: “no sirvió”, espantosa expresión por más que sea de curso común. Como mucho añadiría un matiz: “No sirvió para lo que se pide en Madrid”. Si luego se añade una línea con el triunfo legítimo de Joselito Adame, cuando la tarde iba ya en retirada, se acabó la historia.

Pero no es cierto que la corrida “no sirviera”; sirvió, por ejemplo, para comprobar por enésima vez que cuando una corrida no viene adecuadamente presentada, cuando sus niveles de raza andan en los límites, cuando la sosería y el discurrir cansino sustituye a la clase y la bravura, cuando todo eso ocurre el toreo se devalúa y hasta aburre por más empeño que ponga la terna de turno. 

Y nada digamos si, además, se le pica sin conmiseración, como si se tratara de una corrida poderosa. De hecho, cuando se le midió ante el caballo, el blando 6º permitió que triunfara Joselito Adame, aprovechando sus buenas condiciones. Una esperanza despertó en los primeros tercios el 3º de la tarde, que se desplazaba bien; pero se rompió una mano y su buen juego solo puede presuponerse. Apuntó algunas cosas el más acometedor y encastado 2º, mientras que el resto andaba por allí como el que pasea con cara de aburrido por la Gran Vía en una tarde de calor.

Una vez que quedó inédito con el lesionado 3º de la tarde, Joselito Adame ha tenido que esperar a su último toro en esta feria para dejar su tarjeta de visita. Se fue a la puerta de toriles, más para llevarse un susto que para recetarle al de El Montecillo una larga cambiada, que no salió. Pero luego estuvo animoso con el capote y, sobre todo, hizo que su picador  midiera el castigo. Su faena de muleta tuvo pasajes de calidad, especialmente cuando le bajaba suavemente la mano y lo embarcaba por delante. Un trasteo compacto, en el que supo mantener el ritmo. Mató en la suerte de recibir y suya fue la única oreja de la tarde.

Sin trascendencia mayor la primera visita a Las Ventas en este 2015 de Juan Bautista, mientras que Alberto Aguilar no alcanzó a mantener el interés con su primer enemigo, con el que, aunque tuviera momentos decididos, pudo estar mejor.


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