Gallardía de Gonzalo Caballero, en otra tarde muy gris

por | 29 May 2017 | Temporada 2017

MADRID. Decimoctava del abono de San Isidro. Algo más de media plaza: 16.294 espectadores (68,4% del aforo). Toros de José Luis Pereda, muy desiguales de presentación y  de juego, todos astifinos; cinqueños 1º, 2º, 4º y 6º. Jesús Martínez “Morenito de Aranda” (de nazareno y oro), silencio y silencio. Iván Fandiño (de azul eléctrico y oro), ovación y silencio. Gonzalo Caballero (de gris plomo y oro), ovación y vuelta al ruedo tras un aviso.
Al término del paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Víctor Barrio, que este lunes habría cumplido treinta años y hacía un año de su ultima actuación en Madrid.

La tan desigual corrida de José Luis Pereda, en la que cabía un “zapatito” y toraco, se llevó bastantes ilusiones por delante de unos toreros que necesitan recuperar andadura. Se les ha pasado el sanisidro soñado y casi no ha pasado nada. Pese al poco oficio y algunas carencias técnicas, la mejor parte se la llevó Gonzalo Caballero, que al menos pudo dar una vuelta al ruedo con razonable aquiescencia general.

El muy desigual lote que vino dese la onubense dehesa de “La Dehesilla”, que sólo se igualaba por lo ofensivo y astifino de sus cabezas, dejó poco para el recuerdo. Algunos tenían una virtud, pero le faltaban otras. Por ejemplo, el que hizo 3º humillaba más que sus hermanos, pero salía suelto de las suertes, dificultando grandemente que las series se pudieran ligar. Y la mayoría, si no andaban a la greña por su genio, decían bastante poco.

A Morenito, que mantiene a sus partidarios en Madrid, se le fue la tarde a contrapié. El que abrió plaza, con mucha alzada, paseaba sus años siempre por encima de los engaños y como para remediarlo anda menguado de fuerzas. Por más que se empeñara el de Aranda, la llama no podía prender en el tendido. El que hizo 4º, lo lidió con mucha eficacia en los lances de recibo, después de que le dejara compuesto y sin larga en la puerta de toriles. Acudía con prontitud a la muleta, pero con la cara siempre por arriba y acusando su negativa cuando se trataba de poderle por abajo. Los empeños del burgalés cayeron en el vacío.

Fandiño se ha ido de Madrid sin haber arreglado lo suyo, que parece no ver el tunel de salida. No se puede decir que haya sido por dejación del torero, que estuvo animoso y batallador. Pero con en eso no basta. No puede decirse que el Fandiño de hoy sea distinto a cuando estaban en la nube de los éxito. Hoy como ayer, sacó su técnica y su quietud. Y así, al encastado que le correspondió en su primer turno, pronto supo ver que había que darle sus distancias. Pero el pereda se movía con piñón discontinuo. Con todo, el vasco dejó unos naturales muy auténticos. No se amilanó nunca frente a los tornillazos que repartía el 5º; incluso podría decirse que se pasó de intentar lo que no era posible. Pero aquello no era suficiente. Por justificado que pueda estar hoy, al torero le va sirviendo cada vez de menos el consuelo de “otro día será”.

Demasiado tenso Gonzalo Caballero en sus primeros compases.  Transmitía decisión y buenos propósitos,  pero tardó en advertir que el deslucido problema de quedar fuera de la suerte, porque el de Pereda salía hacia las afueras, tenía algún arreglo; de hecho, cuando forzó la mano por abajo, las cosas fueron a mejor. Soberbia la estocada: el animal no tardo ni un minuto en quedar patas arriba. Solo el espadazo ya valía la ovación que se le tributó. No se amilanó ante el grandullón que cerró la función: le plantó cara con gallardía, pero el toro nunca llegó a romper. Pero aunque fuera con las intermitencias que imponía  el tal “Agrío” –vaya nombrecito–, tuvo pasajes muy estimables y, sobre todo, lo mató muy por arriba y haciendo la suerte bien.

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Taurología

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