BILBAO. Última de las Corridas Generales. Media entrada. Toros de Victorino Martín, serios y bien presentados, exigentes para los toreros; los mejores, 2º y 5º. Diego Urdiales (de azul pavo y oro), ovación y ovación. Manuel Jesús “El Cid” (de verde esmeralda y oro), ovación y una oreja. Luis Bolívar (de azul turquesa y oro), silencio y palmas tras un aviso.
A la salida del 4º, se lanzó un espontáneo tratando de torear con una chaqueta y que resulto cogido. En la enfermería se le atendió de un puntazo en la axila, un varetazo en el tórax y de una contusión en un tobillo derecho.
Lo de Victorino normalmente no engaña, sino que enseña sus cartas desde que sale por chiquero. En esta última de las Corridas Generales, no ha sido diferente. Eso sí, con la seriedad que se acostumbra en el ruedo bilbaino. Con presencia y ofensiva, aunque variada en su tipo, se han visto seis toros muy diferentes, tres con problemas, otros tres más manejables, pero también con sus peros.
Pero ninguno como para bostezar; quizá el que abrió la tarde, muy descastado para lo que da esta Casa, pero qué le pregunten a Urdiales lo despierto que había que estar. El propio 6º, que acabó siendo el más noble, tenía sus teclas que tocar, aunque Bolívar, que lo entendió a la perfección, tapara sus carencias. Muy manejable el lote que le correspondió a “El Cid” y difíciles 3º y 4º. Todos, salvo el 5º, dejaron una discreta pelea con los montados.
Con todo a la contra, Diego Urdiales ha dejado una buena estela como lidiador. Y así lo entendieron los aficionados, que le han ovacionado con fuerza. En especial con el muy complicado 4º, con el que se fajó reciamente hasta acabar sometiéndole. Una lidia a la antigua antesala de un estoconazo en las mismas péndolas, que tiró al “albaserrada” patas arriba. Impecable toda la tarde el riojano en la labor que hoy le tocó.
Esta “victorinada” debiera ser la jornada del reencuentro de “El Cid” consigo mismo. Estuvo el de Salteras toreo con su primero, al que toreó con muy buen juego de brazos con el capote; luego muleta en mano llevó a cabo un trasteo limpio y que iba a mas, para dejar sus mejores momentos en unos naturales largo y lentos. La espada le cerró el camino del éxito. Supo aprovechar las opciones que le ofrecía el 5º, con momentos en los que se hacía evidente que el torero estaba sintiéndose. Como en tiempos mejores. Como aquí anduvo más despierto con la espada, la oreja llegó a sus manos por muy amplio consenso general.
Luís Bolívar cuajó una faena de mucho mérito al que cerraba plaza. Muy centrado, sin dejar pausas, sin dudas, todo surgía con naturalidad y buen gusto. En especial sobre la mano derecha hubo series logradísimas; pero, en general, todo el trasteo rayó a muy buen nivel. Faena de triunfo rotundo, que luego con la espada dejó en unas palmas. Se peleó con gallardía con su primero, que es lo que podía hacer.
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