MADRID, 24 de junio de 2012. Un cuarto de entrada. Novillos de El Cotillo, bien presentados pero muy deslucidos. Adrián de Torres (de verde manzana y oro), silencio tras aviso y silencio tras aviso. Sergio Flores (de celeste y oro), silencio y silencio tras aviso. Gonzalo Caballero (de blanco y plata), ovación con saludos tras aviso y palmas de despedida
Una deslucida novillada de “El Cotillo”, propiedad de Agustín Collado Cecilia, que tomaba antigüedad en Las Ventas, dio al traste con una tarde que por su cartel prometía. Lo que resulta difícil de entender es que la empresa anunciara a este desconocido hierro cuando originariamente se trataba de colocar frente a frente a los dos novilleros triunfadores de San Isidro. Luego, la cornada de Gómez del Pilar obligó a formar una terna, pero la idea original, que era digna de agradecer, estaba viciada de origen: los triunfadores merecían una ganadería que ofreciera mayores garantías. No son formas de hacer las cosas. Y menos en la primera plaza del mundo.
El único novillo que sacó nobleza aunque también sosería fue el tercero y con él se volvió a ver a un interesante Gonzalo Caballero, firme como una roca, trazando muletazos con empaque, especialmente sobre la mano derecha. Si no hubiera sido por la espada, habría cortado una oreja. El sexto se paró a las primeras de cambio y poco se podía hacer.
Encabezaba la tarde Adrián de Torres, un novillero muy activo en las redes sociales, que como su compañero Sergio Flores, poco pudieron hacer, salvo dejar constancia de sus buenos deseos. El mexicano, al menos, tuvo opciones de dejar su personalidad en varios pasajes con el capote.
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