José Mª Manzanares en Sevilla: Una apuesta fallida; una factura por pagar

por | 14 Abr 2013 | La opinión

Encerrarse con seis toros en solitario no sólo tiene riesgos, sino que exige de unas condiciones, tanto personales como ambientales, indispensables. Los taurinos hablan, y con razón, de esa exigencia previa de la variedad en la concepción de las suertes del toreo. Y, en efecto, es condición necesaria y ineludible si se quiere resolver con éxito.

Exige, y cómo no, que el toreo tenga las capacidades, incluso físicas, para salir ya en el paseíllo con el acelerador a tope. No tiene margen alguno para dosificarse y a la espera de que le salga ese toro propicio para “hacer lo suyo”.

Pero requiere, además, de un grado de acierto superior a lo habitual a la hora de elegir los toros a lidiar. En este sentido, en la era moderna se suele acudir a elegir seis reses de otros tantos hierros. Puede ser una solución, siempre que no se trate tan sólo de seis divisas diferentes, pero que la postre todas o la mayoría tengan la misma procedencia. Sobre todo en estos tiempos nuestros, cuando se produce tal grado de semejanzas entre algunas ganaderías que poco puede esperar de diferente entre una u otra rama, por ejemplo, de lo que arranca de la rama troncal de los Domecq, como fue el caso de Manzanares en Sevilla.

Y es que para encerrarse con seis toros conviene tener la mentalidad de Gallito, en aquella célebre tarde de lo siete toros de Vicente Martínez, de la que se escribió: “Siete toros en siete cuartos de hora y sin despeinarse siquiera”. O la del Joselito de nuestros días, en aquella rotunda e histórica corrida del 2 de mayo de 1996 en Las Ventas. O la más reciente de José Tomás, a finales de la pasada temporada en Nimes. Una encerrona es eso y todo lo demás no son más que templar gaitas más o menos al son de la oportunidad.

Casi todos estos elementos esenciales, junto a otros más adjetivos, le faltaron a José María Manzanares en su intento de la Maestranza. Ni se puede salir a dosificarse, como hizo; ni cabe acudir a los recursos artísticos habituales, sin innovación alguna a la hora de resolver sus suertes; ni pueden elegirse cinco toros de seis que, al final, son la misma cosa. Si a todo eso añadimos el petardo que dio con el difícil toro de Victorino Martín, que lo desbordó por completo, la cosa se pone aún peor.

Ahora podrá agarrarse de cara a la galería a la galanura de su última y única faena a un excelente “juanpedro”. Sería engañaría, hacerse trampas en su propio solitario. La realidad es la que es: la apuesta no salió y eso tiene sus consecuencias. La Fiesta es así de dura, gratis no deja irse a nadie. Por eso, la tarde fallida de Sevilla acabará por tener un antes y un después, y acabará pesando en el transcurso del año taurino. Y es que las apuestas en esta ruleta del toreo tienen muchos riesgos. Cuando no se miden, luego pasa lo que no se quería que ocurriera.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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