EMECE (Manuel Casanova) narró en “El Ruedo” lo que fue aquella la tarde, una crónica en la que entre otras cosas escribía:
La corrida, que tenia su ilusión, ha tenido su emoción también. Aun por encima del gran torero, en Manolete hay el pundonor, la conciencia estrecha de su responsabilidad. Y a ella se ha entregado sin reparar si el sacrificio era grande o pequeño. La corrida de Bohórquez, de buena presentación, ha salido noblota, pero con casta. Buena la embestida; pero peligrosa, no por bronca, sino por la codicia, por el celo. Corrida para toreros que sepan torear y que sean capaces de aguantar.
Y Manolete ha aguantado. Hubiera aguantado de todas maneras. Eran para él todas las miradas y todos los comentarios. Pero Manolete ha respondido a la expectación desde un quite en el primer toro hasta que, ya herido en el quinto, ha seguido toreando, cojeando visiblemente, y aun más apretadamente que cuando comenzó́ su faena.
El segundo toro ha sido retirado por cojo. Lástima. El toro era bravo. Y ha dejado paso a uno de Vicente Charro, con el que Manolete se ha empleado a fondo. Ha toreado al natural con gusto, con calor, y en los naturales, de puro ceñidos, se ha manchado el traje. Faena justa, sobrada si acaso. No ha tenido suerte al matar –pinchó tres veces– y aunque ha perdido la oreja inicial, ha dado la vuelta al ruedo entre una ovación continuada.
![]() |
Manolete,conducido a la Enfermería |
El quinto salió abanto. Correteó. Hasta salió suelto alguna vez de los caballos; pero Manolete, cuando cogió la muleta, iba dispuesto a encelarlo. La faena fué a más. Del tanteo a más cerca, más cerca todavía, y en un momento insospechado el toro le ha herido en la pierna, sin derribarle. Pero de la pierna salía sangre, y Manolete ha seguido toreando con más afán, con el ansia de que no se le escapara, por el percance, el triunfo. Todavía ha dado unos naturales magníficos, ha cobrado la estocada grande, y entonces ya consintió en que las asistencias le llevasen a la enfermería, hasta donde Pinturas fué portador de las orejas que le habían sido concedidas.
La expectación se había concentrado en Manolete, y Manolete sabia corresponder, aun a costa de su sangre, a la expectación. Pundonor, aun por encima de su arte de gran torero.
![]() |
Pepín Martín Vázquez abrió la Puerta Grande |
Triunfo claro también el de Pepín Martin Vázquez. Pepín ha tenido con la capa y con la muleta una de sus tardes más afortunadas. SI no era el favorito de la tarde, y aun siéndolo quizá, la gente ha estado en seguida con él. Ha toreado de capa finísimamente, y ha hecho quites que provocaron el entusiasmo.
Sus faenas de muleta han tenido, junto a la buena construcción, la gracia. Los toros le han pasado muy cerca, y él se ha desenvuelto con ese garbo que gusta a las muchedumbres. Ha toreado, además, con cabeza. Y ya en el sexto toro, muy descarado de cuerna, ha ido y ha venido a su son, se ha ajustado y ha dejado refrescar al de Bohórquez cuando así ha convenido, y ha sacado pases emocionantes y vistosos. Ha matado con facilidad, mejor al sexto que al primero. Ha tenido en los dos la suerte de descabellar a la primera, y lo que fué en el primero las orejas y la vuelta al ruedo, ha sido en el sexto otra vez las orejas y salir en hombros por la puerta de los triunfadores.
Rafael Vega de los Reyes continúa sin encontrar ese sitio espléndido que tenia al final de la temporada anterior. No está confiado, sencillamente. De estarlo, habría toreado a ese magnifico toro cuarto –para nuestro gusto, el mejor– con su buen arte y con ese estilo de pureza que en él se ha dado. Pero Gltanillo de Triana ha vacilado y los toros eran de esos a los que hay que aguantarles, porque tienen nobleza, pero no son de los que respetan la comodidad del torero.
En la Plaza ha quedado un rumor prolongado del gesto de Manolete y una alegría de la juventud triunfante de Pepín Martin Vázquez, que allá se ha ido en hombros de los entusiastas por la calle de Alcalá.
nnManolete, en el Sanatorio de Toreros
Siguiendo la actualidad, en una semana más tarde “El Ruedo” visitó a “Manolete” en el Sanatorio de Toreros, donde se recuperaba de la cornada. Bajo el titulo “Ningún año me libro de pagar mí contribución de sangre”, estas fueron sus declaraciones:
![]() |
Manolete, en el Sanatorio de Toreros; a la izquierda un joven Julio Aparicio |
Esto no es más que uno más de los incidentes corrientes de la lidia. Los toros salen al ruedo para ´´coger a los toreros. Y eso es todo”, nos dijo Manolete al acercarnos al lecho donde convalece.
Manolete atendía jovialmente a cuantos amigos le mostraban su interés por el curso de la herida. Le preguntamos si se dió inmediata cuenta de que estaba herido y Manolete afirma:
–Me di cuenta en seguida.
–Entonces, ¿por qué no cortó la faena?
Manolete encendió un cigarrillo y tras una breve pausa, respondió:
–Ningún torero que tenga pundonor profesional se hubiera alejado del toro, en tanto se sintiera con fuerzas para permanecer en pie. Además, yo estaba entonces embalado en la faena y nadie hubiera podido detenerme. Por si todo esto no bastara, estaba ante el publico de Madrid y eso era bastante para moverme a hacer lo que hice.
–A propósito del publico madrileño, ¿quiere decirnos qué opina de él por ésta su reciente reaparición?
–Pero, ¿es que va a resultar que es usted hombre fácilmente impresionable?
Hacemos referencia a los percances que lleva sufridos y Manolete dice:
–No me escapo ningún año de pagar mi contribución de sangre… Pero, gracias a Dios, puedo decir que con mucha suerte.
–¿Qué dice el doctor Guinea de su reaparición en los ruedos?
Al despedimos, preguntamos al diestro por sus planes más inmediatos.
–Marchar al campo tres o cuatro días y luego a Valencia, a continuar la lucha
© El Ruedo, 17 y 24 de julio de 1947, Nº 160 y 161
0 comentarios