Si en algún mundo no caben las casualidades es en el toreo. Ni los triunfos se ganan en la “bonoloto”, ni los contratos nacen de la nada. Habrá, sin duda, quienes reciban el empujón inicial de unos apoyos externos para verse anunciado en los carteles; pero si cuando empieza a salir el toro no responde a lo que se espera, cada cuál vuelve a su sitio. Precisamente por eso esta profesión es tan tremendamente dura, casi heroica.
Quiere ello decir que se pueden encontrar situaciones o casos muy poco entendibles, cuando se miran desde el tendido; pero internamente responden a unas razones, generalmente ignotas para el gran público, pero que forman parte del entramado de fuerzas e intereses que se mueven en torno a la Tauromaquia. Y todo ello, además, surte efectos inmediatos. Quien cotiza a la baja, por el motivo que fuere, lo comprueba prácticamente en tiempo real.
Ahí está el caso, por citar un ejemplo emblemático, de Juan José Padilla en su segunda etapa, nacida a raíz de Zaragoza. Su gesto tan cabal y tan de hombre recio de volver a los ruedos después de la tragedia, constituyó un verdadero acontecimiento incluso mediático, bien administrado como fue por sus mentores, la Casa Matilla. A lo largo de casi dos temporadas tuvo reservado el puesto de “primero” en carteles completados por las grandes figuras. Pero ya a finales del segundo año fue siendo aparcado en otro tipo de carteles y ahora tiene casi plaza fija en ese que se bautizó como de los mediáticos. El de Jerez sigue siendo cada tarde el mismo “hombre esforzado”, como Sánchez Neyra definía a los toreros; lo que han cambiado son los factores externos, que le han situado en una nueva ubicación. Y si se continúa manteniendo ahí es porque Padilla sí que cumple al pie de la letra el lema del viejo anuncio: la prueba de su decisión y de sus empeño no engaña. Resulta evidente que por razones no conocidas se ha decidido que ese debe ser su nuevo camino y su nuevo estatus. Tan dura es esta realidad que hasta ha tenido su traslación a los carteles que han compuesto su temporada mexicana.
Ahora nos topamos con otro ejemplo no menos evidente con Manuel Escribano como protagonista. Soporte principal del abono de Sevilla, con el casi mítico Domingo de Resurrección incluido; con contratos firmados para cumplir la que puede ser la temporada de su vida dando la vuelta a España varias veces y con apoderado implicado en la propia gestión de Las Ventas, por lo que trasciende de la organización isidril ahora va a confirmar su alternativa en Madrid con una sola tarde en el abono y en un cartel con los alicientes bastante justos. Con el torero de Gerena se anuncian Padilla y Joselito Adame y los toros serán de La Palmosilla, una de las variantes del monoencaste. A lo mejor luego el encierro gaditano sale lo que se dice “de dulce”, pero de antemano basta dar un repaso a quienes han sido anunciados en los últimos años con este hierro para situar todo en su contexto propio.
En esa misma feria madrileña de este año se anuncia como uno de los carteles estrella la tarde de Enrique Ponce, que compartirá terna con Sebastián Castella para lidiar la codiciada corrida de Victoriano del Río; se incluye aquí la confirmación de alternativa de David Galán, que vuelve a la profesión activa después que dejara de anunciarse en 2008, nueve años más tarde de haber accedido al doctorado, con un escaso número de corridas de toros en su haber y sin que haya mediado un “bombazo” taurino de ninguna naturaleza que sirviera para recolocarle en los escalafones.
Es muy de desear que Galán aproveche la oportunidad que se le abre por delante, porque la Fiesta no anda como para desaprovechar a nadie que pueda dar guerra en los carteles. Pero eso no obsta para que haya una desequilibrada proporcionalidad entre su confirmación y la que Simón Casas ha negociado para Escribano, que además se ha dado de baja en la corrida de Miura según cuentan.
No se trata aquí de criticar la contratación ni de uno ni de otro. Ojalá los dos abran la puerta que da a la calle Alcalá. Lo que se intenta poner de manifiesto es que este tipo de hechos diferenciales no surgen en el toreo ni de improviso, ni por casualidad. Seguro que tienen sus motivaciones. Por eso resulta tan oportuno readaptar a este caso la célebre frase de Pascal: “La Fiesta tiene razones que la razón no entiende”. Le cuadra como anillo al dedo.
0 comentarios