SEVILLA. Quinta de feria. Casi lleno. Toros de Victorino Martín, bien presentados, pero de poco juego. Antonio Ferrera (de fucsia y oro), silencio y silencio. Manuel Escribano (de tabaco y oro), ovación y vuelta al ruedo. Daniel Luque, palmas y ovación.
Hubo dos grandes pares de banderillas: de Montiliu por los adentros, en el 4º, y de Raúl Caricol, en el 6º. Y un quite de peligro, que puede aspirar al Premio de los médicos: de Francisco J. Sánchez Araujo, en una situación muy difícil para Juan Contreras, en el 4º.
Había expectación por la corrida de Victorino Martín. Pero todo quedó pendiente para otro día, en este sábado no se conjuntaron los astros. En la plaza se palpaba el ambiente al conjuro de la A coronada; en la misma medida, la tarde acabó en desilusiones. No es que todos se acordaran de Ortega y de su “no es eso, no es eso”. Pero desde luego a ver como se derrumbaban los albaserradas no se había acudido al tendido.
Toda la corrida respondía al tipo propio de la Casa, seria y con hechuras, aunque luego les fue fallando el motor. De forma más escandalosa al 1º y al 4º, que no se tenían de pie. Asalta una duda, especialmente con el que abría la tarde: ¿carecía de poder o salió lesionado del segundo encuentro en el caballo?. Pero, en general, toda la corrida abundó en blandura. Y tanta flojedad de patas impidió que se manifestaran las bondades del 5º, el más noble de la serie, y alguna medida del 6º, aunque fuera de tono menor. Anotemos, en fin, que el conjunto careció de humillación, que ha sido y es una de las virtudes fundamentales de este encaste. El que hizo 3º, ese sí, se decantó en su medida por el palo de las alimañas; el resto, sencillamente, no tenían para enseñar mayores calidades dentro. [Entre paréntesis, ¿qué apreciaría ese sector del público que aplaudió en el arrastre al tal 3º?]
Ni los toreros ni el público habían pasado por taquilla para llevarse esta decepción. Por eso hubo sus caras mustias al salir. Sin embargo, la tarde no estuvo vacía de contenido, o al menos lo estuvo en la misma medida que lo acreditaron los victorinosde turno. Es lo que ocurre con el toro bravo, incluso cundo tiene peplas.
Y así, Antonio Ferrera tuvo en sus turnos detalles muy toreros, la mayoría en fases secundarias de la lidia. Pero no es menos verdad que de detalles no vive la afición: gustan, pero luego saben a poco. En su favor hay que reconocer que le correspondió un lote que resultó como para cuidados intensivos.
Puso la plaza en pie Manuel Escribano al recibir al 5º. Primero, porque casi lo atropella el animal en la puerta de toriles, cuando le hizo un regate, del que consiguió librarse; luego, y sobre todo, con un manojo de lances a la verónica tan vibrantes que hasta el maestro Tejera le tocó la música. el de Gerena supo mantener el climax con uno de los mejores tercios de banderillas que se le han visto. La cosa iba bien encarrilada, incluso apuntaba a mayores en los primeros muletazos; pero pronto el de Victorino aflojó en sus acometidas y sólo admitía medios pases. Con todo, Escribano se entretuvo en recetarle una excelente estocada. Frente 2º, al que no podía ni hacérsele un amago de bajar la mano, se mostró tesonero y animoso, pero sobre todo muy firme ante un animal que esperaba y engañaba en sus acometidas.
Asaltan muy serias dudas si el público dio un trato proporcionado a Daniel Luque. Que después de jugarse con su primero los muslos, que el animal los buscaba, que todo quedara en unas leves palmitas, para en cambio aplaudir al victorino cuando iba camino del desolladero, es como para hacérselo mirar. Pero que muchos no alcanzaran a entrar en su faena al que cerró plaza, no es buen síntoma; de hecho, no se metieron en ella hasta que Tejera comenzó el pasodoble. Cierto que su enemigo renunció mediada la faena a ir detrás de los engaños y el tono de modo ineludible bajó. Pero hasta entonces Luque había dejado sus señas de identidad en el ruedo, con clase y temple. Incluso luego, aguantó con mucha firmeza las medias embestidas con la cara por las nubes. ¿Qué a lo mejor sobraron esas series posteriores? Es posible. Pero eso no tanto como para dejar de poner en valor el conjunto de su tarde de este torero.
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