LOGROÑO. Séptima de la “Gira de Reconstrucción”. Cuatro toros con distintos hierros de Capea, de excelente juego, especialmente el soberbio 3º. Pablo Hermoso de Mendoza, una oreja y ovación. Guillermo Hermoso de Mendoza, silencio y una oreja, Lleno tipo covid-19. Mil espectadores.
Incidencias: La corrida de desarrolló en un ruedo no preparado para ofrecer un festejo, además de caballos; hubo que regarlo después de la lidia de cada toro y pese a ello todo transcurrió en una nube de polvo. Aunque el festejo se anunció como un mano a mano, no hubo sobresaliente.
Una gran corrida de las que cría Pedro Gutiérrez Moya “Niño de la Capea”, el 3º de los cuales se merecía los honores de la vuelta al ruedo: daba gusto verle cómo metía la cara en cada embroque y qué bravura desde que salió por chiqueros. El conjunto de los murubes resultó notable.
Ese buen tercero de la tarde cayó en las experimentadas manos de Pablo Hermoso de Mendoza, que lo lució en toda su dimensión. Una excelente actuación del navarro, pero que luego diluyó con los aceros de muerte. También a buen nivel se le vio con el que abría la función.
Animoso pero acelerado e impreciso, Guillermo Hermoso de Mendoza puso toda la carne en el asador con el 4º, que aunque bajara en calidad llegaba pronto a los tendidos con su acometividad.
0 comentarios