En una detallada crónica, narra Antonio Lorca en “El País”[1] el desarrollo de una jornada interesantísima titulada “Letras en Sevilla” que acaba de celebrarse en la capital andaluza. Y uno de sus puntos centrales, como en otras ocasiones, estuvo en la figura de uno de los grandes periodistas y escritores del siglo XX: Manuel Chaves Nogales. No es la primera vez que se celebra un acto sobre esta temática, que ya durante la Feria del Libro de 2012 hubo unos actos culturales centrados también en la personalidad del escritor nacido en la sevillana calle Dueñas en 1897.
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Jornada literaria en la Fundación Cajasol |
En la jornada celebrada en estos días, como detalla Lorca, hubo una cuestión central a la que se trataba de responder: “¿Estaríamos hablando de Belmonte si Manuel Chaves Nogales no hubiera escrito su biografía?”. Hubo respuestas varias a semejante pregunta. Desde el “No” rotundo a opiniones mucho más matizadas.
Resulta evidente que con libro y sin libro, Belmonte hubiera seguido siendo Belmonte con su revolución a cuestas, esa que marcó un giro copernicano a la hora de entender este arte. Y es que la figura colosal de Juan Belmonte, con la de José Gómez “Gallito”, hoy forman la parte más sustantiva de la leyenda del toreo.
Se diferenciaron, precisamente, por el libro de Chaves Nogales. “Joselito” tuvo biógrafos de primer nivel, junto a otras obras mas ditirámbicas; pero siempre sin salir del área propia de los ruedos. La figura del Pasmo de Triana –también con abundantísimo bibliografía netamente taurina– la situó Chaves Nogales más allá, y diríase que hasta por encima, de los ruedos, para constituirla en un elemento necesario para entender la historia española de su época.
Conviene recordar que dentro de una temática amplísima, todo lo amplia que garantizaba su creatividad y enorme curiosidad, el conjunto de la obra de Chaves Nogales viene a ser el testimonio directo que un reportero podía trazar sobre la época en la que le tocó vivir: desde la Plaza Roja de Moscú al realidad del nazismo, pasando incluso por aspectos sociales y costumbristas; desde sus primeras biografías ejemplares de algunos “grandes hombres humildes y desconocidos”, hasta “Héroes, bestias y mártires de España”, publicado desde el exilio en Chile en 1937. Pero también, cuando se repasa la hemeroteca del diario “Ahora”, que dirigió, ya sea en el campo de la opinión o en el más genuino reporterismo, nos cuenta todos esos elementos, a veces imperceptibles, de lo que era la España real.
Si nos remontamos a 1992 podemos encontrar una de las respuestas más atinada a ese inicial pregunta de si “¿estaríamos hablando de Belmonte si Manuel Chaves Nogales no hubiera escrito su biografía?. La dio un 14 de abril –la fecha de nacimiento del trianero– , en las páginas de “El País”, don José Ortega Spottorno, donde escribió: “sin el libro, Belmonte hubiera quedado en la leyenda, pero no en la historia”[2].
En el fondo, es lo que nos vino a decir Josefina Carabias –magnífica periodista, contemporánea y amiga del sevillano– cuando escribió el epílogo a la edición realizada por Alianza Editorial en 1962 de “Juan Belmonte, matador de toros”[3]. [Un comentario colateral: Resulta particularmente interesante leer el libro de Chaves Nogales después de haber conocido reposadamente este epílogo, porque nos sitúa con exactitud en el marco contextual de la historia que narra. Añadamos que tal epílogo se escribió, precisamente, a instancias del editor Ortega Spottorno.]
Pues bien, escribe ahí Josefina Carabias: “Cuando, hacia 1935, se publicó el libro que acaban ustedes de leer, alcanzó un gran éxito. Pero muy pocos se dieron cuenta que estábamos en presencia de una obra que se mantendría viva a través del tiempo, ni de que su mérito consistía no sólo en la autenticidad y el brillo de la figura del protagonista, sino, sobre todo, en el talento del gran periodista que lo había escrito”.
Y en otro momento, nos explica: “Manuel Chaves Nogales, un sevillano que no era aficionado a los toros ni mostraba jamás el menor interés por los toreros ni la vida taurina, buscó escribir la vida de Belmonte guiado sólo por el interés que despierta en el escritor un tipo humano de carácter excepcional. Luego, tras las primeras conversaciones con el torero, se dio cuenta de que, para lograr el libro que había propuesto escribir, lo mejor era dejarse eclipsar por la personalidad de su protagonista. Que fuera Belmonte quien hablara, quien describiera, quien contara. El gran escritor prescindió de su brillantez propia –un sacrificio que no todos saben hacer–, resignándose a realizar, al menos en apariencia, una labor de notario de su tiempo, que es, en el fondo la principal obligación de todo buen periodista”.
“Sin la pluma de Chaves Nogales –añadía– la vida de Juan Belmonte, aún siendo la misma, no habría tenido el interés que tiene, sobre todo para el lector no taurino, ni se habría traducido al inglés, ni se reeditaría hoy formando parte de una colección del mejor tono literario. Pero debo reconocer también que una figura como la de Juan Belmonte era lo que necesitaba Manuel Chaves Nogales para que su talento de periodista y escritor diera de sí todo lo que podía”.
Años más tarde, Abelardo Linares –editor que rescató buena parte de la obra de Chaves Nogales–, explicaba que en la génesis de este libro se encuentra una conversación de don Manuel Azaña con su amigo Chaves Nogales. Le proponía que ofreciera un mensaje de calma a una convulsa sociedad española a través de la letra impresa. Ambos coincidieron en que la figura de Juan Belmonte, triunfador en la torería y hombre hecho a sí mismo, podría ser un ejemplo de sencillez y aceptación de los propios límites en un momento en el que se exaltan las personalidades violentas. "Belmonte había realizado la única revolución posible: la de su vida personal a través de su oficio o su arte. Actuó como un auténtico héroe en todos los estamentos de la vida política española", en palabras del propio Chaves Nogales.
Y algo de todo eso debe intuir el propio Belmonte, cuando ya en las línea finales del libro, nos deja unas palabras que explican bien lo que supuso esta biografía: “Yo no soy aquel muchachillo desesperado de Tablada, ni aquel novillero frenético, ni aquel dramático rival de Joselito, ni aquel maestro pundonoroso y enconado…. La verdad, la verdad, es que yo he nacido esta mañana".
Eso precisamente ha significado la obra de Chaves Nogales: la entrada en la historia de un personalidad absolutamente singular, en el toreo y fuera de él. Y es que no debiera olvidarse, como remarca Abelardo Linares, en este libro encontramos “la difícil vida de un torero, para mostrar los esfuerzos y conflictos de una España en transformación”.
Un personaje, en fin, que encontró en el toreo mucho más que una forma de ganarse la vida, un Belmonte que resulta ser todo un hallazgo como personaje porque poseía –según su mejor estudiosa y biógrafa, la profesora María Isabel Cintas[4]–, todos los rasgos necesarios: “Tuvo una infancia y adolescencia difícil, procedía de una familia desgarrada. Era un hombre hecho a sí mismo que salió de la nada y cuya vida fue una sucesión constante de esfuerzos para superar todos los obstáculos. Incluso su físico desafortunado lo convirtió en un ídolo atípico y próximo, verosímil e imitable". Quizá todo eso resultó lo que intuyó Manuel Azaña, cuando recomendó a Chaves Nogales que escribiera su biografía.
Otrosi:
Publicado en nuestras páginas el anterior artículo, leemos en El Correo de Andalucia un comentario acertadísimo de Álvaro R. del Moral, bajo el título de "Reivindicación de Chaves Nogales", en el que hace hincapié, entre otras cosas, en la intervencion que tuvo Morante de la Puebla en estas jornadas literarias. No se lo pierdan, lo pueden consultar en:
http://elcorreoweb.es/toros/reivindicacion-de-chaves-nogales-BY3515605
[1] Antonio Lorca. “¿Qué hubiera sido de Juan Belmonte sin la biografía de Chaves Nogales?”. Diario “El País”, 3 de noviembre de 2017.
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