La conjunción de un gran «victorino» y Antonio Ferrera: el hecho diferencial de la bravura

por | 23 Abr 2015 | Temporada 2015

SEVILLA. Novena del ciclo ferial. Tres cuartos de plaza. Toros de Victorino Martín, muy bien presentados y de juego interesante; superior el 4º, al que se dio la vuelta al ruedo. Antonio Ferrera (de verde esmeralda y oro), silencio y vuelta al ruedo tras aviso.  Manuel Jesús “El Cid” (de verde botella y oro), silencio tras un aviso y silencio. Manuel Escribano (de verde botella y oro), una oreja tras aviso y silencio.

Si nos ponemos en plan ligeramente pedante, se diría que Victorino representa hoy el hecho diferencial de la bravura. Hay que reconocer que lo suyo es otra cosa. En medio de la vulgaridad, del dichoso “toro predecible”, encontrar seis toros distintos, con lo bueno y lo malo que se conjuga en el campo de bravo, pero siempre con un sello propio sobre la base de la casta. Toros, en suma, “amtibostezos”, que es lo que se sufre tantas tardes.

La corrida de este jueves de feria ha sido un ejemplo de todo ello. Se ha visto un gran toro, justamente premiado con la vuelta al ruedo; pero se han visto también otros con problemas evidentes, o sencillamente con una bravura tamizada por la blandura. Lo que ocurre es que en toda la escala de los posibles el toro de Victorino interesa.  Con tanta historia detrás, esto ya no es precisamente un espejismo, es la historia de un trabajo hecho con mimo pensando únicamente en el toro bravo en toda su integridad. Tan es así que ha podido, ha sabido también, superar baches importantes, como los de hace unas temporadas.

Pero como es un toro diferente, hasta el bravísimo 4º de la tarde tuvo pasajes un tanto desconcertante. Irreprochable de lámina y ofensivo por delante, por dos veces el victorino se arrancó de lejos al caballo con galope bellísimo, para pelear con la cara muy abajo bravamente. Pero, luego, en ambas ocasiones se salió muy suelto de la suerte. Al tercio final llegó como había preanunciado en banderillas: con tranco largo y pronto, con carácter pero también con nobleza. Sólo le faltaba una cosa: encontrar un torero a su medida, que lo dejara ver, que sacara todo lo bueno que el animal llevaba dentro. Y lo encontró en un Antonio Ferrera hasta solemne en sus formas de torear. Ni uno ni otro podían tener encontrar mejor compañía, para colmo en un marco incomparable.

Por lo demás Victorino Martín echó toros muy exigentes, como el 3º, que además tenía un pitón derecho que ponerse ahí era de alivio de luto; otros bondadosos pero con menos fuelle, como los dos primeros. Eso sí, todos con una guapa presencia, dejando ver ya en sus hechuras su propia procedencia. Si uno que no estuvo en la plaza se fía de la escueta estadística del festejo, le podría parecer que ha sido muy poca cosa. Nada más lejos de la realidad: ha sido la tarde más completa, más entretenida también,  de lo que va de feria. Y todo por ese “hecho diferencial de la bravura”.

Apuntado quedó que Ferrera ha estado verdaderamente “cumbre”. Con mucho criterio en el saludo capotero, protagonizó el extremeño un gran segundo tercio. Y luego….., luego no se puede torear con más temple y hondura con la muleta a un toro encastado en bravo. Dejó un par de series como pasarse la noche soñando con ellas. Solo quedaba la satisfacción de dar al toro la gran muerte que merecía.  Ferrera por dos veces hizo bien y despacio la suerte, pero en una pinchó arriba  y en la otra dejó casi media, que necesitó del verduguillo. Se esfumaron las orejas ganadas tan a ley. Lo no que la afición de Sevilla no olvidará en mucho tiempo es la majeza de su actuación. De hecho, como a un triunfador lo despidió la Maestranza.

Otra fase de alta intensidad se vivió durante la lidia del 3º, con muchos bríos desde que apareció por la puerta de toriles. Además de acostarse continuadamente por el pitón derecho,  era un toro exigente. Aunque las florituras tenían poco sitio allí, Manuel Escribano se fajó con él como cuenta la historia que siempre hicieron los toreros machos, sin volver la cara ni un minuto, presentando siempre batalla y de paso dejando un par de serie de naturales con mucha enjundia, que no todo fueron arrimones. Tan sólo una objeción: su empeño en ponerse reiteradamente por el pitón derecho, por el que el "vistorino" no tenía un muletazo. Como luego le recetó un señor espadazo, Sevilla no dudó en recompensarle con  una justa oreja.

Aunque sin el brillo de estos dos momentos, el resto de la tarde mantuvo la atención de los aficionados. Con el peor lote se topó “El Cid”; Ferrera y Escribano cumplieron con profesionalidad y aseo con el 1º y 6º, respectivamente.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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