Hecha la Ley y aprobado el Plan estratégico, ¿por dónde se comienza a llevarlos a la práctica?

por | 23 Dic 2013 | Informes

Se aprobó la Ley, se aprobó el Plan estratégico. Se acaba 2013 con los deberes hechos. 2014 se presenta con el horizonte inmediato de poner todo eso, que no es precisamente poco, en práctica. Pero, ¿por donde comenzamos? No es que sea la pregunta del millón, que en esto no hace al caso; se trata de una cuestión de eficacia y de estratificar los objetivos, de forma que uno traiga de la mano al siguiente sin solución de continuidad.

En una visión global de la Ley y del Pentauro, no parece excesivamente problemático establecer los objetivos inmediatos, porque su propia ordenación de sus contenidos casi lo pone en bandeja. Sin embargo, el empeño no es luego fácil de llevar a la práctica, ya sea por razones de oportunidad, ya por las tensiones internas en el propio planeta de los toros, tan acostumbrado como está a decir una cosa en las reuniones y su contraria al salir a la calle.

Pero si hacemos abstracción de estas singularidades, por simples criterios lógicos una organización racional del trabajo lleva a pensar que los cinco primeros pasos debieran ir por aquellas cuestiones de fondo, de las que dependen el buen desarrollo de todas las demás.

1. La nueva Comisión

En este sentido, resulta evidente que el primer paso debiera encaminarse a materializar con la urgencia que el caso requiere la reforma de la recién creada Comisión Nacional de Asuntos Taurinos, que viene a sustituir a la antigua Consultiva. En el desarrollo normativo de su nueva composición, bajo el criterio de hacerla más operativa, y en la definición precisa de sus competencias nos jugamos en gran medida el éxito del propio Pentauro y, en especial, la puesta en práctica de los compromisos declarados de los sectores taurinos ante semejante tarea.

En este empeño, resulta un criterio compartido por todos que la nueva Comisión tiene que dotarse de elementos que la hagan más operativa e incluso con un verdadero carácter ejecutivo. Por ello, aunque no se margine su condición un tanto senatorial de reunir a todos, lo básico pasa por una Comisión Ejecutiva reducida y con capacidad operativa.

Con bastante probabilidad no se materializará por razones varias, pero el carácter operativo exige de suyo el nombramiento –mejor, la elección– de un primer ejecutivo, que asuma la responsabilidad de coordinar y poner en práctica tan diversos contenidos, competencias e interlocuciones. Sin una cabeza rectora, dedicada de lleno de manera específica y exclusiva a este empeño, la eficacia bajará bastantes enteros, sobre todo en un entramado tan amplio y tan complejo como el MECD. Se aducirá posiblemente que no es el actual el momento de crear un nuevo cargo, aunque sea semipúblico, ni menos de dotarlo presupuestariamente.  Sin embargo, no es así: que la Comisión cuente con ese primer ejecutivo no tiene por qué presuponer ninguna de esas dos cosas; herramientas hay en el entramado jurídico del Estado para salvar tal situación. De hecho, así se hizo con la Marca España. La creencia que desde un organismo del Estado, plagado de competencia y responsabilidades, se va a realizar esta misión, tiene demasiado de voluntarismo.

Pero la Comisión deberá ganar además enteros en sus niveles de representatividad. Y así, que cada uno de los sectores decidan libremente y sin interferencias quien las representa, constituye un elemento esencial. Ni a la Administración le conviene asumir la responsabilidad decidir en esta materia –entre otras cosas porque eso aleja a los no elegidos–, ni al mundo taurino se le da la oportunidad de asumir la responsabilidad de sus propios destinos. En el fondo, la nueva Comisión no debiera convertirse en una institución tutelada desde el aparato del Estado, sino en un organismo en el que realmente se pueda plasmar la cooperación público-privada, que es algo mucho más ambicioso.

Menor dificultad presenta la estratificación de sus competencias, porque en el fondo no se trata de otra cosa que de hacer compatible las funciones consultivas con las de gestión. Al menos en esta primera etapa, del contenido del propio Pentauro, de su puesta en práctica, se pueden extraer las necesidades en una y otra materia.

2. El desarrollo de los organismos sectoriales representativos

Dando por amortizada la Mesa del Toro, que fue un proyecto fallido, tanto para esta reconstitución de la Comisión como para sus actividades posteriores resulta urgente poner en práctica lo previsto en el Plan respecto a las organizaciones representativas de cada uno de los sectores.

Es posible que a los interesados les dé un poco de perezas ponerse a la tarea decidir quien es quién en ese mundo, cuáles son sus niveles de representatividad y qué peso global les corresponde en ese concepto más amplio que es la Tauromaquia.

En el fondo, no se trata de otra cosa que desarrollar lo que el Plan define como “Programa impulso de la creación de instituciones representativas de los sectores taurinos”. Y desarrollarlo con altura de miras; esto es con generosidad, sin ese vicio tan español de retener un carguito aunque no represente a casi nadie. Entrarán en juego mayorías y minorías sectoriales, que todas son necesarias y no hay por qué suprimirlas; de lo que se trata es que entre ellas establezcan sus niveles necesarios de cooperación mutua.

3. La toma de temperatura social acerca de la Tauromaquia

Pero, por otro lado, si se trata, como se debiera, de entrar realmente en la resolución de los problemas reales en torno a la Tauromaquia, la lógica aconseja desarrollar el  estudio social y de opinión que ya figura en el Pentauro, con las observaciones paralelas que en esta materia figuran en los distintos programas de trabajo.

Definir con claridad el terreno de juego, tomar el pulso a los climas de opinión dentro y fuera de los sectores profesionales, constituye una herramienta indispensable para enfocar de manera realista y efectiva el resto de los contenidos del Plan estratégico.  resulta necesario conocer las realidades y los fantasmas sociales con los que vamos a convivir.

En esta tarea, la experiencia lleva a pensar que se hacen necesarias dos aspectos básicos: diseñar con acierto cuáles deben ser los contenidos a estudiar y cuál es la metodología de trabajo –por ejemplo, la convivencia de estudios cualitativos con otros más cuantitativos–.  En ambos casos, a través del CIS el Estado cuenta con medios suficientes y cualificados para llevarlos a cabo. Tan sólo se hace necesario que cuenten con un asesoramiento específico sobre la realidad taurina, un asesoramiento que vaya más allá del mero “si” y “no”, de esa simpleza de contabilizar  a los partidarios y a los detractores. A título de ejemplo, sin ese trabajo sociológico cómo se va a poder desarrollar ese programa de trabajo tan ambicioso como es el de establecer de un procedimiento para conocer el nivel de satisfacción del espectador con la calidad de los espectáculos y los servicios de las plazas.

Y es que sólo a partir de una buena investigación sociológica se podrán luego orientar de manera adecuada cada una de las actuaciones posteriores.

4. El estudio del modelo económico

Paralelamente con lo anterior, es el momento de desarrollar el Programa relativo al modelo de costes. Un estudio sobre bases reales, no sobre ficciones, ni sobre sueños. Estamos ante una de las grandes carencias del planeta de los toros, que radica precisamente ahí, cuando  entrar en los caminos de la modernidad y de la normalización del hecho taurino tiene ahí su fundamento primero.

Es un trabajo que viene urgido por la crisis económica, que ha puesto patas arriba los número de la Fiesta. Pero es un trabajo, además, sin el que difícilmente podrían desarrollarse mucho de los objetivos que se contienen en el propio Pentauro y, desde luego, sin el que resultará inviable modernizar las estructuras sobre las que se fundamenta la Tauromaquia.

Claro está que un estudio de esta naturaleza, para que sea verdaderamente real, exige unos niveles de transparencia y de cooperación intersectorial –incluidas las Administraciones públicas– que hasta ahora jamás se han desarrollado. Sin embargo, desde la opacidad resulta imposible, en la teoría y en la práctica, abordar los problemas estructurales que hoy se padecen.

Especialistas hay en el entorno taurino para que un trabajo de esta naturaleza puede desarrollarse de forma independiente y con solvencia técnica. Sólo hace falta que se dé la voluntad común de llevarlo a la práctica.

5. La comisión de arbitraje

El desarrollo pacífico de los cuatro puntos anteriores y del conjunto del Pentauro, con todas  sus complejidades, aconseja la urgente implantación de las formulas de arbitraje como sistema para la resolución de los conflictos y de las diferencias entre sectores. Y es así porque en esta etapa decisiva no parece suficiente, aconsejable tampoco, aplicar puramente y simplemente la ley de mayorías y minorías; tienen que darse consensos mucho más amplios.

Aunque este tipo de fórmulas, desarrollados en la legislación española, pudiera pensarse que se orientan a los casos más llamativos –piénsese, por ejemplo, en el pleito que ahora se vive en torno a la Empresa Pagés–. nada impide que este sistema de trabajo se aplique en esta etapa para resolver las diferencias que puedan darse dentro de cada uno de los sectores a la hora de ponerse de acuerdo en materias como las que se contienen en los anteriores epígrafes. En lugar de abrir una guerra interna cuando se dan las diferencias, siempre será mejor acudir a la intervención de ese hombre bueno que realice la mediación para el acuerdo.

Si nos fijamos en el caso del mundo laboral, o en conflictos de orden mercantil, la eficacia del arbitraje se fundamenta en la adecuada elección de los árbitros, de forma que sus decisiones sean aceptadas por todos. En la legislación española ya se fijan normas y criterios al respecto; pero es que, además, en el propio entorno de la Fiesta se localizan personalidades con conocimientos y autoridad moral para desempeñar tales cometidos.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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