José Tomás: «Hay que aprender a gestionar el miedo, es una locura renunciar a él»

por | 13 Ago 2011 | Informes

Los comienzos

nMi abuelo es muy importante en mi vida. Todos los días me llevaba a Las Ventas, cuando era un crío de diez u once años. A San Isidro. He visto muchas faenas. Me gustaba el fútbol, del Atleti de toda la vida. Y él quería que fuese torero.

nMi abuelo es muy aficionado. Me eligió a mí por ser el mayor de los hermanos. Siempre me llevaba a la plazas… Yo me dejaba, y a los 10 años maté mi primera becerra y a los 12 toreé ante el público. Al principio me lo tomaba como un juego, pero después me asusté… Era una sensación rara, difícil de explicar. Quería pero no quería. Empecé a ser consciente de lo que significaba esta profesión y a sentir miedo, es decir, miedo a hacer el ridículo, miedo a no dar la talla, miedo a sacrificarme tanto… Cuando me daban esas ventoleras intentaba quitarme de en medio y mi abuelo se cabreaba. Luego volvía otra vez, y así sucesivamente.

nCuando me enfrenté por primera vez a una becerra ni siquiera sabía armar una muleta. Pero dije que sí, di un paso al frente, y toree.

n En aquellos momento, luchaba contra mí mismo. Me daba cuenta de la dureza de la profesión y entonces me pasaba al fútbol, que era menos sacrificado. Jugaba en el equipo de Galapagar. De hecho toda mi familia ha estado muy vinculada al fútbol. Mi padre llegó a jugar en los juveniles del Madrid, más tarde fue jugador del Galapagar, y luego entrenador y presidente del club. Mis hermanos también son muy futboleros. Pero el caso es que finalmente mi abuelo se salió con la suya. Entre tanto futbolista, él quería un torero. Ahora dice que ya puede morir tranquilo.

n En mi caso la vocación taurina no tiene que ver con el dinero. Nunca se puede poner uno delante de un toro por dinero. Porque no hay nada que pueda pagar la vida de un ser humano.

n Ya casi nadie torea para salir de pobre. Hace falta una motivación más fuerte que el dinero. Mucha gente que padece urgencia económica no se enfrentaría a un toro por mucho que le pagaran… Jugarse la vida no tiene precio. Y encima haces sufrir a los que te rodean. Mi madre nunca se ha quejado de mi profesión, pero yo lo pienso a menudo: la elección ha sido mía, no suya, y seguramente es injusto hacerle pasar tantas tardes malas.

La responsabilidad como norte

n Cuando me retiré temporalmente y me pedían que volviera, me reconfortaba. Pero no me empuja. Lo que me presiona soy yo mismo. Últimamente, sobre todo siento que algo de mi espíritu pasa hambre. Esa hambre la tengo que alimentar ahora. Necesito ahora torear de salón todos los días.

n A mí la gente me dice: ´Voy a ir a verte, para apoyarte´, y yo les digo siempre lo mismo: ´No te necesito, ven si te apetece, pero no me hace falta que me apoyes, el que tiene que hacerlo soy yo, yo solo.  Lo hago yo, y lo tengo que hacer solo.

n Hay que contar con la posibilidad de morir, hay que estar dispuesto a eso. Y hay que tener miedo, aprender a superarlo, a gestionarlo, porque no se puede ignorar, es una locura renunciar a él. Las grandes tardes llegan en esos días en los que uno tiene miedo antes de salir a la plaza, porque hay que salir con el riesgo asumido, aceptarlo antes de que se produzca.

El riesgo

n Todas las tardes cuento con la posibilidad de morir, hay que estar dispuesto a eso. Y hay que tener miedo, aprender a superarlo, a gestionarlo, porque no se puede ignorar, es una locura renunciar a él. Las grandes tardes llegan en esos días en los que uno tiene miedo antes de salir a la plaza, porque hay que salir con el riesgo asumido, aceptarlo antes de que se produzca. Hay que andar siempre para adelante, nunca para atrás y si en un pase, el toro se te cuela, en el siguiente hay que cruzarse más, irse más para adelante. Parece fácil, pero no lo es. Yo lo sé porque he visto mirar a los toros. Lo sé porque he estado en plazas sombrías, silenciosas, en muchas tardes difíciles de ganado manso y malo, peligroso. Lo sé, y sé lo que es un toro con sentido, esa embestida turbia que codicia el cuerpo del torero, que pretende engañar a quien le engaña, y enganchar, y herir en cada pase.

n No creo que, al pisar terrenos comprometidos, haya pensado nunca que el toro no iba a pasar, que yo estaba demasiado cerca, porque entonces no estaría haciendo algo lógico. No te puedes poner en el sitio en el que pienses que te va a coger el toro. Ahora bien, hay que tener esa duda, hay que llegar a plantearse: "¿Pasará?", y yo me lo pregunto a menudo. Muy a menudo. Cuando uno arriesga y pisa terrenos comprometidos, sabe que la cornada está al acecho.

n Para un torero la muerte creo que es igual que para lo que todo el mundo, algo desconocido, algo que da mucho miedo; pero  sobre todo algo desconocido. Nosotros sabemos que estamos aquí, pero no sabemos, digo, yo por lo menos no sé donde voy y es algo que lógicamente te da miedo.

n  Insisto: yo no salgo a una plaza a morir, pero si sabes que te vas a morir por supuesto prefiero morirme en una plaza de toros que en un coche o de una enfermedad.

n  Reconozco que prefiero que me de la cornada que dar un paso atrás. Esa es una decisión no es fácil. Cuando piensas que un toro va a pasar por donde tu quieres que pase, pero para ello te tienes que quedar quieto,  pues asumes el riesgo de la cornada y muchas veces  prefiero que me pegue una cornada a dar un paso atrás; me siento mejor, menos defraudado conmigo mismo.

n  Mi concepto del toreo parte de ahí, de ponerme, o sea de plantar los pies en la arena y luego pues enganchar al toro y tratar de llevarlo despacio y bueno generalmente vamos sin brusquedades. Despacito muy despacito. Necesito ponerme en ese sitio.  Claro que si te pones  medio paso atrás también das el pase y a lo mejor también te lo corea la gente; pero  la emoción no es tanta.

nSe ha llegado a decir incluso que yo salía al ruedo para que me mate un toro y eso es la mayor barbaridad que he escuchado en mi vida. No, yo toreo para vivir, no toreo para morir. Para eso, toreando para vivir te tienes que poner en ese sitio y en ese sitio los toros cogen y pegan cornadas y eso si que lo tengo asumido y que puede pasar. Lo otro, puede pasar y un torero debe tener asumido porque sino te estarías engañando y yo no me quiero engañar ni a mí mismo ni a nadie

El ser del torero

n  Vivir sin torear no es descansar, no es estar relajado, ni disfrutar de lo bueno de la vida. Vivir sin torear no es vivir.

n  Yo hago ante el toro lo que siento. Desde el principio ha habido muchas personas a mi alrededor que han intentado cambiarme para que llegara más directamente al público… De pequeño me costaba mucho trabajo mirar hacia los tendidos y descararme con la gente, lo que llaman "vender la mercancía"… Esa misma expresión me suena fatal, la verdad. Yo no utilizo nunca la expresión. Además, no sé vender la mercancía. Si la tanda que pego me satisface, pues bueno, puedo salir airoso al ruedo, con la cabeza alta, pero si es una tanda mala ¿por qué voy a sacar pecho? Aquí cuentan mucho las apariencias, pero a mí no me gusta aparentar lo que no siento. Ni me gusta ni me sale. Desde siempre he sido muy fiel a mí mismo y quiero seguir siéndolo.

n  Lo que da Madrid no lo da ninguna plaza. Para torear en otras plazas primero tienes que haber conseguido un triunfo en alguna otra plaza muy importante. Madrid es el símbolo… Todas las figuras del toreo han necesitado Madrid. Yo lo compararía con el fútbol. Si un equipo es muy bueno y nunca gana la liga… Pues lo mismo le digo de los toreros. El que es bueno triunfa alguna vez en Madrid, y a partir de ahí viene lo demás, es decir, juega la liga en las demás plazas.

La serenidad de espíritu y de mente

nNecesito un poco de tranquilidad para entrenar. Lo primero que tengo que hacer es preocuparme de mi profesión, estar concentrado en el trabajo. El teléfono distrae mucho, llaman muchos periodistas, todo el mundo quiere saber, y preguntarme. Por eso lo llevo desconectado. Vivo un momento de gran responsabilidad y no puedo evitar sentirme un poco asustado. Por un lado no se me quita de la cabeza el recuerdo de la puerta grande, pero por otro pienso en lo que se acerca y me da un poco de miedo…

nVas a las plazas y se te acercan personas diciendo que son familia, o amigos de amigos… En esa situación, encontrar el equilibrio resulta complicado. Yo no quiero dejarme querer, pero tampoco ser grosero… En resumidas cuentas, ni pasarme ni quedarme corto. Sí, soy un poco desconfiado, quizá por la propia timidez. Sé que los halagos de ahora son una consecuencia del éxito reciente. Por las tardes, en el patio de cuadrillas se crea una situación extraña y tensa. La gente te saluda, te pregunta, y te toca. Es difícil sobrellevar ese momento. Pero nadie lo hace con mala intención y yo trato de ponerme en el lugar de la gente, porque al fin y al cabo también a mí me ha sucedido.

n  Creo que la mente es un papel muy importante para un torero, porque tú, a pesar de las emociones y del miedo que te genera ese animal, pues tú tienes que hacer luego una serie de cosas y que tu cuerpo te deje desarrollar una serie de cosas, que… eso sí, si se te bloquea la mente no puede  ocurrir. Entonces juega un papel muy importante. Con la mente te dominas tú, y dominándote tú es como puedes dominar al toro.

Su retirada temporal

nCuando hace unos años lo dejé, se daban  muchas circunstancias, no es una cosa que se decida en un día. Yo no pensé nunca, o sea, seguramente en un año antes de que pasara eso, incluso menos tiempo antes, no me lo podía imaginar. Porque, bueno, era muy difícil para mí entender la vida sin torear. Pero bueno, llegó el momento que por una serie de circunstancias tomé esa decisión, ya te digo que muy meditada, pero seguro de que la tenía que tomar. Y, bueno, por eso fue.

nCuando tomé esa decisión lo que sí sabía y tenía claro es que para volver a torear  mi cuerpo me lo tenía que pedir ¿no? Y no iba a ser por otra cosa. Ha sido por eso, porque yo estaba gusto, la verdad, sobre todo al principio, después de estar toda la vida dedicado a eso.  Pues al principio como que estás muy relajado y bien ¿no? Yo me encontraba bien, pero bueno, poco a poco vas echando en falta todas las cosas que tiene el toreo y, vamos, mi cuerpo ya no aguantaba más ¿no? En realidad es un poco fuerte, pero me estaba muriendo. O sea, se siente un poco fuente, te digo, pero sí creo que era eso. O sea, no tenía alicientes en la vida y el volver a torear pues me ha devuelto la vida.

n Si no pensara que me iba a poner en el mismo sitio que me ponía antes, nunca volvería. Si vuelvo algún día es porque me voy a poner en el mismo sitio y voy a tratar de torear mejor que lo que hacía.

Los toreros

n  Los toreros somos como bichos raros. Lo nuestro es muy fuerte, y cuando tratas de olvidarlo no puedes porque estás enganchado, el toro te absorbe, te come el coco… Yo lo veo casi como una atracción fatal. Un futbolista será muy importante, pero nunca podrá compararse con un torero. Y es que el torero se juega la vida, no lo olvide.

nEn el mundo del toreo la gente se repite mucho. Ésta es una profesión de reglas, sobre todo de las antiguas, y pocos se atreven a romperlas. El respeto a los mayores, o la admiración, o la inercia, pues no sé, nos hacen permanecer estancados. De tarde en tarde sale un torero revolucionario, pero sólo de tarde en tarde. Yo mismo no soy nada rupturista, prefiero guardar las normas que han guardado toda la vida las figuras. Caso aparte son los tópicos, como las cornadas de las mujeres, y contra eso no me importa manifestarme.

nLos toreros revolucionarios son todos los que marcan época en el toreo han sido de una u otra forma revolucionarios. Quiero decir que en cierto modo rompen los esquemas, personal o profesionalmente, o incluso las dos cosas. En la plaza uno muestra su verdadera personalidad. Como dicen algunos, se torea como se es.

nPara mi Manolete es un ejemplo. Me fascina el misterio, la naturalidad, la hombría con la que afrontó lo que tenía que afrontar. Manolete es el toreo como una forma de estar en el mundo, no tanto de torear.

nUna vez, en un festival, en Ronda, le brindé un toro a Antonio Ordóñez. Y en la plaza estaba la madre del Rey, y me criticaron mucho por eso, pero estando Ordóñez en la plaza, yo no podía brindarle el toro a nadie más, ¿comprendes?, no podía, porque ahí estaba Antonio Ordóñez y no había nadie más importante para mí.

nPonce creo que era un gran torero. pero el entiende el toreo de una manera totalmente contraria a la mía, o sea somos dos toreros que entendemos el toreo de manera diferente. El Juli yo creo que era una gran torero también y ahora mismo además creo que esta en un momento buenísimo, creo que tiene una edad muy buena. Peto en la plaza también disfruto, por ejemplo, con Castella que también esta en un momento bueno y que tiene un gran valor. Pero hay más, yo creo que el toreo ahora esta en un momento bueno, hay bastantes toreros que llenan el interés de la gente y la gente va a verlos con agrado a la plaza.

El caso catalán

nYo creo que el torero, por lo menos yo, no torea abajo ninguna bandera. A mi me han tachado de una cosa o de otra ó hay gente que me ha querido utilizar políticamente. Creo que con el tema de lo de Barcelona por ejemplo yo no toreo para luchar contra el nacionalismo, yo toreo para hacer disfrutar a la gente que me va a ver a la plaza y en Barcelona, por ejemplo, pues digamos lo que ha sido lo que ha pasado este año el día de mi reaparición y la última tarde pues ha sido una recompensa para ese público que ha dado tanto al toreo durante tantos años y a mi en concreto también me ha dado mucho y que esta atravesando un momento muy complicado.

nEl día que regresé a la plaza de Barcelona en la plaza estaban nacionalistas gente de izquierda, gente de derecha… Y a toda esa gente se puede emocionar con todo lo que yo hago. Yo toreo para toda esa gente, pero no para luchar contra nada; sí para luchar que la gente que quiere ir a verme o que quiere ir a ver a otro torero a la plaza de toros de Barcelona pueda hacerlo porque tiene la libertad de poder elegir, que es lo que le han querido quitar.

Los antitaurinos

nNo comprendo que los animalistas recurran al insulto para defender lo que ellos defienden. Poner un animal a la altura o por encima de una persona como ser humano no lo puedo comprender.

nNo sé que es lo que el toro sufre, no lo podemos saber; lo que si está claro  es que es un animal combativo y que él sale a la plaza y su idea es llevarse al torero por delante, quitar de en medio al torero. Y creo que también le da emoción, también de hecho así pasa  y yo creo que es una cosa que tiene que pasar porque es algo que nosotros le debemos al toro, que te pegue una cornada, incluso que te pueda quitar la vida. Pero también es un animal que pienso que muere con gloria, porque cuando un toro se comporta en la plaza como un toro bravo y eso tiene su premio tiene su gloria

n Me parece respetable la posición de los detractores de la Fiesta; lo que no es respetable es el insulto y que quieran avasallar de esa manera. Yo entiendo que tengan sus motivos,  por qué no; la gente puede pensar muchas cosas y no tiene porque tener la misma idea.

n¿Qué animal vive a su tiempo natural?  Si hay algunos, pero hay muchos que no, porque también nosotros necesitamos de los animales, de ciertos animales, para nuestra propia existencia para comer; entonces si el toro no muere en el ruedo, va a morir al rato en no sé donde.

n Las gentes del toro se han cerrado mucho en su propio mundo y lo que hay que hacer es abrirse porque el mundo cambia, la vida cambia, las cosas evolucionan pero quizá ellos no se preocupan de esos cambios.  Parece que mientras la plaza se llene pues lo demás no importa. Pero creo que aquí tenemos que mirar al futuro, creo que esto esta demostrado es una cosa que pues tiene sus detractores, eso esta claro, pero también tiene argumentos para poder defenderlo y eso es por lo que hay que luchar.

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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