Sobre todo a partir de los Presupuestos Generales del Estado de 2013, que ya se comienzan a elaborar, y de la reforma que el Gobierno quiere llevar a cabo en las corporaciones locales, puede dibujarse para los asuntos taurinos un mapa de referencia muy diferente al que en la actualidad se da.
En este sentido, si ya en 2012 hubo que afrontar recortes importantes en las Administraciones Locales, que indirectamente han afectado a la Fiesta, en especial a eso que ha venido en denominarse “Fiesta de base”, nada tiene de extraño que los futuros recortes vuelvan a incidir sobre los mismos temas.
Y si, por citar tan sólo otro ejemplo, presupuestariamente en el horizonte se vislumbra una subida bastante generalizada del IVA, raro será que no acabe repercutiendo también sobre la economía taurina, en cualquier a de sus vertientes: desde la ganadera a la propiamente de organización de espectáculos.
Unamos a lo que hoy no son más que perspectivas razonablemente posibles, la realidad de lo que viene siendo la actual temporada, cuyo caso más emblemático encontramos en Córdoba, donde una empresa sólida y solvente ha tenido que renunciar a la gestión de su Plaza, por la inviabilidad económica de cumplir los requisitos contractuales establecidos. Lamentablemente, todo lleva a pensar que no será el único caso que se de, vistas cuales vienen siendo las afluencias de público a los festejos, como consecuencia de la crisis económica.
En este contexto, no resulta aventurado pensar que la globalidad del negocio taurino puede verse afectado por estas circunstancias adversas de la situación económica nacional. Es más: todo lleva a pensar que ese será el escenario más probable.
En este contexto, no resulta irrelevante que la interlocución con la Administración no termine de arrancar: lo que iba a ser una inminente reunión de la Comisión Consultiva no se materializa y ni siquiera se sabe que es lo que se pretende realizar con dicha Comisión: si va a mantenerse como hasta, si van a realizarse cambios competenciales, operativos y funcionales, etc.
Pero tampoco puede obviarse que los sectores taurinos siguen sin contar con una organización unitaria y operativa, como para llevar a cabo conjuntamente las actuaciones que hoy resultan indispensables. Se mantiene la tradicional diseminación en “reinos de taifas”, cada cual por su cuenta, en los que ni siquiera se da unidad dentro de cada sector gremial.
Frente a estas realidades, nada improcedente resulta preguntarse si no ha llegado el momento para que, cuantos integran ese diverso mundo de profesiones y actividades que componen la Fiesta, tomen conciencia de la realidad y actúen en consecuencia.
De hecho, y por utilizar el lenguaje de moda, convendría plantearse si no ha llegado el momento de elaborar un verdadero “plan de rescate” para el conjunto del planeta taurino, en especial frente al presumible empeoramiento de las circunstancias en las que debe desenvolverse en sus actividades.
Y en este sentido, ninguno segmento profesional debiera ser ajeno. Y así, al igual que resulta necesario estudiar sólidamente la evolución de las circunstancias que afectan a los ganaderos de bravo –actividad básica para la Fiesta–, también ha llegado el momento de estudiar la relación contractual y económica de los toreros. Como éstos se podrían citar todos los demás casos que afectan a la Fiesta.
Frente a esta realidad, cabe resignarse y dejar que todo discurra por cauces naturales, sin ninguna actuación preventiva, o cabe plantearse seriamente que por delante tenemos unos años muy complejos, antes los que conviene realizar las previsiones necesarias, incluso para cuando se pudieran dar las condiciones más adversas. Y a partir de ahí, adoptar las decisiones más adecuada en cada momento.
Aunque no tenga antecedentes históricos conocidos, por una vez quienes integran profesionalmente la Fiesta resulta de todo punto aconsejable que actúen con ese carácter preventivo sobre lo que pueda venir en los Ejercicios inmediatos. Lo contrario sería, en nuestra opinión imprudente y arriesgado.
Por eso, los máximos responsables del taurinismo deberían plantearse si no es momento de acudir a verdaderos expertos para analicen detalladamente todos los elementos y circunstancias que afectan a la Fiesta y tracen un plan de recomendaciones que orienten hacia donde se debe caminar, para que la Fiesta, en suma, no esté al albur del inesperado impacto que en el futuro inmediato puedan ocasionarle la crisis económica y sus derivaciones.
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