Pueden resultar incluso llamativas algunas de las ejemplificaciones que se deducen del trabajo. Es lógico que llama la atención la estimación del impacto económico-social que pueda tener la inclusión de José Tomás en una feria, o el cálculo de las rentabilidades añadidas para una región como consecuencia de la actividad taurina. Sin embargo, no es eso lo más relevante, en nuestra opinión, de los trabajos que viene realizando el profesor Vicente Royuela, doctor en Economía e investigador de la Universidad de Barcelona, a la hora de diseñar y aplicar modelos económicos un mundo tan singular como la Tauromaquia.
Como se pone de manifiesto cuando se lee su libro “La economía del escalafón” –presentado el pasado domingo en Las Ventas, bajo la presidencia de Carlos Abella, como Director del Centro de Asuntos Taurinos–, lo verdaderamente relevante es el diseño de un modelo y de un método que, desde el rigor propio de los trabajos académicos, nos aporte tendencias y pistas para analizar con más propiedad el hecho taurino y su trascendencia económica y social.
Bajo este punto de vista, el trabajo del profesor Royuela es importante. En este caso, se refiere muy específicamente a sistemas de medición, en el que se conjugan todas las variables que se dan en torno a un hecho taurino: desde el día de la semana al resultado final, pasando por todos los demás variadísimos factores que lo definen: la ganadería y su trayectoria, el torero y su relevancia, la localidad o la climatología, así hasta valorar el impacto que tiene la TV en la asistencia a los espectáculos.
Establecido el método y comprobada su fiabilidad, Vicente Royuela lo desarrolla hasta el diseño de fórmulas matemáticas complejas en las que pormenorizadamente se pondera cada uno de los factores. Con los ejemplos de resultados que ofrece se confirma que está en un camino idóneo para estudiar el complejo mundo económico y social que representa la actividad taurina.
Pero resulta necesario enfatizar lo anterior: lo importante es la sistemática de investigación que sigue, en la medida que si de este trabajo se deducen aspectos que llaman la atención, por ser curiosos o novedosos, no por eso hay que perder de vista que lo relevante es el avance que supone la aplicación de estas metodologías al estudio de los elementos que componen el complejo planeta de los toros. En la edición de 2012, el estudio se refiere a datos de 2007, para poder operar con datos homegeneos y completos del amplisimo campo de aspectos que aborda. Pero, al margen de que los resultados que marca siguen estando vigentes, lo relevante son las tendencias que define con toda nitidez.
Pongamos algunos ejemplos de datos que llaman la atención en la primera parte de este estudio:
•a los 6 años de tomar la alternativa el 50% de los toreros han dejado la profesión y sólo el 10% torea más de 20 corridas al año.
•el mercado laboral de los artistas es de enorme crudeza, de manera que pequeñas dosis de talento, carisma o incluso suerte hacen que un torero se prodigue el doble o que gane el triple que sus compañeros.
•el consumo en la Fiesta requiere conocimiento: cuanto más se sabe de toros, más se acude a las plazas. De hecho, ha comprobado que una cuarta parte del público (los aficionados) acapara 2/3 de las localidades.
•la televisión fomenta que acuda más gente a las plazas. cuando creció el número de festejos, el crecimiento fue mayor –más que proporcionalmente– en regiones con más toros se ofrecían en TV.
Pero con el modelo de trabajo que define el profesor Royuela resulta posible abordar, además, una estimación realista de lo que podríamos considerar como la rentabilidad de los diferentes actores de una disciplina artística tan heterogénea y subjetiva como la Tauromaquia. Y es así, porque el estudioso de la economía taurina crea unas clasificaciones alternativas al tradicional escalafón, que en el fondo se limita a ordenar a los toreros según el número de festejos que torean.
De esta manera ha delimitado cuáles son los toreros y las ganaderías que generan una mayor rentabilidad –un aumento de taquilla porcentual y absoluto más acusado, por ejemplo– a los empresarios que los contratan. De esta forma, aplicado a la realidad actual se comprueban elementos como los siguientes:
⇒entre los matadores de toros actuales, José Tomás es el de mayor tirón, en términos económicos, ya que su comparecencia lleva a las plazas a una media de 4.900 espectadores más que el resto de corridas; esto es, dispara un 36,5% el aforo, lo que garantiza una rentabilidad elevada para los empresarios. En términos comparativos, el diestro de Galapagar eleva el número de espectadores un 60% más que la media del G-10.
⇒la ganadería con más tirón en taquilla es la de Victorino Martín, que garantiza al empresario 2.750 espectadores más que un hierro medio, seguida de Núñez del Cuvillo (2.510 espectadores más que un hierro medio).
⇒la plaza que aporta más valor a los triunfos y, por tanto, confiere más rentabilidad al triunfo de un torero es, como se podía esperar, la de Las Ventas; sin embargo, la que garantiza el lleno siempre es la de Pamplona.
Una herramienta para el análisis de la demanda
Como con acierto explica el profesor Royuela, este tipo de análisis y de ordenación de los aspectos de la tauromaquia según su rentabilidad –ya sea económica, ya propiamente taurina, ya social—pueden ser muy útiles, en primer término para los empresarios, pero igualmente para otros profesionales o, simplemente aficionados que quieran profundizar en las realidades taurinas.
Y así, por ejemplo, si los estamentos taurinos, tan divididos como están, fueran capaces de unificar sus actividades, aquí tendrían un campo magnífico de trabajo, que no sería muy distinto del que realizan, por ejemplo, las patronales cuando se trata de documentar sus reivindicaciones o, sencillamente, de valorar las opciones a futuro que se abren en sus respectivos campos en cada circunstancia económica.
Sin ir más lejos, si se coordinaran y potenciaran los esfuerzos de investigación que vienen realizando sobre materias afines el profesor Royuela y el profesor Juan Medina, esa por ahora ni convocada ni revitalizada –pese a los del ministro del ramo en repetidas ocasiones– Comisión Consultiva de Asuntos Taurinos contaría con una herramienta eficaz y sólida para hacer realidad su compromiso de trabajar por potenciación de la Fiesta dentro del patrimonio artístico y cultural de España.
La presentación de Juanma Lamet
En el acto de presentación de este libro, Juanma Lamet, periodista del diario “Expansión” y responsable del blog tauroeconomía –que es los de obligada consulta en la actualidad– centró con precisión los términos de trabajos como el realizado por Vicente Royuela. Esta fue su intervención:
No es común que se hable de economía en una plaza de toros, y menos aún que se presente un libro sobre el mercado laboral taurino. Cosas, ambas, muy positivas y que coadyuvan a la taurinización de la sociedad, tan necesaria en estos tiempos descarrilados por el auge de ese deporte nacional que es el odio cainita. Por eso es un honor para mí ponerle el toro en suerte al maestro Vicente Royuela, que me ha pedido que introduzca su libro aportando una breve radiografía de la economía taurina. O de la tauroeconomía, como la hemos bautizado en EXPANSIÓN. Hay gente pa tó…
Pues bien, para empezar diré que los toros no son economía. No, los toros son cultura, arte. Un arte tan fugaz como capaz de perdurar por siempre en la retina. ¿Cuánto vale una verónica de Morante o un natural de José Tomás? No sólo no hay precio, sino que no hay posibilidad de estimarlo. Los toros no son economía en cuanto que no están diseñados para que cada eslabón de la cadena del sector se mueva por el fin último de generar beneficios. No, los toros son un romanticismo cultural tan profundo y tan lleno de verdad que no puede evitar dejar una gran huella económica, casi como un accidente necesario (e imprescindible, ojo). Porque incluso en tiempos despersonalizados como los actuales, la verdad vende.
¿Y cuál es ese impacto? Los toros generan cada año casi 2.500 millones de euros. Esto, que podríamos llamar PIB taurino (Producto Interior Bravo) ¿es mucho o es poco? Por ejemplo, es más que el presupuesto de gasto no financiero del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en el que residen ahora las competencias taurinas. A los espectáculos taurinos acuden 40 millones de personas al año en España. A las plazas de toros, 10 millones de personas.
Las principales ferias taurinas mueven 1.000 millones de euros al año, como ha calculado otro tauroeconomista de cabecera, Juan Medina. Por cada 50 euros invertidos en la compra de una entrada se generan otros 90 euros adicionales para la economía local; es decir, en hoteles, bares, museos… Y los festejos populares son una mina. No hay más que echar un vistazo a los Sanfermines.
Pero por encima de todos destaca siempre Las Ventas. Esta casa, que es la catedral del toreo, que quita y da (pero que sobre todo da), también es el epicentro económico del orbe taurino. Partiendo de un escenario prudente, hemos calculado que las ferias de San Isidro y la Feria de Arte y Cultura tendrán un impacto de 47 millones de euros. 15,7 millones de euros en taquilla y 31 en forma de efectos indirectos e inducidos. 7 de esos millones de euros irán a parar, en concepto de IVA, a las arcas autonómicas y estatales. Queda claro que Las Ventas es una plaza muy rentable a la Comunidad de Madrid.
Económicamente, después de San Isidro, naide, y después de naide, Sevilla, con 27 millones de euros, Pamplona, cuya feria genera 21 millones de euros. Bilbao, con 11… y así sucesivamente.
Les podría dar cientos de datos adicionales. Muchos de ellos, malos, claro, porque como decía Blas de Otero, "vivir hoy es citar desde el estribo", y la crisis no se apiada de nadie. Les podría contar que la atonía económica ha pinchado la burbuja taurina y que el número de festejos mayores que se celebran al año en España se ha reducido casi a la mitad. Y que el 90% de las corridas que ya no se celebran corresponde a plazas de tercera -lo cual da idea de la pujanza de las plazas de primera y segunda, contra viento y marea-. Y que casi ningún ganadero es ya un “ganaduros”. Y que esta reconversión no es del todo mala.
Y que hace falta hacer tantas y tantas cosas para desengrasar la economía taurina que estaríamos debatiendo toda la tarde. Pero aún así, la conclusión es clara: económicamente, los toros se defienden solos. Es tal el músculo económico de la fiesta, que resiste la mayor crisis de la historia reciente. Que aguanta los envites liberticidas de unos políticos estrechitos de sienes (malas hechuras para la res más importante, que es la res pública). Es tal la pujanza de la economía taurina que está soportando con entereza los gañafones desinformados de una facción activista del antitaurinismo.
Sin hacer casi nada, el mundo del toro puede con casi todo. Imagínense si en el sector y desde las administraciones se apostase por una mayor pedagogía, por hacer llegar a la sociedad la verdad de los datos. Por publicar estudios oficiales completos y detallados y por comunicar más y mejor. Imagínense también si hubiera unión entre los distintos estamentos del mundo del toro. Etcétera, etcétera. Ya les digo que estaríamos horas debatiendo, pero desde aquí lanzo el guante.
Hay posibilidades muy valiosas para potenciar los toros, como el método de valoración del talento que ha creado Vicente Royuela, que es una suerte de rating que puede venirle muy bien a los empresarios, y del que os hablará él enseguida.
Hace 20 días, un tal Mario Vargas Llosa dijo a unos pocos metros de aquí que "los toros nos recuerdan, de forma gozosa ?y eso es lo extraordinario-, que la muerte forma parte de la vida que vivimos". Pues bien, para terminar, me permito versionar al maestro en clave económica: Los datos nos recuerdan, de forma irrebatible ?y esto es lo extraordinario-, que los toros forman una parte importante de la economía. Desde Lima hasta aquí, hasta el rompeolas de la temporada taurina que es la Feria de San Isidro, hoy podemos decir que los toros no son economía. Son mucho más que eso.
►Vicente Royuela, doctor en Economía, es profesor del Departamento de Econometría, Estadística y Economía Española y miembro del grupo de trabajo Análisis Cuantitativo Regional (AQR-IREA), en la Universidad de Barcelona.
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