En el prólogo que Luís Carmena y Millán escribe, bajo el rótulo “La alternativa”, a la obra monumental “El espectáculo más nacional” del Conde de las Navas, recuerda la alternativa de “Guerrita” en los siguientes términos:
–Dale pocos pases con la mano derecha, y en cuanto te se ponga, éntrale con muchos pies, porque está dificurtosiyo. Anda, que yo estaré á tu vera.
Estas palabras dijo el gran califa cordobés, Rafael Molina (Lagartijo), al otorgar la investidura de matador de toros y entregar los trastos á su paisano, discípulo y sucesor en el trono de la tauromaquia, Rafael Guerra (Guerrita), en la tarde del 29 de Septiembre de 1887.
No estaban fuera de lugar las advertencias del maestro; pues tan luego como el neófito se acercó a su enemigo, pertenecíente a la vacada de D. Francisco Gallardo, “Arrecío” de nombre, negro mulato, bien puesto de armas, que desde el tercio de banderillas cortaba el terreno y estaba incierto, cobarde y desparramando la vista, bastaron dos pases, uno natural y otro alto, para que fuese cogido y derribado sin consecuencias sensibles, gracias a Lagartijo, que, con su magistral capote, se hallaba a la vera. Repuesto el muchacho, tomó de nuevo al manso con varios pases naturales, de pecho y cambiados, y entrando con valentía, cobró un volapié hasta la mano, descabellando luego con la puntilla.
De aquella tarde en Madrid de septiembre de 1887, José Sánchez de Neira, realizó en “La Lidia” una semana más tarde un análisis crítico que tituló escuetamente “La corrida del jueves”. A la luz de lo que fue la historia, el texto de este comentario es digno de ser leído:
Ya tenemos un matador más de alternativa.
El jueves 29 del pasado Setiembre, la tomó de manos de Rafael Molina el intrépido Rafael Guerra, a los 26 años de edad, y 12 de práctica en el toreo: y si a juzgar vamos por el delirio que en gran parte de la gente produjo su trabajo, el hombre ha debido estar sublime, y mucho más alto que la cúspide de la cumbre del pináculo de la tauromaquia. Sin embargo, un inteligentísimo escritor, que tanto entiende de toros como de letras, ha dicho con gran verdad: “Guerrita ha sido ayer el héroe de la fiesta, y no ciertamente porque su trabajo se ajustara a esas reglas taurinas que señala el arte y que ¡os aficionados antiguos desean mantener incólumes, sinp porque no desperdició nada de lo que las reses daban de si para buscar aplausos con esa valentía que demuestra ante los toros y que no quisiéramos rebasara nunca de lo que la prudencia aconseja”.
Y otro escritor taurino de los más antiguos en la prensa, ha dicho al hacer la revista de ese día: “Se trata del doctorado de Guerrita, que creemos un tanto extemporáneo. Rafael II toreando con desahogo, se arrima como pocos y ve como ninguno; pero en el momento de herir le falta mucho, pero mucho, y nada hubiese perdido con torear otro par de años al lado de su maestro”.
Esta opinión también es la del que suscribe, como lo expuso en el número de LA LIDIA correspondiente al día 12 del pasado, y estos dictámenes se confirmaron el jueves por la opinión sensata, observadora é imparcial.
Es el novel espada un peón de primera, aunque inquieto bullidor. Ve llegar los toros como su maestro Fernando Gómez, el Gallo, y remata las suertes, sino con tanta parsimonia, con mayor frescura que Lagartijo. Hizo el jueves quites y recortes, y dio saltos y brincos como el que tiene la exclusiva en un pueblo, y a nadie deja adquirir géneros si en su tienda no se compran. Anulado por él —há ya dos años— el aventajado peón que tanto sirvió á su hermano, y que se llama Juan Molina, parece que, respecto á Rafael, lleva Guerrita el mismo camino que el Tato siguió con Cuchares, y aunque el público es tornadizo y voluble, fáltale mucho al nuevo para llegar al viejo. Si la inteligencia de éste no le hubiese ayudado el jueves, posible es que la muerte del primer toro le hubiese costado al aprendiz una cornada, porque sabe poco aún para competir en conocimientos con quien los tiene muy grandes.
No es día este para formular cargos contra Guerra, que además de ser un valiente, es muy simpático, y le sobra voluntad para agradar: pero sí es día de advertirle con sano consejo, que estudie y estudie mucho las suertes fijas, inmutables y exactas del toreo, tal cual Montes las escribió, y renuncie al abuso de las medias verónicas, dándolas enteras a pie quieto, y a los demás adornos y desplantes que fueron causa de la pérdida de celebridad que el Gordito había adquirido con justísima razón; y cuidado que en cuanto a torero, en cuanto a saber andar cerca de los toros, de los diestros de entonces ni de los de ahora, nadie se le ha puesto por delante.
De hacer caso de los desmedidos aplausos que el jueves se le tributaron, siempre manejará la muleta echándose los toros encima, por retirarla de pronto y con rapidez, y siempre arrancará de largo, aunque tenga al herir más suerte que tuvo, puesto que, a pesar de lo que sus amigos han dicho, bien sabe que la estocada alta que dio al primer toro, tenía cierta tendencia que retrasó la muerte, hasta el punto de ser preciso el descabello intentado tres veces con el estoque y uno con la puntilla; y sabe también que las demás estocadas no fueron de recibo.
Aquello de introducir el estoque en la cruz por línea recta, partiendo el corazón y rodando el toro en seguida como una pelota, no lo vimos, pero tenemos la esperanza de que, siguiendo nuestros consejos, ha de subir más que con las adulaciones de los fanáticos, y por eso nuestro aplauso al ver su intento de recibir aí segundo toro, debe tenerle en mucho. Si a semejanza de lo que hizo en la corrida anterior Felipe García, la suerte de recibir no salió tan perfecta como es en sí, que no desmaye, que la intente ahora que por todo ha de ser aplaudido que ya, en lugar de despatarrarse, unirá los pies, y estudiando un poco, con sü valor y con su audacia vencerá dificultades.. Como le queremos para más de un día, le pedimos olvide el jugueteo propio de los pocos años, que ya no es niño, y toree con seriedad, arte y formalidad como exige el rango a que ha sido elevado.
El pobre Rafael Molina, cuya fama como matador de toros se derrumba precipitadamente, a pesar de los puntales cordobeses y de los esfuerzos de inteligencia que la práctica le ha dado, hizo prodigios ayudando a Guerrita y poniendo banderillas como en sus mejores tiempos. Matando….. no hay que hablar!. Harta desgracia tiene con su falta de valor, y ponerla de relieve sería ensañarse.
La dirección del ruedo absolutamente abandonada. Hubo carreras de monos, de areneros, de caballos, de toreros y demás gente menuda, pareciendo la plaza, en algunos momentos, la escena del Aquelarre en la representación del Mefistófeles; tal era la aglomeración de gente insubordinada. Manene y Mojino descollaron en banderillas. El ganado cumplió; aunque fueron lidiados algunos toros más pequeños que los de marras.
La tarde y la entrada, frías. Lo mismo que el Presidente que sirvió al oído, es decir, cuando los espectadores le gritaban ¡eeeh¡.
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