Apasionado por el mundo taurino por su dinastía familiar por parte de La Serna, el doctor Juan de la Cerda y de la Serna demuestra, como es bastante usual entre los profesionales de la Medicina, una especial sensibilidad para las Letras. De clara que su madre era una apasionada aficionada a Victoriano de la Serna; su padre, sevillano, fue médico de la plaza de toros de Sevilla y su abuelo paterno apoderaba toreros, entre otras actividades.
Con tales antecedentes, lógico era que desde muy pequeño acudiera con su padre a las Ventas. ”Y si por algún motivo no podía entrar, me quedaba fuera solamente para escuchar los olés procedentes de la plaza y acercarme con ansiedad a la puerta del desolladero para enterarme del desarrollo de la corrida”, matiza
Por también por su entronque familiar, nada de extraño tiene que probara fortuna toreando en el campo y viviera en primera persona el devenir taurino de sus parientes más próximos.
Convertido ya en un experto taumatólogo, ha sido cirujano de toreros, tan sensibles como son a las lesiones traumatológicas, que los dejan parados por más tiempo que la propia cornada.
De unas y otras actividades surge su obra poética, de la que se han seleccionado aquí tres ejemplos.
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