José Tomás al margen, cuatro nombres para un año: El Juli, Perera, Manzanares y Padilla

por | 20 Oct 2012 | Informes

Centradas las dos primeras entregas de este balance por fin de temporada en aquellos aspectos más de fondo que han condicionado el año taurino, es momento de entrar a valorar en sus aspectos más relevantes lo ocurrido en los ruedos. Y al hacerlo no está de más reflejar un aspecto, que para muchos puede parecer hasta obvio.

Como ha ocurrido siempre, que eso no es una cuestión contemporánea, la fuerza del arte del toreo es tal que remueve a la afición, incluso cuando se da la circunstancia de las carencias ya conocidas en el toro de lidia. Y es que frente al toro desrazado también ocasiones el arte de un torero ha levantado de sus asientos a una plaza entera. Es un elemento que juega a favor de los espadas, por más que luego, cuando pase el momento refulgente, los aficionados critiquen la naturaleza y condición de las reses lidiadas. No es cosa de dar otra vez la paliza con la historia, pero no está de más recordar como a Joselito el Gallo, después de una tarde de apoteosis, los aficionados desde el tendido  le criticaban bajo el argumento de “eso mismo, pero con toros de Miura”;  mientras tanto lo sacaban en volandas en olor de multitudes.

Basados en esta creencia, en este balance entramos los valores y la trayectoria que tuvieron las primeras figuras, sin necesariamente ponerla en referencia detallada con las características del toro que lidiaron.  Bajo ese condicionante, vayamos pues al tajo, dando por supuesto que las valoraciones subjetivas siempre son discutibles y que no estarán todos los son, aunque si son todos los están. Pero adelantemos que la nueva generación, los Luque y compañía,  quedan a la espera de una cuarta entrega.

Y guste o no, la temporada ha tenido como nombre el de José Tomás. No oculto mis reticencias en muchas ocasiones con los tomasistas, que en su desmadre partidario resultan un poco cansinos. Pero hay que reconocer que el de Galapagar ha protagonizado los tres verdaderos acontecimientos del año, los que más atención han provocado, los que más interés han despertado. Y en los tres estuvo a un nivel excelente, con la culminación de la mañana de Nimes.

Aún aceptándose unánimemente esta realidad, las criticas y reticencias se han dirigido al diseño de su temporada: tres corridas, sin entrar en el juego de las grandes ferias. Sin duda, quien debiera ser la figura arrolladora del momento, hasta convertirse en un torero trascendental, prefiere ir a su aire y con su propia estrategia, renunciando a ese mando absoluto que podría y debería ejercer en la Tauromaquia de hoy. Pero frente a estas decisiones tan personales no cabe más que aceptarlas o rechazarlas, porque libre es cada artista de decidir cuantos cuantas esculturas quiere esculpir en un año; lo más que el aficionado puede hacer es lamentar que no se prodigue.

Entre los que sí han hecho temporada completa, la regularidad ha marcado el año de El Juli, con una capacidad técnica y artística fuera de lo común. Pero como si las contradicciones en las que se ha visto envuelto le hubieran espoleado, la realidad es que el madrileño se ha ido creciendo conforme pasaban las semanas. Hubo triunfos muy rotundos, desde luego, pero si algo me queda en la memoria de este 2012 ha sido el poderío del torero cuando en frente tenía un toro con complicaciones; su capacidad para resolver papeletas y su amor propio para no dejar pasar en blanco  ocasión alguna.

Pero si miramos hacia los valores del arte, sin duda el liderato estuvo en manos de José María Manzanares, pese a que ha tenido una temporada muy discontinua por la lesión de la mano, especialmente. Desde luego, de las que uno ha podido ver, las tres o cuatro faenas que guarda en el recuerdo para revivirlas de nuevo poco a poco, las firmó este torero. Abrir por dos veces la Puerta del Príncipe en la Maestranza no es cosa baladí, incluso si se comparte la tesis de ser hoy en día el consentido de la afición sevillana. Mucho se ha cantado, y justamente, la excelencia de toda la cuadrilla que le auxilia. Pero esos mismos profesionales han ido enrolados en otras filas y no han brillado de esa misma forma; la diferencia radica en que el alicantino no tiene reparos en concederle a cada cual su sitio, convencido que los de plata no roban las palmas, sino que por el contrario predisponen al aficionado. Pero hay que tener afición y generosidad para dejar que realicen con arte, no sólo con eficacia, sus labores. Y este torero así lo ha entendido. La afición, además, se lo agradeció largamente.

Interés ha tenido el año de Miguel A. Perera, el otro torero al que los empresarios quisieron sentar en el banquillo de las represalias. Su capacidad de crecerse frente a las dificultades ha sido evidente. Pero, además, su toreo ha ganado en profundidad, hasta alcanzar un nivel de muy buena factura. De hecho, es de los pocos toreros que 2012 sale crecido.

En un tono menos refulgente que en otros momentos ha pasado Morante de la Puebla. Hay que reconocer que hoy el viento le sopla muy a favor, mucho más que a otros compañeros de cartel. En cuanto ha esbozado dos lances de los suyos, el tendido se vuelca con él. No es cosa de ponerse ahora a cantar su misterio, sino de dejar constancia que en 2012 no arrebató como el año anterior.

Una temporada razonablemente buena ha cubierto Sebastián Castella, que una vez más se ha visto agobiado por el peso que le provoca la Maestranza, en tanto en otras plazas se le ha visto con su personalidad de siempre. Su firmeza ante los toros no es de orden menor, como se comprobó en los sanisidros. Y en conjunto, su año ha sido bueno, en la misma medida que no escatimado en entregar lo que este torero puede ofrecer a la afición.

Como novedad cien por cien comenzó la temporada Juan José Padilla, tan precalentada de ambiente como estuvo por la habilidad de la Casa Matilla y las aportaciones mediáticas del Canal + y de su entorno.  Dos cosas hay que reconocerle al jerezano. La primera, que ha hecho verdad cada día su propósito inicial: no buscó el aplauso fácil de la compasión, sino el triunfo legítimo de un torero. La segunda, que ha tenido un gran tirón de público y una notable regularidad en sus triunfos. Lo que parecía que iba a ser el caso tan taurino de “un primero que no moleste” supo transformarlo en un torero  que ha tenido capacidad para hablar de tu a tu con las figuras. Y supo demostrar que  después de las corridas  duras también hay vida.

En tierra de nadie se quedó al final Manuel Jesús “El Cid”, quizás espoleado por el retroceso que ha sufrido en sus actuaciones, en su número pero sobre todo en la vitola de los carteles que ha compartido. En varias ocasiones parecía volver por el camino que lo encumbró, pero en unos casos por la cruz de la espada — la feria madrileña de otoño, por ejemplo–  y en otras porque no encontrar ese sitio que se necesita, el año se le ha ido en un sí pero no.

Por voluntad propia fuera de competición ha circulado Enrique Ponce, en lo que nadie duda que se trata del tramo final de su ya larga carrera profesional. Su autoexclusión de Sevilla y Madrid marcan mucho el nivel, por más que luego diera la cara en sitios como Bilbao. Pero el valenciano ha preferido ir a lo suyo, a disfrutar cuando era posible y a mantener su nombre fuera de las dudas, pero sin peleas añadidas.

No me ha terminado de convencer Alejandro Talavante,  que entre ese invento de sus improvisaciones y la característica de este torero de no saber estar mal –que eso también hay que saberlo hacer–, la temporada ha tenido en sus momentos principales demasiadas desigualdades. Con todo, ahí está, en el grupo de los indispensables de las ferias, y no sólo porque lo apodere la empresa de Madrid.

Siempre a su aire y con su público, El Fandi, un torero al aunque le cueste trabajo conseguir el reconocimiento de la crítica, la realidad es que se mantiene año tras año en el primer circuito del toreo. Así ocurrió también en 2012.

Tengo bastantes dudas si la administración de David Mora y de Iván Fandiño, tantas tardes emparejados, ha sido la más adecuada. Pero en esto se hace verdad absoluta el viejo dicho: “cada maestrillo tiene su librillo”. Ahora, cuando llegue la hora de las liquidaciones y se empiecen a mover los contratos para 2013, los toreros verán el grado de acierto que han tenido. Pero desde el punto de vista del aficionado, con los usos y costumbres que hoy corren, hay que reconocerles mucho mérito. Estando en el circuito de todas las ferias, nunca han dado la espalda a las corridas encastadas, a las que además le han podido.  Por eso han cuajado sendas temporadas muy serias, de las que salen revalorizados.

Sin que las empresas hayan dado la respuesta que merecen sus esfuerzos, muy de hombres ha sido la campaña de Diego Urdiales. Sólo lo de Bilbao ya justificaba un año taurino. Pero con eso de no tener suerte en los sorteos en Sevilla y en Madrid, la temporada no fue ni la cuarta parte de lo que debía ser. Y de Francia vino consolidado Fernando Robleño, como antes había ocurrido con Javier Castaño, aunque para ambos ello quedara circunscrito a las corridas más duras, pero que en justicia debiera tener sus consecuencias en 2013 para los dos.

El año, en fin, concluye con el honrado adiós de El Fundi, un torero que fue ganando sitio con el tiempo, pero al que le costó mucho que se le reconociera. También en este caso Francia aportó mucho, pero la realidad es que el de Fuenlabrada ha sido un torero al que se veía muy a gusto, por su saber estar, por su concepto de la lidia, por su torería.

Y en el momento del adiós coincidieron, más por casualidad que por decisión ex profeso,  los hermanos Rivera Ordoñez. Uno, “Paquirri” lo deja con una veintena de años de profesión a sus espaldas. Sería injusto que con este torero todo se redujera al tema de los mediáticos:  tuvo temporadas muy sólidas, en especial cuando lo dirigía Manolo Camará, como para ningunearlo,. El otro, Cayetano,  se toma un descanso, que ya se veía venir: la mala trayectoria que había cogido, exigía un tiempo de recuperación y de cargar las pilas, antes de irse arrastrando por carteles menores.

 

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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