MADRID. Décimo novena del abono de San Isidro. Más de dos tercios de entrada: 16.823 espectadores (71,2%). Novillos de Fuente Ymbro (Ricardo Gallardo), bien presentados, con movilidad pero exigentes. Marcos (de marino y oro), silencio y silencio tras un aviso. Alejandro Gardel (de marino y oro), ovación tras un aviso y silencio. Francisco de Manuel (de nazareno y oro), una oreja tras un aviso y vuelta al ruedo.
Casi abre la Puerta Grande. Pero ese temprano honor podría ser hasta contraproducente para el futuro, aunque a corto aliviaría el trabajo de su apoderado. Francisco de Manuel, con el oficio que pueden dar poco más de media docena de novilladas, tenía al personal con él. Y es que transmite no sólo decisión, que la tiene a raudales, sino que cuando se serena lleva a los novillos con gusto y hasta profundidad.
Pero esto del toro cada día más el mundo al revés. Con los modos actuales, primero hay que triunfar en Madrid, que luego ya llegará el verse anunciado por la periferia. Un completo sin sentido, pero es lo que hay, fuera del circuito del 33%. Con lo cual lo único que se alcanza es que haya muchachos con sus posibilidades que se quedan a mitad de camino. Las precipitaciones nunca son buenas, pero aún menos el toreo.
La novillada que trajo Ricardo Gallardo exigía oficio y una buena dosis de técnica. Dos componentes que aun no ha sido momento para que Francisco de Manuel los sacara a pasear. Y eso quedó de manifiesto en casi todas las ocasiones en las que pasó apuros ante sus enemigos. Pero esa carencia la suplió con una decisión y una firmeza encomiable. Como además transmite frescura y en muchos momentos tiene a su aquel, conecta fácil con los tendidos.
Las Ventas le reconoció todo ello, como ya había hecho en el presanisidro. Pero póngase un poquito de lógica. Francisco de Manuel está en sus comienzos; no perdamos la cabeza echándole a las espaldas unas cargas que hoy son innecesarias. Vamos a darle tiempo.
Por fachada la novillada de Fuente Ymbro era de lujo, Pero luego sacó mucha exigencia para los toreros, cuando no eran distraídos e informales, con tendencia a irse sueltos. Pero todos con un fondo de casta. Resultaron de mejor juego los lidiado como 1º y 4º, pero uno se rajó pronto y el otro de carecía de repetición. Muy desiguales 2º y 5º: uno, con poca clase pero manejable, el otro sin entrega en los engaños. Los más complicados, 3º y 6º con dificultades y nula clase.
Con un lote poco colaborador, Alejandro Gardel dejó chispazos muy esperanzadores. Tiene estética que interesa. Se le ve muy suelto con los trastos. Y no se maneja mal en la administración de los terrenos. En su presentación en Madrid no le acompañó el triunfo. Pero tiene ingredientes para conseguirlo. Necesita tan sólo que se le tiempo. Y oportunidades. Por su parte Marco dejó claro que es el que más oficio reúne de la terna. A lo mejor le falta arrebatarse un poco, porque sin vibración las cosas se hacen costosas. Su toreo es muy correcto, queriendo siempre hacer las cosas bien; pero en este oficio se requiere un paso más. Puede darlo, porque tiene claro lo que es el toreo. Es cuestión de ponerse a ello.
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