JURIQUILLA. Lleno. Llovió ligeramente durante la lidia de 3º y 4º. Cuatro toros de Fernando de la Mora (3º, 5º, 6º y un 7º como sobrero de regalo) y tres de Los Encinos (1º, 2º y 4º), de poca presencia –varios protestados de salida–, muy manejables en líneas generales; destacaron 5º y 7º, premiados con arrastre lento. José Tomas (de verde oliva y oro), dos orejas, ovación y vuelta tras aviso. Fernando Ochoa (de caña y plata), que se despedía del toreo, ovación, una oreja, silencio y dos orejas en el de regalo. Salieron a hombros.
Con la plaza llena y una gran ambiente, la plaza de Juriquilla ha sido escenario de la vuelta a los ruedos de José Tomás, en un festejo extraordinario que toreó mano a mano con Fernando Ochoa, en la tarde de su despedida de los ruedos.
Se ha visto en esta tarde a un José Tomás en excelente forma, muy en línea con su concepción del toreo, que en distintos momentos levantó al público de sus asientos, especial toreando al natural. En este sentido, con el que hacía 5º hubo series con la mano izquierdas monumentales, probablemente lo más sólido y trascendente de toda su actuación.
Ya con el que abría plaza, un toro medido de fuerzas, el de Galapagar dejó sus señas de identidad sobre el ruedo, en una faena marcada por la suavidad, sin obligar en ningún momento a su débil enemigo, pero todo con su estética tan peculiar. Mató por arriba y a sus manos fueron las dos primeras orejas de la tarde.
Menos opciones le ofreció el que hacía 3º. Tomás volvió a su toreo suave, para ir haciendo poco a poco a su enemigo, que acabó rompiendo más por el pitón derecho, pero sin molestar al torero. Siempre muy cruzado y manejando los engaños con mimo, el de Galapagar construyó una faena técnicamente correcta, pero con la escasa emoción que transmitía su enemigo. Fue ovacionado tras dejar una estocada.
Pero fue con el 5º donde pudo explayarse en mayor dimensión, aunque el fallo a espadas le impidiera cortar las orejas. Lo había toreado excelentemente con el capote, para luego someter el geniecillo que sacaba el toro de Fernando de la Mora. Hubo series con la mano izquierda verdaderamente monumentales, pero todo el trasteo rayo a gran altura, que fue cerrada de una forma original y vistosa. Dio la vuelta al ruedo al grito de “torero-torero”.
Por su escaso motor, poco ofrecía el 2º de la tarde, con el que Fernando Ochoa estuvo profesional y solvente. De mayor dimensión fue su faena con el 4º, especialmente en las series con la mano derecha; dejó una buena estocada y se le concedió una oreja. Con el que debía cerrar la tarde poco relevante pudo dejar sobre el ruedo. Por eso solicitó un séptimo toro de regalo, de muy escasa presencia y protestado, pero con el que se centró en tandas de muletazos largos y bien construidos, hasta conseguir que su enemigo fuera a más. Lo mató para arriba y le concedieron las dos orejas.
Al concluir el festejo, José Tomás cortó la coleta a Fernando Ochoa y ambos salieron a hombros de la plaza.
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