Probablemente, y sin probablemente, ha sido la gala taurina de más altos vuelos de cuantos se han celebrado en Madrid. El nombre de José Tomas, a iniciativa del semanario “El Cultural”, el diario “El Mundo” y Telefónica, reunió en el parquet de la Bolsa de Madrid a un grupo numerosísimos de representantes del mundo taurino, en la entrega del “Premio Paquiro” al torero de Galapagar, como artífice del acontecimiento taurino más relevante de la pasada temporada: su encerrona en Nimes el pasado 16 de septiembre, en la que cortó 11 orejas y un rabo e indultó un ejemplar de Parladé.
Es la cuarta vez que José Tomás se lleva el prestigioso premio, el de mayor dotación del toreo con 50.000 euros y que está patrocinado por Telefónica. Siguiendo lo que ha sido su norma de anteriores premios, al torero ha donado para fines benéficos; en esta ocasión, la cantidad íntegra pasará a la Fundación que lleva su nombre que, en colaboración con la Cruz Roja, destinará el dinero a ayudar a 100 familias necesitadas de cuatro municipios de la Comunidad de Madrid: Valdemorillo, Galapagar, Colmenarejo y Navalagamella,
Presidido por la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, a quien acompañaba, entre otros, el Presidente de “El Cultural”, Luis María Anson; el director de “El Mundo”, Pedro J. Ramírez, el acto de entrega de esta séptima edición del premio fue presentada y conducida sobriamente por el cronista taurino de ”El Mundo”, Vicente Zabala de la Serna. En ella también intervinieron Luis Abril, ex secretario general de Telefónica y secretario del Jurado y Fernando Almansa, presidente del Jurado y consejero de Telefónica, cerrando el turno de intervenciones el propio José Tomás. Se trata de tres intervenciones muy propias de lo que siempre han sido en el mundo de la tauromaquia los banquetes de homenaje a un torero, tres intervenciones que por su interés reproducimos íntegramente.
Pero el curso de su intervención el torero dio a conocer la aparición de un libro que toma su fundamento del discurso que José Tomás Pronunciara al recibir el III “Premio Paquiro” en el pasado año. "Se trata de un libro –dijo– que nace del diálogo que tuve el año pasado en este mismo escenario con “Navegante”. En este libro hay textos de varios autores que profundizan sobre la Tauromaquia, los valores, sobre la Historia, sobre la solidaridad y, sobre todo, sobre la vida. Y hay uno muy especial, lo escribe Mario Vargas Llosa, premio Nobel y ganador también del Paquiro, que se mete en la piel del toro bravo, se mete en la piel de “Navegante".
Como se sabe “Navegante” era el nombre del toro que estuvo de quitarle la vida en Aguascalientes (México) en abril de 2010.
Discurso de Luis Abril
Don Luis Abril, hasta hace unos meses Secretario General Técnico de Telefónica y secretario a su vez del Jurado de estos Premios pronunció las siguientes palabras:
El pasado 15 de Octubre de 2012, el Jurado del Premio Paquiro de Toros, organizado por El Cultural de EL MUNDO, se reunía en casa del Patrocinador, Telefónica, para dilucidar en primera instancia, y designar después, el ganador del premio más prestigioso del orbe taurino en su séptima edición.
Como todos Vds. conocen bien, el Paquiro se constituyó con el propósito de destacar aquél que en opinión del Jurado hubiera sido el acontecimiento taurino de cada año, y premiar posteriormente en acto público a su protagonista.
La votación de la séptima edición del Premio se celebró el 15 de Octubre del pasado año y se saldó con la designación, como acontecimiento taurino de la temporada 2012, de la corrida de toros que, comenzando a las 11:30 de la mañana del día 16 de Septiembre, tuvo lugar en la Plaza de Toros de Nimes, Francia, y en la que José Tomás mató seis toros de las ganaderías de Victoriano del Rio, Jandilla, El Pilar, Parladé, Garcigrande y Toros de Cortés, cortando once orejas y un rabo, indultando al cuarto de la mañana, "Ingrato" de nombre, de la ganadería de Parladé, y saliendo a hombros por la Puerta de Los Cónsules.
José Tomás se erigía así en ganador del Premio Paquiro por cuarta vez. De los 24 miembros del Jurado, 23 votaron a favor de José Tomás, y uno lo hizo a favor del Consejo Constitucional de Francia por su contribución a la fiesta de los toros, rememorando, quizás, el brindis al vecino país que el Jurado del primero de los Paquiros, allá por el año 2007 y mucho antes que a nadie pudiera ocurrírsele, tuvo a bien llevar a cabo en la persona de Sebastián Castella. Marcador contundente, un 231. Como si fuera de rugby cuando juega Francia, precisamente.
Y hasta aquí, entiendo que he cumplido con mi deber de Secretario del Jurado. He dado cuenta a todos Vds. de cómo transcurrió la votación y de qué resultado se obtuvo. Por consiguiente, aquí debiera terminar mi intervención.
Pero lo cierto es que la autoridad moral de Luis María Anson me impuso el pasado 2 de Mayo, en una reunión preparatoria de ésta en la que nos encontramos, alguna tarea adicional: me pidió que, una vez llegados a este punto de mi charla, compartiera con Vds. un par de reflexiones de carácter personal sobre dos puntos concretos. El primero, me dijo, son tus recuerdos de la mañana de Nimes. Y el segundo, tu visión de la responsabilidad que pudiera recaer en el Maestro José Tomás en lo que respecta a la supervivencia de la Fiesta.
Y como yo a Luis María no soy capaz de llevarle la contraria, dedicaré algunos minutos a comentar ambos puntos. Nunca dudé de que el realmente importante para él es el segundo, y que el primero fue un caramelo que quiso darme para que me animase a plantarle cara al otro. Así qué seré obediente hasta el final y pasaré por cada uno de ellos de acuerdo con su
Y digo importancia relativa porque la página de Nimes está escrita y rubricada, y permanecerá grabada a fuego en la memoria de quienes allí estuvimos mientras la vida sea clemente con nosotros.
Matías Antolín comentó una mañana en la radio que yo había dicho algo que no recuerdo haber dicho, pero que realmente me hubiera hecho feliz si se me hubiera ocurrido: que desde el 16 de Septiembre, la humanidad se divide en dos categorías: los que estuvimos en la plaza de Nimes aquel día, y los que no estuvieron. Público de veintiocho nacionalidades distintas se hizo presente en la ciudad francesa aquella mañana. Y quienes tuvimos el honor de acompañar a Mario Vargas Llosa y a su esposa antes de entrar al coliseo romano, fuimos testigos de cómo grupos y grupos de personas se acercaban al Nobel para rendirle tributo, identificándosepor sus lugares de origen: D. Mario, venimos de Perú. Y nosotros de Colombia, de Nueva York, de Ecuador, de México, de Londres, de Filipinas…Creo que en aquel momento la universalidad de la fiesta se estaba haciendo patente de una forma que quien les habla, de no haber estado allí y en aquel momento, no hubiera sido siquiera capaz de intuir.
Y estamos hablando de gente que había cruzado el Atlántico por venir a Francia a ver una corrida de toros en unos tiempos en los que la fiesta no sólo está cuestionada, sino que tiene su punto débil precisamente en la afluencia de público a las plazas.
De lo que fue la mañana de toros para mí les haré a Vds. gracia porque lo dejé escrito en el diario El Mundo, en un artículo que titulé "José Tomás y el síndrome de Stendhal", y que se publicó una semana después del gran evento. Nunca hubiera osado meterme con una tarea así, describir mis sentimientos en la mañana de Nimes, pero Manu Llorente tuvo la habilidad de hacerme el encargo delante de Pedro J. Ramírez y de Antonio Fernández Galiano, de manera que no tuviese escapatoria. Obviamente no la tuve, y por eso el artículo vio la luz. Me costó Dios y ayuda cerrarlo con bien.
En cualquier caso, y muy por encima de lo que yo mismo, desde un punto de vista subjetivo, pudiera haber dicho, queda la visión profesional de la crítica. Entren en Google, José Tomás/ Nimes, y lean: "José Tomás hace historia", "Marcial ya no es el más grande", "La catarsis del toreo puro", "Ave, José Tomás", y así decenas y decenas de titulares. Para qué seguir…Nimes era ya, al día siguiente de su celebración, el acontecimiento taurino no sólo del año, sino de de muchos años.
De manera que vamos con el punto dos. Hay muchos aficionados, algunos especialmente cualificados, y un sector del empresariado taurino, que razona más o menos de la siguiente forma: si la debilidad de la fiesta está en que al público le cuesta cada vez más ir a los toros, y resulta que existe alguien capaz de abarrotar las plazas en las que torea y de culminar acontecimientos como el de Nimes, lo que hay que hacer para resolver el futuro de la fiesta es que quien llena las plazas toree mucho, que tire de los abonos, se eche la supervivencia del espectáculo a sus espaldas y problema resuelto. Esta es una especie de visión cuantitativa de la situación. Que venga José Tomás a muchas más plazas, según convenga, que con él venga la gente, y si el torero no quiere venir pues nos crea un problema, pero no a nosotros solos, sino a la fiesta de los toros que tanto necesita de apoyos en estos momentos…
Puestos a respetar, debemos respetar todo y a todos. Lo que ocurre es que el mal de la fiesta en estos momentos no es cuantitativo, es cualitativo, y proviene de haber utilizado durante muchos años como satisfactor del público cliente productos de un carácter muy distinto al que exige la fiesta cuando se considera en toda su pureza.
Las relaciones sociales tienen poco que ver con lo que José Tomás nos viene dando en los ruedos a lo largo de los últimos años. El papel couché ha vendido billetes de toros, pero cada vez venderá menos. A la gente, definitivamente, le cuesta ir a una plaza de toros. Uno, modestamente, piensa que la solución vendría por recuperar la fiesta en plenitud, y ello implica equilibrio, respeto, inteligencia, afición, valor, técnica y una buena dosis de generosidad. Exigencias que quedan recogidas, todas ellas, en lo que alguna otra vez he llamado la búsqueda de la perfección.
El satisfactor que ofrece José Tomás, y que hace que las plazas se llenen, deriva no del marketing, como algún conspicuo ha dicho, sino de la búsqueda continuada de la perfección. Y la perfección, queridos amigos, es un bien escaso; es una cualidad de lentísima maduración, y su búsqueda es casi la única garantía del éxito a plazo largo.
La salvación de la fiesta pasa por que haya más tardes como la de Nimes, y muchos toreros capaces de llevarlas a cabo. Porque, cuánto tiempo, esfuerzo imaginación, entrenamientos, horas de nervios, trabajo, en definitiva, quedan detrás del acontecimiento que hoy premiamos? Maestro, ha emprendido Vd. un camino aconvencional que, mire por dónde, nos ha llevado a Nimes, a la perfección lograda, al recuerdo imborrable, a la grandeza de la fiesta, a gentes viniendo de Dios sabe dónde precisamente a los sitios en los que Vd. torea. Es como si los términos se hubiesen equilibrado: tanto les añade Vd. ahora a las plazas donde torea, cuanto determinadas plazas pudieron haberle dado a Vd. a lo largo y ancho de su carrera. Y esto puede sonar a heterodoxo, pero la heterodoxia se asimila mejor simplemente con recordar el destino de las grandes peregrinaciones taurinas de los últimos años.
Tengo para mí que, a la hora de planificar sus temporadas, ninguna de sus decisiones es casual, sino producto precisamente de un intenso y minucioso proceso de reflexión cuyo objetivo no es otro que tratar de garantizarse Vd. , a Vd. mismo, la perfección soñada, con la probabilidad de ocurrencia más alta posible. Y obvio es que si Vd. busca garantizarse algo a sí mismo, se lo garantiza de la misma forma al público también. Y éste, que sabe muy bien lo que se trae entre manos, acude, claro. Como no podía menos de ocurrir.
Pues bien, esa, y no otra, ha de ser, en mi opinión, su contribución a la fiesta. Y para asegurar su pervivencia, seguramente tendrán que cambiar muchas otras cosas antes que los planteamientos de José Tomás.
Lo que no puede perderse es todo aquello que lleva gente a las plazas. Y su modelo ha demostrado que funciona. Recuerden la frase de Matías Antolín: los que estuvimos en Nimes, y los que no estuvieron.
Lo que ocurre, Maestro, es que su modelo no es un modelo de producción en serie. Un gran libro tarda mucho tiempo en escribirse. Un gran cuadro casi nunca se hizo de la noche a la mañana. La preparación y la ejecución de toda obra de arte llevan tiempo, mucho tiempo. Y la cantidad y la calidad casi nunca fueron unidas. Más bien lo contrario.
Siga Vd. su senda, Maestro, que lo que nos hace falta, más que la abundancia desmesurada, es que unas cuantas veces al año rebrote la ilusión en el corazón de los aficionados recordando lo que Nimes fue, y la convicción y la esperanza de que, gracias a Vd., podría volver a ser en cualquier momento. En esos sentimientos cabe situar, creo yo, su contribución personal a la pervivencia de la fiesta.
Que Dios le guarde muchos años, con la salud, la ilusión y la afición intactas. Y que todos aquellos que queramos verlo, lo veamos. Muchas gracias, y buenas noches a todos.
Discurso de Fernando Almansa
Por su parte, Fernando Almansa, Vizconde del Castillo de Almansa, como Presidente del Jurado dijo en su intervención:
Es para mi un honor dirigirme a Vds. esta noche, en mi calidad de Consejero de Telefónica y de Presidente del Jurado del Premio Paquiro, con el fausto motivo de la entrega del premio, en su séptima edición, al matador de toros José Tomás.
El Premio Paquiro se ha constituido, en tan sólo siete años de vida, en el galardón más preciado de cuantos se conceden en el que Antonio Díaz Cañabate dio en denominar el "planeta de los toros". Ambicionado por unos y otros, el Paquiro ha basado su prestigio no sólo en su dotación económica, sino sobre todo en la calidad e independencia del jurado que lo concede y que me honro en presidir.
Sebastián Castella, José Tomás por cuatro veces, Morante de la Puebla y Mario Vargas Llosa y Pere Gimferrer debieron superar para ser premiados, en cada una de sus siete ediciones, un escrutinio riguroso y exigente, siempre en discusión abierta, que es la mayor garantía de objetividad. Y de ello quiero y debo dar testimonio yo, hoy y aquí, como Presidente del jurado.
Debo recordar también que el Paquiro es un premio que se concede al protagonista del mayor acontecimiento taurino que haya tenido lugar a lo largo de cada temporada. El acontecimiento de la temporada es, para el jurado, aquel evento que, de no haberse producido, hubiera hecho de cada una de ellas algo distinto a lo que fue, siendo ese algo necesariamente peor. O si quieren Vds., y por no ser demasiado exigente en mi juicio, menos bueno.
La muy precisa definición de aquello que se premia evita por lo general subjetivismos, no resta en absoluto contundencia a los debates y puede motivar, creemos, a los distintos posibles candidatos, a buscar el factor diferencial, ese elemento distinto del que tan necesitado está hoy el mundo de los toros.
La propia naturaleza del premio posibilita así que recaiga más de una vez en el mismo premiado. A nadie debe extrañar que aquél a quien entregaré el Premio en unos momentos, José Tomás, se haya alzado con el santo y la limosna por cuatro veces, de la misma manera que, por ejemplo, ganador del Balón de Oro por las mismas cuatro veces, en este caso consecutivas, haya sido un jugador de fútbol, argentino por más señas pero jugando en España, que se llama Leo Messi.
El primer Paquiro de José Tomás fue su reaparición triunfal en Barcelona después de cinco años de retiro temporal. El segundo, las siete orejas en dos tardes con las que saldó su regreso a Madrid al año siguiente. El tercero, su vuelta al mundo de los toros en Valencia, después del terrible percance de Aguascalientes, cuya durísima convalecencia duró más de quince meses. Y el cuarto, que recibirá hoy, es el justo galardón a la gesta de Nimes.
Cada uno de los cuatro premios constituyó un acontecimiento en sí mismo. Llenos a reventar en las plazas, ciudades conmocionadas por un movimiento cuyas consecuencias económicas resultaban de todo punto positivas, y siempre el éxito final por bandera.
La gesta de Nimes, que es lo que hoy premiamos, no encuentra para mí antecedentes en la historia de la tauromaquia. Alguien dijo que habría que remontarse a Joselito El Gallo, y su encerrona con seis toros de la Viuda de Martínez, que despachó sin despeinarse. Es posible que así fuera. Pero de lo que el Jurado quiere dejar constancia con este premio es de la magnitud de la hazaña, posiblemente irrepetible. Puede Vd., Maestro, sentirse muy orgulloso de cuanto hizo aquella mañana gloriosa.
Y deseo que este Premio Paquiro que voy a entregarle contribuya también a su consagración en la memoria colectiva.
¡Enhorabuena, torero! Muchas gracias.
Discurso de José Tomás
Cerró el acto José Tomás con un discurso que volvió a sorprender, como el año anterior, por su originalidad y por su fondo. Lo vino a titular “Torear sin guión”, como resumen de lo que fue la histórica corridA de aquel 16 de septiembre en Nimes. Su texto es el siguiente:
Diez días antes de la corrida de Nïmes, me llamó un amigo y me preguntó si ya tenía hecho el guión. ¿Guión? Dependemos de un animal. Y en los toros los guiones no valen para nada, le dije yo. No fui del todo sincero. No tenía ganas de dar explicaciones. No solo tenía un guión; había escrito dos. El primero lo titulé ´La Razón Conformada´. Y en él apuntaba los motivos que ponían en duda el éxito de esta corrida. Para empezar, uno no era un torero de seis toros; seis toros son demasiados. Siempre he pensado que con dos es más que suficiente.
Hablaba también del repertorio, necesario, con la muleta y sobre todo con el capote para darle variedad al primer tercio y al último de este tipo de corridas. Yo siempre me he defendido más con las suertes que veía más cercanas a mi concepto. Apuntaba también que siendo un torero con fama de que le cogen tanto los toros, con seis no podía salir muy bien parado. No llegaría al final. Y por último la suerte suprema. En una corrida así la espada debe de funcionar con absoluta regularidad y eso también lo ponía muy en duda este guión.
Lo mejor de la vida son sus ilusiones y sus desafíos, dijo Noah Balzac. Quizá por eso de pronto un dia apareció en mi mente como un nuevo amanecer la imagen del Coliseo de Nïmes radiante. Yo me veía en su ruedo, con una sensacion muy capaz, embarcando excelentes embestidas de toros bravos que traían a mi imaginación capotazos y muletazos más largos, más templados, más naturales, más íntimos. Desde ese mismo momento empecé a escribir el segundo guión, el cual titulé ´Una Ilusión en Búsqueda de la Esencia´. Teorías para encontrar la evolución y el equilibrio necesario para desarrollar lo mejor posible este encerrona, que dirían en México, o este solo de José Tomás, como anunciaban los carteles de la Feria de la Vendimia.
No quería batir ningún récord, solo quería tener más tiempo, un tiempo global, sin límite, que me permitiera sentir esa paz que había percibido en mi sueño. Un tiempo para ir extrayendo poco a poco la parte más profunda de mi sentir y en silencio del Coliseo ir reconstruyendo mi tauromaquia. Tiempo para sacar la esencia de cada toro sin tener que rellenar nada. Tiempo para mezclar, fusionar, encajar la esencia con mi esencia. Tiempo para torear.
Ese primer guión lo guardé días después de escribirlo y no lo volví a leer jamás. El segundo lo fui corrigiendo y ampliando durante todo el periodo de preparación hasta esa mañana del día 16 de septiembre. Minutos antes de vestirme de torero fui a por él y lo rompí. Ya no me servía para nada, porque cuando uno se viste de torero se viste también de presente; el pasado no cuenta y el futuro no existe, la mente se desnuda y el alma se libera para crear sin guiones, abierto a lo imprevisible. Horas más tarde la realidad superaba al sueño.
Gracias a “Comunero”, “Voceador”, “Portadito”, “Artista”, “Ingrato” y “Navegante”, que navegaron por las aguas de la bravura. A los ganaderos, que los criaron con verdadera dedicación y buen hacer. A mi cuadrilla, la de siempre y la que se incorporó este día, todos impecables. A toda la organización de la Feria y en particular a Simón Casas, por mimar la tauromaquia durante tantos años en esa magnífica plaza. A Joaquín Ramos por crear su guión con gran pasión, compartir mi día a día. Y por supuesto a todo el público que estuvo allí presente, a la gente de Francia y a la gente que vino de otros lugares que compartieron mi sentir y torearon junto a mí y que soñaron conmigo.
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