VALLADOLID. Sexta de feria. Media entrada. Cinto toros de García Jiménez y uno de Olga Jiménez, de aceptable juego en líneas generales. Rivera Ordóñez, ovación y ovación. El Cid, ovación y oreja. El Fandi, oreja y oreja.
Pese a la manejable corrida de los dos hierros de la Casa Matilla, la sexta de las corridas de toros de la feria vallisoletana tuvo poca historia con cierto fundamento. Pero si entretuvo al respetable, porque hubo variedad y alardes de los que gustan.
Eso sí, para no perder la costumbre, salió a hombros El Fandi, después de estar en la versión más populista del fandismo, que hay que reconocer que tiene sus partidarios. Pero en su conjunto no ha pasado de ser una de tantas tardes sin mayores alegrías para el aficionado, en la que correspondieron a El Cid los muletazos de mayor calidad, aunque no tuvieran demasiada continuidad.
Rivera Ordóñez, que abría cartel, estuvo toda la tarde aseado y sin agobios. Mejor en el cuarto que en su primero, el nuevo Paquirri tampoco se metió en mayores honduras. en su lote. Debió estar mejor con el cuarto. En ambos estuvo premioso con la espada.
Manuel Jesús “El Cid” anotó en sus estadísticas la oreja del quinto de la tarde, con el que el momento más brillante llegó con la mano izquierda y con el estoconazo final. Antes, con su primero gustaron sus lances de recibo; la faena de muleta, toda ella correcta, se vio luego empañada con una estocada que hacía guardia, que enfrió a los tendidos.
La Puerta Grande fue en esta ocasión para El Fandi, que se mostró en su versión más habitual: largas de rodillas, exhibición de facultades en banderillas y faenas largas y animosas. No se le puede negar que demostró ánimo y ganas de no dejar ir la tarde. Mejor y más templado su trasteo al tercero que al sexto, sin embargo en esta ocasión, cosa rara, no estuvo contundente con los aceros.
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