VALENCIA. Quinta de feria. Menos de media plaza. Cuatro toros de Zalduendo y dos de El Ventorillo (4º y 6º bis). Iván Fandiño (de rosa y oro), silencio tras aviso, silencio y silencio, en el que mató por Adame. Joselito Adame (de azul noche y oro), ovación tras aviso, para pasar luego a la Enfermería. Juan del Alamo (marino y oro), una oreja y una oreja tras aviso; salió por la puerta grande..
Cada día tiene su afán. En este martes de Fallas, el afán lo trajo a cuestas Juan del Álamo. Y toreramente, además. Se veía venir desde que se abrió con el capote para recibir a su primero; traía el triunfo en la boca y no parecía dispuesto a dejarlo escapar. Cuánto hace el ánimo de un torero. Como el salmantino maneja con primor los engaños, la tarde le vino de cara.
Y no era fácil, porque los cuatro zalduendos —de los nueve que vinieron del campo– que la autoridad permitió salir al ruedo, dejaron mucho que desear, en presentación, en juego y en fondo, hasta el punto de tapar la nobleza del que abrió plaza. La corrida la completaron dos toros de El Ventorrillo, que en realidad fueron tres, porque el 6º bis sustituía a otro del mismo hierro que fue devuelto por lesión y que originariamente había sorteado Adame; con más cuajo que los titulares, no mejoraron precisamente en cuanto a juego a los de Zalduendo. A la postre, con una cosa y con otra, un saldo impropio.
La llegada a la madurez le sienta bien a Juan del Álamo. Que tenía el buen toreo en la cabeza ya se sabia; ahora lo complementa con un mayor asentamiento a la hora de plantear la lidia. Y así, espabilado estuvo cuando eligió los terrenos y las distancias en sus dos toros. Con la mano izquierda a su primero acertó a dejarle unas mucho más que estimables series de naturales, largos y lentos, sujetando a su enemigo en sus intentos de salir suelto. Unas malonetinas apretadas precedieron a una entera algo contraria.
Volvió a buscar el triunfo con su segundo, que por el cambio en el orden de lidia salió en 5º lugar. Una faena que fue a más, basada casi siempre sobre la mano derecha, en la que templó y ligó sin violencia. Se le veía sobrado al salmantino. Dejó todo el acero arriba y suya fue la segunda oreja, que le abría la puerta grande en esta tarde su presentación en Valencia.
No es cosa de empezar el año recordando ese dichoso bache que nació con los seis toros de Madrid y que le pesaron como una losa durante toda la pasada temporada. Pero lo cierto y verdad es que Iván Fandiño no ha estado bien. Entre dimes y diretes se dejó ir su primero, que tenia nobleza aunque no fondo, en una faena tan interminable como falta de convicción. Los dos de El Ventorrillo pusieron todo de su parte para que acabara desanimándose. Con todos los paliativos que se quieran, se le fue la primera feria al torero y no se vio a ese hombre esforzado que se abrió camino contra viento y marea.
Cumplidora la actuación de Joselito Adame con el único que pudo matar. En descuido, el toro con toda la espada dentro, le prendió de fea manera y le dejó el recuerdo de una cornada que no siendo de especial gravedad, si es de las que paran a los toreros cuando le inmovilizan una pierna. Lo más relevante de su paso por Valencia resultó ser el ceñido quite por chicuelinas que nos regaló con el toro que abría plaza.
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