Hace un siglo, la vida de Bilbao era particularmente intensa. Como muestra, cada día contaba en los kioscos con seis periódicos: El Pueblo Vasco, La Gaceta del Norte, El Noticiero Bilbaíno, El Liberal, Euzkadi y El Nervión. Aquel año de 1917 fue, por otro lado, el de la creación en la capital vizcaína del Colegio Alemán, toda una innovación pedagógica; fue también el primer año en el que el alcalde fue elegido en votación por los concejales, en lo que cabría entender como la primera muestra de los deseos del autogobierno vasco; el año en el que la ciudad comenzó su transformación económica e industrial, al estilo de las grandes metrópolis. Y si nos atenemos a la prensa de la época, la villa que fundara don Diego López de Haro mantenía una rica y diversa vida cultural.
Y dentro del programa de fiestas en honor de la Virgen de Begoña, que tenían como centro las Corridas Generales, destacaba el Gran Circo Reina Victoria, instalado en la Casilla y con sesiones desde las 4 de la tarde y con función doble a las 10 de la noche.
Taurinamente hablando, la temporada de 2017 dio acogida en la antigua plaza de Vista Alegre a diez corrida de toros, once novilladas, dos becerradas y tres espectáculos parataurinos más. José Gómez “Gallito” se anunció hasta en siete ocasiones, cuatro de ellas en el abono de agosto; en seis lo hizo Juan Belmonte.
Los festejos fuera de las Corridas Generales
Lo que entonces se denominaba “feria chica”, celebrada en torno al 2 de mayo, tuvo una gran tradición y formaban parte de las fiestas que conmemoraban la entrada de las tropa liberales en la Villa, en el curso de la tercera Guerra Carlista. En la de 1917 se anunciaron dos corridas de toros, ambas con Joselito y Belmonte en los carteles; la primera, acompañados por Cocherito de Bilbao, la segunda mano a mano.
“Gallito” destacó especialmente en la del día 2, en la que –según las crónicas de la época– “la sabiduría lidiadora le abrió el camino del triunfo”. Por su parte Juan Belmonte salió triunfador en el segundo festejo, celebrado el día 6, cortándole las orejas a los toros 4º y 6º, con el hierro de Contreras.
Joselito volvió
Ya en octubre, el día 14, el Club Cocherito organizó una corrida extraordinaria a beneficio de la familia del banderillero Manuel Morena, que había encontrado la muerte durante un festejo celebrado en Haro. Por cierto, Morena era tipógrafo en el diario “El Liberal” y estaba a punto de retirarse del toreo activo.
Con toros de Argimiro Pérez Tabernero –de juego excelente por bravura y nobleza–, actuaron aquella tarde cinco toreros locales: Cocherito de Bilbao, Rufino San Vicente “Chiquito de Begoña”, Serafín Vigiola “Torquito”, “Fortuna” y “Ale”, completando el sexteto el mexicano Rodolfo Gaona. “Una tarde inolvidable por los toros y por los toreros”, reza en la prensa de la época. Con todo, la afición disfrutó mucho con el toreo de Gaona, que se lució en todos los tercios.
El abono de agosto
Las Corridas Generales de 1917, ahora hace un siglo, hubieron de retrasarse hasta el miércoles, día 22, como consecuencia de la huelga general. Sobre la base de Juan y de José, la Junta Administrativa las concretó en cinco festejos:
22 de agosto: Toros de Santa Coloma, para Rafael El Gallo, Cocherito de Bilbao y Joselito
23 de agosto; Toros de Miura, para Rafael El Gallo, Joselito, Juan Belmonte y Diego Mazquiarán “Fortuna”
Día 24: Toros de Gamero Cívico, para Cocherito de Bilbao, Joselito y Juan Belmonte
Día 25: Toros de Pablo Romero, para Rafael El Gallo, Joselito y Juan Belmonte
Día 26: Toros de Carmen de Federico, para Cocherito de Bilbao –que sustituía a Rafael El Gallo–, Juan Belmonte, y “Fortuna”.
En total se concedieron 12 orejas de las de entonces, pero el resultado final no debió resultar demasiado tan satisfactorio como la estadística, porque en la prensa se puede leer: “Pasó la feria de los toros sin pena ni gloria, con cierto enfado púbico reprobable”.
El juego de los toros se valoró en estos términos: “Los “pablorromeros” tuvieron poder y pelearon con dureza; los “miuras”, de deficiente presentación pese a su gran cornamenta, tuvieron de todo; los de Santa Coloma, cumplieron, menos dos mansos, uno de ellos de carreta; los “murubes”, nobles, suaves, claros; y los de Gamero Cívico, de inadmisible presentación, se dejaron torear”.
Y en lo que se refiere a los toreros, quedó reseñado que “Joselito realizó la mejor faena en el segundo de Gamero Cívico, al que le cortó las dos orejas y el rabo. El de Gelves demostró durante la feria su sabiduría lidiadora, especialmente frente un toro burriciego de Santa Coloma, al que seccionó la oreja, con permiso de la Presidencia”.
Sobre esa faena cubre de “Gallito” con el toro de Gamero Cívico, el cronista Zurrategui escribió en La Lidia: “Pero llega su desquite con el último y allá va José́ a torear al torillo, que tiene una cabeza muy requetebién puesta. Se luce en Ios quites. Toma los rehiletes, y cambia tres monumentales pares, dejando llegar lo imposible. Los manes, entusiasmados, aplauden a lo bruto y se despojan de ropa para echarlas al matador en premio a la faena hecha con las banderillas. Llega lo más grande. con las dos rodillas en tierra, da pases de pecho y por alto. Entre los pitones se incorpora y continua la faena más grandiosa que aquí se le visto. El respetable, entusiasmado, aplaude sin cesar, y en medio de la ruidosa ovación, entra valiente por un pinchazo, y después una entera que mata sin puntilla. Ovación, vuelta al anillo, oreja y rabo. José se ha desquitado”.
La faena cumbre de Belmonte
En lo que hace a Juan Belmonte, escribe Zurrategui: “impresionó con su arrollador valor, y es curioso, excepto con los “murubes” que según ellos decían era la corrida del respiro. Asimismo, mató con buen estilo”. El genio de Triana tuvo un triunfo fuerte con la corrida de Pablo Romero y en la Miura. Tanto que entusiasma al cronista de “La Lidia”, que la tarde de los toros miureños le dedica este párrrafo: “Inconmensurable fue la faena hecha por el de Triana a un hermoso animal, que siembra el pánico apenas sale al ruedo. Belmorite retira a la gente y a solas con el toro empieza su repertorio con un estupendo pase natural, otro redondo enorme, da uno pecho espeluznante y molinetes, que son aplaudidos. Entra con valentía (a pesar de ser un miureño y grande) para cobrar un buen pinchazo, otros buenos pases, cuadra y atiza en todo lo alto hasta la mano que mata sin puntilla. Ovación estruendosa, oreja, rabo, vuelta al ruedo y después tiene que salir a Ios medios para saludar”.
Por su parte, Castor Jaureguibeitia “Cocherito de Bilbao” obtuvo tres orejas, una en cada una de las corridas que mató. Y “Fortuna” destacó con la espada, cortándole la oreja a uno de los “murubes”. Sin lucimiento pasó Rafael El Gallo, muy desigual toda la feria.
Pese las tres orejas, el bilbaíno convence poco a la crónica foránea. Y así, de una de sus tardes Zurrutegui escribe en “La Lidia”: “A pesar de ser de Bilbao no le aceptan la faena que hizo a su primero, y en cambio en el ultimo suyo parece que quiere alegrárnos la existencia, y aunque movido, lancea con voluntad, lo que se aplaude, con las banderillas clava tres buenos pares aceptables, que también se aplauden. Toma la muleta, y dentro de toda la faena da un gran puse por alto. Entra bien, cogiendo una baja de efecto rápido. Ovación y oreja, pedida por sus paisanos. Nada. Cochero toree en la tierruca y cobrará muchas orejas”.
Que no fue precisamente la feria de Rafael el Gallo queda claro en las crónicas, que son muy duras, como esta referencia en “La Lidia” en la corrida de Miura: “Toda la concurrencia a esta corrida veníamos credos en ver a Rafael desquitarse del fracaso anterior, pero fallecieron nuestras esperanzas al ver cómo al cabo huía de su adversario, mezclando entre sus espantados pases por bajo que no satisfacen, coronando su desprestigiada faena con dos puñaladas en el pescuezo que producen vómitos de sangre, y después degüella. Bronca. Creído el respetable que demostraría su amor propio y gracia gitana en el quinto, la bronca pero. ay… fatalidad, a este toro empezó a torearle sin parar, acompañado de sus correspondientes siseos. Toma la muleta. Dos pases alto. Empieza a correr, un pinchazo en el cuello (pitos), otro (mas pitos) saliendo de naja. Bronca archimonumental. El público grita que se vaya, y a los tres intentos dobla el miureño. Abucheo sin límites al Gallo”.
Un personaje popular
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(Del blogs de Cesar Estornés)
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Al hilo del triunfo con orejas y rabo de “Gallito” con los toros de Gamero Cívico, Emiliano Uruñuela apostilló en su libro “La Dama Taurina de Abando”: “Está bien lo del RABO, pero esa cosa tan ordinaria y que tan contadísimas veces se ha dado en Bilbao, estaría mucho mejor dando sabor a la rabada de Purita Iturralde”. Huelga decir que Purita, casada con otro personaje que se hizo célebre: Santi el marinero, era reconocida como una de las grandes cocineras bilbaínas, cuyos platos se degustaban en el restaurante que regentaba con su marido. Todo un personaje en la vida de la villa.
Don Aureliano López Becerra –que firmaba con el seudónimo de “Desperdicios”–, muchos años director de La Gaceta del Norte, escribió en su periódico sobre Purita: *genial cocinera que me hizo comprender un año de desgana, que una rabada en que la materia prima fueron los rabos de unos Pablo-Romeros inolvidables, es manjar destinado a los dioses del Olimpo y plato para resucitar a los muertos. Sus manos de hada dieron al guisado ese punto inimitable, gracias al cual la fama de nuestras cocineras ha vuelto a triunfar para envidia de todos*
Pronto se hicieron famosos sus platos. De hecho, a partir de los finales de los años 30 se convirtió en punto de reunión de toreros y aficionados a su paso por Bilbao. En su comedor se podía ver lo mismo a Hemingway que Antonio Bienvenida o Sebastián Miranda. Mantenía también una estrecha relación con la Junta Administrativa de Vista Alegre, donde muchos días de toros servia los almuerzos.
Fuentes: Emilia Uruñuela: “La Dama Taurina de Abando”, Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional y Hemeroteca Digital de la Diputación Foral de Bizkaia.
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