Antes y después fe la feria de abril, en Sevila se ha hecho habitual que los equipos presidenciales se reúnan con la Delegada de la Junta de Andalucía para la capital hispalense. Antes, para tatar de armoniza criterios; después para valorar lo ocurrido. La experiencia es buena, aunque hay que reconocer que coordinar criterios resulta muy complejo.
Como los propios protagonistas reconocen, resulta difícil alcanzar “una absoluta homogeneización en estas actuaciones por la diferente personalidad de los presidentes y sus equipos, diversidad del público asistente, distintas circunstancias y diferentes festejos que agrupan cada uno de ellos múltiples elementos diferenciados”. Y tienen razón: junto a factores personales, no cabe duda que el ambiente que provoca el curso de una corridas de toros o siempre tiene el mismo impacto entre los aficionados.
Esta homogeneización de criterios tiene su fundamento en el art. 19 del vigente Reglamento Taurino Andaluz que, en una interpretación sistemática y al margen de lo dispuesto en otros artículos del mismo, obliga a los Palcos a "tener en cuenta los usos y costumbres tradicionales de cada plaza”, resultando estos criterios de las decisiones adoptadas por ellos en las últimas temporadas en situaciones similares para preservar la categoría y el rigor en una de las plazas más importantes del mundo.
Por otro lado, de la última reunión celebrada se saca una conclusión importante: para la próxima temporada ha decidido vigilar la exigencia de la presentación de las corridas de toros, ya que en algunas de 2018 ha sido algo inferior a lo habitual; se trata de subir el nivel en este aspecto “en orden a brindar al aficionado sevillano la conformación zootécnica del toro que exige el prestigio de la plaza de Sevilla”.
O sea, subir la media de ese ente de razón que se ha fabricado en torno a “el toro de Sevilla”. La idea puede ser positiva, siempre que se haga en la medida justa. Por más que algunos carguen contra ese toro que gusta a la afición Hispalense, no debe tratarse de en lo sucesivo de convertirlos en auténticos “armarios”. El toro, ante todo, debiera responder a las características zootécnicas de su encaste, que cada uno tiene su propio sello. Y a partir de ahí, y esto es lo fundamental, garantizar la integridad de las reses.
Pero en este punto, seguro que los Presidentes y sus equipos habrán valorado las razones y causas por las que corridas que se han supervisado y aprobado en el campo, luego a la hora de los reconocimientos exigen ser rechazadas no pocas ocasiones. Se trata de una materia delicada con muchos factores a tener en cuenta: desde que un toro pueda retrasarse en su desarrollo en los meses finales que están en el campo, hasta la propia climatología cambiante. Todo ello con el aditamento de las muy limitadas condiciones que reúne la plaza de la Maestranza respecto al manojo de los toros en sus corrales.
Por otro lado, los Presidentes han consensuado distintos aspectos de la gestión del Palco. Y así, por ejemplo, han decidido que, en un caso de indulto, no necesariamente procede la concesión del rabo; la razón no es banal: “el torero, al no entrar a matar, se exime del riesgo del fallo con la espada, por lo que no resulta acreedor del obtener el máximo trofeo, como ha sucedido en los indultos acaecidos en los últimos años”. En la misma línea, hubo consenso acerca de no conceder un trofeo cuando la estocada no haya cumplido sus exigencias naturales.
Por último, se ha decidido la celebración de una Jornada Técnica para presidentes durante el próximo mes de junio, con el fin de establecer criterios comunes de actuación entre las personas que presidan festejos taurinos en las distintas plazas de la provincia de Sevilla.
Las normas para el indulto
El Reglamento Taurino de Andalucía dedica un artículo completo a ello y advierte que "en las plazas de toros permanentes, exclusivamente en corridas de toros o novilladas con picadores y al objeto de preservar la raza y casta de las reses, cuando una res por sus características zootécnicas y excelente comportamiento en todas las fases de la lidia sin excepción y, especialmente, en la suerte de varas, sea merecedora del indulto, podrá concederlo la Presidencia del espectáculo, de manera excepcional, cuando concurran las siguientes circunstancias: a) Que sea solicitado mayoritariamente por el público. b) Que lo solicite el diestro o quien haya correspondido la lidia de la res. c) Que muestre su conformidad el ganadero o mayoral de la ganadería a la que pertenezca”.
Una vez dictaminado el indulto, que señala el presidente exhibiendo un pañuelo naranja, los espectadores suelen preguntarse: ¿Qué sucede ahora?… El público, en estos casos, se olvida de solicitar trofeos a la presidencia, que en Sevilla suele conceder dos orejas al torero. El Reglamento prevé que se puede conceder una, dos orejas o dos orejas y rabo simulados. La concesión del indulto supone la vuelta al ruedo del ganadero o su mayoral.
El presidente o presidenta "que incumplan estas prohibiciones o las condiciones reglamentarias para otorgar el indulto, podrán ser declarados no aptos para tal función por la Dirección General competente en materia de espectáculos taurinos, previa audiencia del interesado".
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