SEVILLA. Segunda del ciclo continuado de la feria de abril. Bastante menos de media plaza. Toros de Torrestrella, bien aunque desiguales de presencia; la mayoría se vino a menos en su juego; el más boyante, el 4º. José Garrido (de crema y azabache), silencio y una oreja. Álvaro Lorenzo (de blanco y plata), silencio tras aviso y silencio tras un aviso. Ginés Marín (de verde esmeralda y oro), silencio y silencio.
Primera del ciclo continuado de la feria de abril y primer test al abono. Bastante menos de la mitad del aforo cubierto; para más detalle, con publico que no acabó de entrar en la tarde. A vista de tendido, el abonado se centra en los tres mejores tendidos de sombra 1, 3 y 2; baja en los restantes de sombra y de sol y sombra; deserta de la solanera y despuebla lo que ahora llaman “tendido alto”, las antiguas gradas. La feria más cara de Sevilla (la empresa dixit) se ve que tampoco ha movido suficientemente el interés de los que hasta hace unos años eran fijos.
La decorosa corrida de Torrestrella se vino demasiado pronto muy a menos, rompiendo todo intento de continuidad en las faenas. La excepción fue el 4º, que si mantuvo hasta el final más fondo, bien entendido por José Garrido. Cierto que cada ganadería es un mundo y tiene su momento; pero el inicio con el hierro jerezano no ha resultado como animar el ambiente.
Sin embargo, a lo largo de toda la tarde hubo momentos brillantes, pero, ¡ay!, ocasionales. Todo un adormecedor para el ambiente, aunque hubo momentos incluso con su “pellizco”. Pero está claro una mayoría de la afición hoy pide la “unidad argumental”, acudiendo a los modos de decir que gustan a Simón Casas. De eso, en esta ocasión se despachó muy poco.
Espléndido ha estado toda la tarde con el capote José Garrido. Por variedad y por hondura en su manejo. La larga en chiqueros y los lances que le siguieron con el que abrió plaza tuvieron mucha importancia. Pero antes e que cogiera la muleta, el domecq ya decidió pararse. Y hasta ahí se pudo llegar. También porque anda mucho más placeado que sus compañeros de cartel, supo exprimir la buena condición del 4º. Volvió a lucirse con el capote –como hizo en los quites que le correspondieron– y lo vio claro con la muleta, en una faena bien construida que, además, creció en valores estéticos. Hubo torería y verdad, siempre templando las muñecas y buscando la profundidad. Una faena con importancia, que culminó con un espadazo arriba, entrando muy derecho.
No tuvo opción Álvaro Lorenzo de que Sevilla le volviera a ver en su dimensión sobria y de buena cabeza, como dejó claro como novillero. Como objeción mayor quizá podría anotarse que no consiguió acoplarse con el 5º, que sin ser gran cosa sí permitía más alegrías. No ha perdido enteros el toledano, pero tampoco ha terminado de romper, con la importancia que hoy se le concede para progresar en el escalafón.
También momentos de interés dejó entrever Ginés Marín, mejor con el 6º que con el 3º, con el que no terminó de entenderse. Lo más destacado, sus lances de recibo al que cerraba plaza, abrochados con una excelente media, y la estocada que le recetó a su primero. En medio, demasiados altibajos.
Las apuestas se cruzan a favor de que este jueves, día 27, se comprobará el tirón de Morante, que hará el paseíllo con El Juli y Talavante; pero también se le dará la razón a quienes opinan que, frente a un abono poco incentivado, el aficionado prefiere acudir a comprar localidades sueltas. A las seis y media de la tarde lo sabremos.
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