Madrid. Menos de un cuarto de entrada, en una tarde desagradable y lluviosa. Novillos de Nazario Ibáñez., bien presentados y de juego variado, Un tercio de entrada en tarde lluviosa. Luis Miguel Casares, silencio y silencio. Jiménez Fortes, palmas y palmas. Raúl Rivera, que se presentaba en Las Ventas, silencio y vuelta al ruedo.
Parte médico de Raúl Rivera: Durante la lidia del cuarto: contusión con erosión en pierna derecha e hipocondrio derecho. Pronóstico leve.
Una pena de tarde, porque hubo novillos que se prestaron y toreros dispuestos a quedarse quieto. Pero, claro todo, eso cuando en el tendido uno lucha contra la climatología se diluye bastante. En otras circunstancias, las cosas podrían haber sido diferentes.
Como las lidiadas en pasados domingos, la novillada de Nazario Ibáñez más que cumplió en presentación. Luego el juego se diversificó: desde el interesante quinto hasta los manejables tercero y sexto; tenía calidad el segundo, pero andaba medio descoordinado. Y con este material y con este clima, destacaron dos de los actuantes: Jiménez Fortes y el toledano Raúl Rivera.
Interesante fue la faena de Jiménez Fortes a su primero, segundo de la tarde. Comenzó toteando con muy son con el capote, para con la muleta ligar series de muletazos de mérito. Volvió a repetir actuación de buen nivel con el quinto, pero tanto en uno como en otro emborronó todos sus esfuerzos con la espada.
El debutante Raúl Rivero le echó casta desde el comienzo, aunque en ocasiones con algo de atropello. Tanta garra que en banderillas sufrió una soberana paliza, aunque se mantuvo en el ruedo. Tiene garra el toledano y sabe tirar de sus enemigos. Una pena que la espada se le negara. Con todo dio la única vuelta al ruedo de la tarde.
Abría cartel el aragonés Luis Miguel Casares, muy empeñado en mantenerse en la cara de sus enemigos, pero con escaso lucimiento.
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