Con el rotundo punto de máximo un vez más en Bilbao, no ha sido fácil el año taurino de 2016 para José Garrido, a estas alturas mucho más que una esperanza. Es lo cierto que ni siquiera en la capital vizcaina –donde es ídolo– los organizadores le mimaron en los carteles, sino que le dieron una de cal y otra de arena, en sus fracasados carteles de la juventud.
Festejos: 32
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Hay que reconocer que en el comienzo del año, cuando se juegan los contratos del verano, no le acompañó la suerte ni en su presentación en Sevilla, ni en la confirmación en Madrid; ni los de Núñez del Cuvillo ni los de Alcurrucén le dieron opciones, salvo para dejar constancia de la firmeza y la verdad de su concepto del toreo.
Triunfó en Istres, en Badajoz o Burgos. Ausente de los sanfermines –tan influidos como están por lo que ocurra en Sevilla y Madrid–, después hubo de aguantar un interminable de mes y medio en paro. Pero supo mantener el tipo y en agosto remontó de nuevo vuelo, con una tarde excelente en Bayona, por ejemplo. Hasta que llegó Bilbao, donde se le declaró triunfador, y de donde salió con el aval de figura.
Muy acorde con su personalidad, acudió voluntariamente a Madrid por otoño, en el mano a mano con Curro Díaz que se cargó la corrida de Puerto de San Lorenzo, lo cual no impidió que se tratara para los dos toreros de una tarde épica y recordada, aunque no se diera ni una vuelta al ruedo. [En estos días se habla del propósito de Simón Casas de repetir aquel cartel en el próximo Domingo de Resurrección].
Por lo demás, las dos terceras partes de sus actuaciones tuvieron como escenario ferias de relevancia y con una media mucho más que aceptable: 21 corridas, 29 orejas.
Si ya de novillero Garrido levantó muchas esperanzas –¡qué mañana con seis novillos en Bilbao!–, en la que ha sido su primera campaña completa no ha bajado ni el pistón. Por el contrario, se ha abierto nuevas puertas.
Variadísimo, con mucho gusto y cada vez con más pureza en el manejo del capote, José Garrido apuesta siempre por ponerle la muleta a los toros con verdad, para embeberlos por abajo, con una muñeca bien templada. Y cuando no cabe otro camino para justificarse, echa mano de lo heroico, “hecho un tío”.
No es que tenga un hueco en las ferias, es que se ha ido ganando el respeto de los aficionados. Por eso, la temporada de 2017, si lo llevan con buen criterio, tendrá que ser la de su consolidación en el grupo de los que encabezan el escalafón.
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