Ha sido casi un resurgir de sus cenizas, o al menos del ostracismo en el que vivía desde hace demasiado tiempo. Pero este martes la Comisión Nacional de Asuntos Taurinos se ha destapado con una declaración institucional de una gran importancia, que puede pasar algo desapercibida, al menos según se comprueba en las primeras reseñas que se han publicado.
Que a estas alturas del partido, y con la que está cayendo entre master y master, un organismos institucional del Gobierno haga una defensa cerrada de la presencia de los menores en la Fiesta, no puede entenderse como una cuestión precisamente marginal. Hay que echarle mucho valor político para exponerse a la que pueden montar los animalistas y sus compañeros varios. Debe reconocerse que Fernando Benzo se lo ha echado. Y el taurinismo se lo debiera de agradecer, ahora y cuando comiencen las criticas, que llegarán.
La Declaración institucional se expresa en sus términos justos, pero además con firmeza y con argumentos sólidos. Siendo de lectura obligada, una de las cosas que provoca es poner en su sitio la pobre postura de España en aquella reunión de marzo de la Comisión de Derechos del Menor. Aquello fue una especie de faena de aliño, ahora rectificada con un documento en toda regla como el aprobado.
Pero resulta impensable creer que algo de esta importancia ha podido nacer de una ocurrencia en un par de horas de las decenas de personas que forman la Comisión; en un momento y en plan multitud no se escriben esos folios. Ese es un documento que se ha elaborado con mucho cuidado y luego se ha formalizado pasándola por el plenario. Algo que por lo demás es lógico: como toda Comisión, o la lidera a todos los efectos su Presidente, o no sirve de nada; documentos de esta importancia nunca nacen del asamblearismo.
Por lo demás, visto lo que el propio Ministerio informa sobre la reunión, en realidad el orden del día era de naturaleza muy menor. Que los asuntos más relevante uno sea responsabilidad de la Asociación de Presidentes y el otro de la Fundación del Toro, no deja de ser un una paradoja: ¿entonces para que está la Comisión?
Y el repaso que se hace del PENTURO no es más que un puro tirar de asuntos viejos que estaban en el archivo: todo lo que se dice ya era conocido desde hace mucho tiempo. Para poder contar algo en la Dirección General de Bellas Artes han acudido a asuntos tan conocidos como la bajada del IVA –con la que muchos empresarios se han fumado un puro— y la inclusión de las plazas de toros como Bien de Interés Cultural, con la posibilidad de disfrutar de las ayudas destinadas a la protección de estos edificios. Si que todo eso es novedad, algo como para sacar pecho, poco tienen que contar.
De nueva planta, tan sólo el II Congreso Internacional, convocado para el próximo octubre en Murcia. Y en cambio, nada se dice de asuntos que estaban pendientes, como el estudio acerca de los concursos públicos para las adjudicaciones de las plazas de titularidad pública.
Y es que un organismo no puede dar el mensaje de estar vivo, cuando se encuentra inerte a efectos informativos. ¿Cuándo se dijo, por ejemplo, que la Fundación del Toro de Lidia había pasado a ser miembro de la Comisión? Nunca, por nás que eso requiera de un nombramiento oficial. ¿Cuántas reuniones ha mantenido la tal Comisión en los dos últimos años? No se sabe de ninguna. Y en pura lógica, menos se sabe si hubo o no algún acuerdo. ¿Qué ha sido de las peticiones bien argumentadas de las Uniones de Abonados, que solicitaron que se estudiaran en este plenario? La nota de prensa del Ministerio no les dedica ni una palabra. Y así podríamos seguir desgranando asuntos.
A lo mejor resulta que en este mundo del toro no ha sitio para dos instituciones, para dos gallos en el mismo corral: la Comisión y la FTL. Sin embargo, tienen campos bien diferenciados y propios. Además, son compatibles e incluso complementarios. Y, por supuesto, queda espacio de sobra para que ambas sean transparentes, que no lo son.
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