La dura realidad del negocio taurino: La Casa Chopera tiene que dejar la plaza de Córdoba

por | 1 Jun 2012 | Temporada 2012

Los hermanos Martínez Laviano, la histórica Casa que fundara Manolo Chopera, han decidido abandonar la gestión de la plaza de Córdoba, después de dos años ruinosos. En el Ejercicio de 2011  tuvieron unas pérdidas superiores a los 170.000 euros y en la reciente feria de mayo esa cifra se ha elevado de forma sustancial.

Como un empresario no puede trabajar a pérdidas, no queda otro remedio que cerrar el negocio. Es lo lógico y lo honesto: salvo contadas excepciones, cuando un negocio se mantiene a ultranza en marcha pese a arrojar número rojos, por lo general debiera ser sospechoso de esconder otras cosas menos nobles que el negocio en sí.

Por eso, siendo herederos de una empresa que tiene un siglo de historia limpia, los Martínez Laviano prefieren bajar la persiana. Antes propusieron a la propiedad de la Plaza –en el caso de Córdoba, una sociedad mercantil privada– una modificación más realista de las programaciones taurinas exigidas, una vez comprobado que la ciudad no tiene público suficiente para soportar económicamente una feria con siete u ocho espectáculos. Y no se puede aducir que no pusieran empeño en defenderlos: ya el pasado año hicieron esfuerzos importantes y novedosos de promoción y de captación de nuevos espectadores e incluso hicieron una bajada aprecia del precio de las entradas. La experiencia demuestra que no han funcionado.

En consecuencia, una vez que la propiedad decide no modificar las condiciones taurinas del acuerdo, lo honesto era dejarlo. Y eso han hecho.

Los datos concretos le dan la razón a los empresarios. Cuando la asistencia a los espectáculos retrocede un 30% sobre el año anterior, en el que ya había descendido la actividad de la taquilla, sitúa el negocio fuera de los limites de lo admisible.

A partir de tal realidad, lo que convendría estudiar –y los modelos analíticos socioeconómicos diseñados por los profesores Royuela y Medina pueden ser una herramienta útil— en qué raíces hunde su crisis la afición de Córdoba. Sin duda hay materia para el estudio, por ejemplo de hechos tan llamativos como estos:

20 de mayo: Finito de Córdoba (torero local), Juan José Padilla y El Fandi: Un cuarto de plaza

25 de mayo: José Luis Moreno (torero local), Morante de la Puebla y José Mª Manzanares: media plaza

26 de mayo: Enrique Ponce, El Juli y Jiménez Fortes (torero de la próxima ciudad de Málaga): media plaza

27 de mayo: Hermoso de Mendoza, Leonardo Hernández (torero local), y Manuel Manzanares: un tercio de plaza

Junto a la necesidad de revisar los modelos económicos que manejan los toreros, resulta evidente que cuando las figuras arrastran aficionados de forma tan escasa  a los tendidos de la plaza, cuando en otras ferias eso no ocurre, hay necesariamente que pensar cuál es la raíz profunda por la que Córdoba, ciudad con una rica tradición taurina, ha desistido.

Sin duda, la crisis económica es un factor que habrá influido. Pero sólo la crisis no permite explicar la dimensión de esta gran deserción de los tendidos. De modo necesario habrá que estudiar otros factores sociales, si se quiere recuperar todo el terreno perdido.

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