SEVILLA. Séptima de feria. Algo más de media entrada, en otra tarde de calor. Cinco toros de Garcigrande – Domingo Hernández y uno Jandilla (1º), poco agraciados de lámina y con poca raza, abundando los que se desfondaron pronto. Manuel Jesús “El Cid” (de grana y oro) silencio y vuelta. Daniel Luque (de marino y oro), ovación y silencio. Arturo Saldívar (de verde botella y oro), silencio y silencio.
Parte médico: Tras la muerte del 2 de la tarde, en la enfermería de la plaza Daniel Luque de una “herida por asta de toro en cara posterior de muslo derecho que interesa planos superficiales, en una extensión de 4-5 cm. Se hace lavado de herida y sutura de la misma bajo anestesia local. Pronóstico: Leve. Continúa la lidia"
Catorce, ni uno más, ni uno menos. Catorce toros tuvo que traer Domingo Hernández a los corrales de la Maestranza, para que al final le aprobaran cinco; alguno parecía haberse acogido a aquellos “aprobados generales” que los profesores de otras épocas daban a sus alumnos para celebrar que habían ganado las oposiciones a Cátedra, cuando las oposiciones eran realmente oposiciones. Ni por esas. Además de feos de hechuras –¡con lo bonita que es la lámina de un toro bien hecho!–, los elegidos habían dejado en la dehesa la raza y el fondo. Se completó el sexteto acudiendo una vez más a “Jandilla”, como un primo hermano de los que hasta ahora ha lidiado, por sí o por intermediación, en lo que va abono.
Si no fuera por ese pequeño detalle que sin toro bravo no hay Tauromaquia, sería como para correr un tupido velo sobre el elenco ganadero que viene pasando por Sevilla en este año de 2014. Ya son ganas de que las cosas se tuerzan. Comienzan torciéndose los carteles, que ahí están las entradas con las que ha correspondido el respetable de otros años, y le dan la puntilla una larga serie de toros verdaderamente infumables. No se sabe que hace más daño, si la bofetada moral del G-5 o los toros que vienen saliendo por la amplia puerta detoriles.
A parte de septiembre, a Manuel Jesús “El Cid” le queda aún el compromiso de los “victorinos” que cierran feria. Esperemos que tenga suerte, porque el de Salteras necesita con urgencias salir de la situación que atraviesa. En esta tarde no acertó a centrarse con su primero, el susodicho “jandilla”, que tenía un buen y franco pitón derecho. Reunida, auténtica de verdad, sólo hubo la segunda serie sobre esa mano. Con la zurda el toro no iba, y parece como los intentos del torero acabaran por llevarla al desistimiento: la faena se vino irremisiblemente abajo. Hay que reconocer que “El Cid” no está como para desaprovechar ese pitón derecho y en Sevilla. El que hizo 4º no tenía calidad, pero sí más pujanza en el viaje y repetía ante los engaños, además con un buen pitón derecho. Es lo que aprovechó, ahora más entonado, el torero para construir una faena estimable, pero que no terminó de redondear, porque este Cid se está convirtiendo en el torero “del casi…” Mató pronto y pudo dar la vuelta al ruedo.
Daniel Luque estuvo torero en las formas con su primero, en una faena a la que le faltó hilazón y argumento, pero que tuvo decisión. Tras una buena voltereta, el de Gerena volvió con nuevos ánimos, para recetar un arrimón, que además estuvo bien resuelto. El pinchazo previo enfrió los ánimos y al final todo quedó en una ovación. El bastorro que salió en 5º lugar iba a los engaños un poco a su aire, sin clase, sin ritmo; poco de fundamento se le podía pedir a Luque en esta ocasión.
Ni el 3º ni el 6º tenían previsto arreglarle con su buen juego la tarde al ganadero. Frente a eso a Arturo Saldivar le quedaba cómo única opción la que sacó a relucir: la virtud de asentar con firmeza las zapatillas al albero y de pisar terrenos de riesgo. Una actitud meritoria, pero no suficiente.
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